149 AÑOS. CUMPLE NUESTRA AMADA TIERRA, ABANCAY

por Hugo Viladegut Bush
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Reinicio

¿149 años nada más?

En realidad, Abancay es una ciudad abuela que heredamos de los españoles que llegaron a domesticar el caliche. 

Los aymarinos que vinieron huyendo de las sequías del altiplano se apropiaron de la quebrada Aymas.

Su conquista se conectó al Pachachaca hasta la garganta de Cotaruse.

De modo que nuestros orígenes se conectan a ese pasado todavía nuboso.

En el otro extremo los descendientes de Tupanamo el líder Quechua más antiguo, se asentaron en los faldíos del Ampay.

Los Quechuas vivieron a las orillas del Río Chinchichaca hasta su confluencia con el Pachachaca.

“Quechuas sinchis” y “aymarinos enmascarados” vivían separados por el caliche que no servía para nada: ni para el cultivo ni para la construcción.

Fueron los españoles los que le dieron valor y el caliche fue el suelo más seguro y sobre ese suelo edificaron la ciudad de Abancay que conocemos.

Han pasado más de 400 años de esa fundación de cuando se edificó la Iglesia Catedral, nuestro monumento más antiguo.

De ahí, de la condición de Villa a la condición de ciudad han pasado 149 años.

De ese tiempo a ahora…  

Nada de lo que tenemos es gratuito.

Fueron las abaceras del mercado, los artesanos y los braceros de las haciendas los que nos representan en la historia que escribimos.

El mercado de abastos, la iglesia catedral, la plaza de armas, el palacio del cabildo, fueron las primeras construcciones a barreta, carretilla, pico y pala.

Los colegios y escuelas.

La universidad particular, la universidad estatal.

La apertura de calles y la liberación de áreas de las haciendas, fueron producto de la lucha y reclamos en las calles.

La descentralización en marcha ahora con el gobierno regional.

La formación de líderes políticos y vecinales.

Los maestros, médicos, enfermeras, ingenieros, arquitectos, abogados. Son producto de la educación que reclamamos y los colegios que pusimos en marcha.

Hoy contamos con una asignación anual del estado a donde van nuestros impuestos.

De ahí viene el dinero para obras con nombre propio, pero para que eso suceda tuvimos que prepararnos a través de estos más de 400 años.

Ahora son nuestros profesionales que están aprendiendo a conversar los que formulan los reclamos.

Se acerca raudamente el sesquicentenario de Abancay, de su elevación de villa a ciudad.

Cumpliremos 150 años y nos hemos olvidado que el festejo de los 100 años fueron producto de la lucha en las calles.

Se hace necesario reflexionar en acuerdos sectoriales para diseñar un plan de desarrollo macro vecinal.

Lo que tuvimos que hacer ya lo hicimos, ahora debemos dibujar nuevos sueños y ser consecuentes con nuestros acuerdos.

Festejamos 149 años, es una herencia de cientos de generaciones que nos antecedieron.

La lógica nos dice que debemos concertar para seguir trabajando para hacer de nuestra amada tierra ese rojo rubí que se divisa desde el Qorawiri y el Soqllaqasa. 

Debemos amar a nuestra tierra para que nuestro pueblo sea ese gigantesco corazón que somos todos los abanquinos y que siempre mostramos con nuestras puertas y ventanas sin aldabas ni candados.

Es el momento de abrazarnos y ponernos de acuerdo, nuestra amada madre lo pide.

¿Te vas a negar a sus ruegos?

Abancay nos necesita. Es hora del nuevo pacto social.

Van a ser oficialmente 150 años.

Nuestra madre, nuestra viejecita madre, espera que festejemos su onomástico cumpleaños.

¿Vamos a esperar el sesquicentenario de brazos cruzados?

Si ayer las abaceras, obreros, braceros nos enseñaron a arrancar presupuestos en las calles.

Este es el momento de la organización y la movilización.

Feliz 149 aniversario Pikis.

¡Viva Abancay! 

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