Micaela, nuestra Micaela, nos convoca todos los noviembre para recordarnos que el amor a nuestra tierra es eterno.
Por segundo año consecutivo tuve el gran placer de compartir el calor abanquino en Lima, a la sombra y mirada vigilante del monumento a Micaela Bastidas, que se erige en el parque que lleva su nombre, en la urbanización Santa Beatriz, en la ciudad capital.
Invitado por el Club Provincial Abancay, participé, junto a una veintena de paisanos, en el homenaje a nuestra heroína, conmemorando el 149 aniversario de la elevación de Villa a Ciudad de Abancay, la ciudad de la eterna primavera, la ciudad del orgullo perenne.
Margoth Saavedra, diligente y dinámica presidenta de los asociados en el Club Provincial, se esmeró con los abanquinos que la acompañan en la gestión dirigencial, a convocar, organizar y festejar el aniversario de la santa tierra, con el protocolar reconocimiento a Micaela y con el tradicional bautizo de la wawatanta, que convocó a muchos paisanos, en el local del Club Departamental Apurímac.
En Santa Beatriz, en un mediodía caluroso que nos trasladó a nuestro valle, Paco Sotelo compartió un texto de Hugo Viladegut, en el que se recordó el discurrir histórico de nuestra tierra de quechuas, chankas, aimaras y mestizos, que hacen de la hospitalidad y generosidad; los ejes característicos de un pueblo querendón y orgulloso de su pasado, su presente y sus retos del mañana.
Baltazar Lantarón, ex gobernador de Apurímac, invocó la unidad de los Pikis que residimos en Lima y otras latitudes, con el afán de apoyar y hacer realidad grandes propuestas y proyectos de desarrollo que harán de Abancay, una gran ciudad, más de lo que es en la actualidad. Hacer realidad el corredor cultural Arguedas, es un reto para los abanquinos.
Margoth Saavedra, al rendir homenaje a Micaela, señaló que el reto de las abanquinas es que sean todas, Micaelas multiplicadas con valor, templanza y cariño por nuestra hermosa tierra. Enrique Gutiérrez, hizo el brindis por Micaela, por Abancay, por los abanquinos.
Mi saludo lambramino fue para expresar el orgullo que sentimos por nuestra cuna, por la tierra de los tradicionales taparacos, maicillos, cuyes, cachicurpas, y tallarines de casa.
En el Club Apurímac, los abanquinos convocados pudieron rememorar el tradicional Bautizo de la wawatanta “Munay Tika”, “procreada” por la pareja conformada por Enrique Gutiérrez y Nilda Miranda, y apadrinada por Elías Sosa y Nelly López. El “sacerdote” Eddy Vidal, tuvo una colosal participación que trasladó las sonrisas y aplausos a las calles y viviendas de Abancay de nuestros recuerdos. Y es que recordar es volver a vivir.
De otro lado, el Club Distrital de Abancay, también celebró su bautizo tradicional, que antecedió a un compartir con chicharrones, tallarines y wawas llegadas desde la tierra primaveral.
Ambas reuniones permitieron a los abanquinos residentes en Lima, retroceder en el tiempo y zapatear y cantar huainos y carnavales de nuestra tierra.
Los abanquinos organizados en el club provincial o distrital, o alejados de las instituciones, sabemos que la tierra que nos vio nacer es sagrada; hay que recordarla, venerarla, quererla y sentir con ella, por ella, lo que todo ser racional siente: nuestro amor por Abancay eterna.