ADIOS DON LEO

Descanse en paz, querido Don Leo.

Abancay tiene hoy un ángel más en el cielo, uno que conoce de memoria nuestras calles, nuestros caminos, nuestras alegrías y nuestras penas.

Su partida deja un silencio hondo, pero también una luz suave que seguirá acompañándonos. Usted fue un hombre de bien: sabio, gentil, respetuoso, de esos cuya sola presencia serenaba el día.

Extrañaré su saludo alegre, esa frase tan suya —¿Qué dice el hombre?— que abría siempre la puerta a una conversación sincera y cálida. Era su manera de recordarnos que la vida, pese a todo, aún merece ser celebrada.

Un abrazo fraterno para su familia, que hoy carga el peso doloroso de la ausencia, pero también el orgullo de haber compartido la vida con un ser humano verdaderamente noble. Que en la memoria y en el cariño encuentren consuelo.

Comparto, un hermoso obituario de Arthur Cuellar Llaupa, que lo pinta de cuerpo entero.

Por Arthur Cuellar Llaupa.

Hoy me dirijo a todos ustedes con el corazón estrujado al enterarme de la pronta partida de Papá Leonidas Mantilla Gutierrez, pero al mismo tiempo, lleno de una inmensa gratitud, porque dicen que uno no elige a su familia, pero sí a sus amigos, sin embargo, yo tuve la suerte de que, al elegir a Edwin, Hector y Leonel, como mis hermanos de vida, la vida me regaló a un segundo padre: a Don Leonidas Mantilla Gutierrez, y para nosotros, los que crecimos cruzando la puerta de su casa desde que tenemos uso de razón, Leonidas no era solo «el papá de mis amigos», era una institución, era esa figura firme y amorosa que nos vio pasar por todas las etapas: nuestras travesuras de niños, nuestras rebeldías de adolescentes y nuestros primeros pasos como adultos. Papá Leonidas fue, ante todo, un educador de la vida, quizás no siempre con una pizarra al frente, pero sí con el ejemplo diario, porque nos enseñó que la rectitud no se negocia y que la palabra de un hombre vale más que cualquier firma, y cuántas veces, sentados en su sala o compartiendo la mesa, nos dio esas lecciones que no vienen en los libros, sino que se forjan en la experiencia.Y si hablamos de disciplina, no podemos dejar de mencionar su gran pasión: el deporte, el ciclismo, hasta el último día de su vida, Papá Leonidas nos demostró que la edad es solo un número cuando el espíritu es inquebrantable, verlo activo, con esa energía vital, nos motivaba a todos. Él no solo ejercitaba el cuerpo, ejercitaba la voluntad, nos enseñó a no rendirnos, a sudar la camiseta en la cancha y en la vida, y a entender que el verdadero triunfo no es llegar primero, sino no dejar de correr jamás. Pero Don Leo no solo fue un tesoro para su familia y para nosotros, sus «hijos postizos»; fue un regalo para nuestra querida tierra de Abancay, como ciudadano ilustre, amaba sus calles, su clima y su gente, llevaba el orgullo abanquino en el pecho y representaba los mejores valores de nuestra ciudad: la hospitalidad, la fuerza y la alegría de vivir. Rosa, Edwin, Hector y Leonel, amigos míos, hoy despiden a su padre, pero quiero que sepan que su legado corre por sus venas y vive en la memoria de todos nosotros.
Papá Leonidas hizo un trabajo extraordinario; formó una familia hermosa y nos ayudó a nosotros a ser las personas que somos hoy. Don Leonidas, gracias, gracias por abrirnos las puertas de tu hogar, gracias por los consejos, por las risas y también por los regaños necesarios, gracias por ser ese roble bajo cuya sombra crecimos seguros.
Hoy Abancay despide a un gran hombre, pero el cielo gana a un deportista de élite y a un maestro eterno. Descansa en paz, querido Papá Leonidas Mantilla Gutierrez. Tu carrera aquí ha terminado, y has ganado la medalla más importante: la del amor eterno de todos los que te conocimos. !Hasta siempre, Campeón! y ve al encuentro de tu amada esposa. Dios los tenga en su gloria… ✨️🙏🏻✨️

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1 com.

Gorki Román 02/12/2025 - 2:18 pm
Extraordinario homenaje, que describe al Señor Leonidas Mantilla con precisión quirúrgica. Un ejemplo de persona digno de imitar. Abancay pierde con su partida y llora su ausencia.
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