AUQUIBAMBA

Cuna de presidentes: Historia de una Hacienda del Perú, siglos XVI al XXI

AUQUIBAMBA

Estaba corriendo el año 1,430 en Europa, y en paralelo sin tomar cuenta ese número cristiano, el Inca Huiracocha, se hallaba Gobernando el Cusco y un grupo, de Chancas comandados por Ancco Ayllu, el guerrero puma, pensó que podría conquistar el Cusco, cruzo la frontera, el (Rio Aucapanamayu, en el Virreinato conocido como rio Abancay, y luego en la independencia conocido como Rio Pachachaca), toda vez que era gobernado por un anciano, y se produjo la invasión de los Chancas.

El jefe Chanca era acompañado por un estratega militar Tumay Huaraca, y estando a 70 kilómetros del Cusco, enviaron emisarios, al Inca, y este acepto, las condiciones de una entrevista con el jefe de los Chancas, pero tuvo la astucia de escapar de Cusco para esconderse en Calca, junto a su heredero Inca Urco.

Ancco Ayllu, era un hombre fuerte de 25 años de edad, un padrillo, fornido de nacimiento, fuerte por su anatomía, totalmente hecho para ser líder, inteligente, sagaz, astuto, ambicioso, tenía 20 concubinas, con las que viajaba al Cusco a probar suerte, a probar que sus piernas largas, le permitirían ganar la guerra.

Chanca significa piernas, los chancas eran chanca sapa, es decir piernas largas, una condición anatómica, que permite correr más a prisa, caminar con menos fatiga, hay más palanca para mover el cuerpo.

De sus 20 concubinas la preferida era, Cocha Saywa, en español Laguna en la cumbre, era bellísima, tenía 18 años, y ya tenía tres hijos con el cacique, todos varones, ella era de un valle llamado Chicha, su tío era Tumay Huaraca, un general, muy bueno, culto, criado a la antigua tradición de los Wari, que vivía en el último refugio allá por Humamarca, en español la “Ciudad Capital”. Allí había escuelas de Geometría, albañilería, hidráulica, estrategia militar, escuelas de ingeniería de puentes, era un yachayhuasi de primera, cientos de años después, a esa zona la conocieron como distrito de Tumay Huaraca.

Pasando al detalle, esa noche, la bella doncella soñó que su esposo era vencido por los Incas, y que ella y sus hijos eran llevados muy lejos. Ancco Ayllu a sus 25 años, no creía en sueños ni supersticiones, y no hizo caso a su bella mujer, que esa noche poseyó, dejándola embarazada de su 4to hijo, en la mañana, la batalla estuvo a merced de los espectadores, perdió la guerra y su mujer, así como todas sus 20 concubinas fueron desterradas a tierras de Lamas, en lo que hoy es el departamento de San Martin.

Los desterraron a esas tierras que hoy se llaman Tarapoto.

Sus cuatro hijos varones, crecieron en ese ambiente de selva, y dicen que cuando hay truenos que son los cuatro Hijos de Ancco Ayllu, allá por la selva de Lamas.

Hoy confundidos y mezclados con parte de otras etnias, ya no son tan chanca Sapas, pero siguen siendo muy inteligentes.

Se hallaban estos ya en Limatambo, cuando enviaron sus emisarios a Cuzco para exigir la rendición a Huiracocha Inca. Éste, ya anciano y temeroso del poderío de los invasores, respondió que estaba de acuerdo con someterse y que deseaba entrevistarse con el jefe chanca. Acto seguido, Huiracocha y su hijo Inca Urco huyeron del Cuzco. El hijo menor de Huiracocha el Auquipríncipe Cusi Yupanqui, recibió el apoyo de los generales Vilcaquiro y Apumayta para organizar la defensa de Cuzco.

El Auqui principe Cusi Yupanqui pidió a su padre que regresara a encabezar la defensa de Cuzco, pero al recibir su negativa, hizo un llamado a generales de Canas. Los Canas fueron los únicos que se aliaron a los Incas, mientras que, por otro lado, los Ayamarcas fueron los que apoyaron a los Chancas; las demás etnias esperaron a ver el bando sobre el que se inclinaría la victoria para unirse a él.

La primera batalla fue en Cuzco, donde los soldados del ejército Inca vencieron favorecidos por las etnias espectadoras, que se les unieron en cuanto empezaron a ganar. Luego, en Ichubamba, la victoria Inca se acentuó, dando origen a la leyenda de los soldados de piedra.

Una vez derrotados los Chancas, los Incas alistaron las celebraciones en Cusco a las cuales Huiracocha fue invitado del ganador el Auqui príncipe Cusi Yupanqui que adoptó el nombre de Pachacútec; (el que devuelve la tierra) sin embargo, Huiracocha se negó a recoger el fruto de la victoria, pues consideraba que ello debía hacerlo Urco. El Sucesor. En una intriga de palacio murió Urco, y su cuerpo fue ofrendado al Rio Vilcanota. Huiracocha murió en su refugio de Calca.

Auqui Cusi Yupanqui, tenía solo 15 años, apenas si había pasado las pruebas de valor para ser un hombre, la ceremonia del Warachicuy, que consistía en dejar de ser niño, para ser un hombre prueba que se pasa a los 14 años, pero ya se sentía un ganador, ya había probado la sangre, y la victoria, ya era un Inca en potencia, y esa noche, antes de su coronación, apareció su hermano, Inca Urco, cuya madre era de la laguna de Urcos, mujer muy bella, y madre de este muchacho, criado para ser rey, pero que no tenía fortaleza psicológica, fue mal criado, fue engreído por su padre y por su madre, que al ser la preferida del Inca Rey, estaba influenciado para dejarle en el cargo imperial, en cambio Cusi Yupanqui, menor en edad, era un muchacho extrovertido, fuera de ser alegre era un matemático nato, todo el día estaba calculando, cuanta lluvia, cuánta gente, cuanta comida, de allí que su nombre era Yupanqui, “contador” su cerebro estaba dotado para la analítica, el mismo que lo ejercitaba, con estrategias guerreras, cuando era niño, siempre pensaba en la estrategia y en la táctica. Su madre era muy agraciada, pero no era la favorita, pero tenía mucha personalidad, así que durante muchos años ayudo en la instrucción de Cusi, que podría llegar a ser el Tucuy Ricucc, es decir el Auditor General del imperio Inca, cargo muy digno y de alta estima, simultáneamente a ser el Auditor, ejercería el cargo de Director General de Inteligencia y contrainteligencia. Cargo estratégico para el normal desempeño del gobierno central Inca, y que facilitare las expansiones. Los Incas al igual que los Romanos, loas Americanos del Norte y entendieron que el imperio es fuerte porque cada día crece más, porque se expande, porque sus fronteras, cada día abarcan más territorios. El día que esa expansión termina, el imperio fracasa, como lo sabemos hoy que el Perú cada día es más chico, y cada vez ajeno, eso se conoce con el nombre de decadencia. Bueno, los Chancas también sabían eso, los antepasados de los Chancas, ya habían estado en Cusco y su sede principal fue la laguna de Huacarpay, les gustaba vivir frente al lago, esa laguna de alimenta de dos ríos el Rio Lucre y el rio Huatanay. Los waris habían estado 50 años antes en todo el Cusco, y porque no poder volver a estar. No era una tarea antinatural, era una expedición totalmente factible, los Huari gobernaron todo el centro del Perú por 500 años, desde el 700 hasta el 1,200 siglo de la gran sequía, siglo cuando se secó el lago Titicaca, la sequía más grande 100 años sin lluvia en todo el territorio central y sur, un efecto del fenómeno del Niño, es decir, no había lluvias. Durante 100 años, esos ciclos de sequía se han repetido múltiples veces, por eso en Puno, la gente sabe convivir, con los camellones, nombre vulgar al sistema de drenaje de las aguas, una especie de Venecia, para la agricultura, que permite mejorar el clima, atemperar, y producir en plena lluvia, así como poder aguardar en la época que no llueve. Los Chancas- Waris, tenían un asentamiento bien ubicado en las alturas de Andahuaylas, donde contaban con manantiales que no se secaban. Y tenían protección contra posibles ataques, eran fortificaciones en las alturas. Sus zonas de cultivo eran en los alrededores, y en zonas regadas por el rio.

La frontera de Cusco Llegaba ese año hasta el rio Pachachaca, por tal motivo, el Inca al Pachacutec al perseguir a los Chancas hasta Andahuaylas, paso por la frontera y el primer lugar que encontró fue bautizado por este como Aukibamba, considerando su antigua denominación de Auki, Menor y Bamba, Planicie, La planicie Menor, el Auquibamba. Desde ese año, ese lugar hasta nuestros días lleva el nombre de Auquibamba.

 Un siglo después llegaron los españoles a Perú, y junto con ellos venia un sequito de evangelizadores, donde se encontraban sacerdotes dominicos, que acompañaron a Gonzalo Pizarro a su viaje al Cusco, las tierras a las dos bandas del Pachachaca fueron Abancay y Auquibamba, Así fue que todo el valle, del Pachachaca fue reservado para establecer la logística de Alcohol de caña y sembrío de vid, para uso eclesiástico1, en 15802 estas tierras fueron asignadas a los Jesuitas, para proveer de Vino, y cañazo toda de Región. Todo el Valle del Pachachaca fue explotado por los Jesuitas3 durante casi 190 años, creándose los Ingenios de San Gabriel, Pati Bamba, Hacienda Pachachaca, Aukibamba, Illanlla, de Amancay, Ayllus en, Pachachaca, Matara y Challhuani. Se introducen cultivos como la vid, la caña de azúcar, el café, té, y naranjo, hasta que llego la reforma Borbónica y con ello la expulsión de los Jesuitas de América y España. Antes de la Llegada de los Jesuitas, exactamente el año 1,586, se puso en inauguración el Puente Pachachaca, sobre el rio Abancay, antes llamado AUCAPANAMAYU entre los siglos XVII y XVIII fue una hacienda Jesuita. Bajo la dirección de Pedro Clavel y Alonso Sandoval.

Los Jesuitas llegaron al Callao, así como a Paraguay para cambiar el eje de la conquista de recolectores a transformadores. Es una lástima lo que hicieron los Borbones, al expulsar a los Jesuitas, es un error de la geopolítica, dividir la américa en reinos menores, que fueran los Borbones los herederos del trono español, porque ellos fueron los malos administradores, de tremendo imperio español, que no tenía fin que abarcaba tres continentes.

Juan José Larrea, era el tercer Larrea, dueño de la Hacienda Auquibamba, negocio que le fuera heredado luego que su abuelo se lo adjudicara con Orden del Virrey, Amat y Juniet. El último de los Larrea, en 1,824, fue nombrado coronel de las tropas del que fue General Agustín Gamarra Messia, presidente del Perú en dos ocasiones. Luego de la Emancipación del Perú; los Larrea Vendieron el Fundo Auquibamba a la familia Ocampo; quienes la tuvieron hasta

1,879, época de la guerra con Chile. Las Haciendas de Abancay,

fueron adquiridas por familias argentinas, que las explotaron durante el siglo XIX, familias que procedían de ingenios de Tucumán, el bajo precio del azúcar durante el siglo XIX, hizo que estas haciendas antes prosperas, cayeran en el abandono, siendo la primera en caer la hacienda Pachachaca. La Hacienda Illanlla de los Letona, se mantuvo en auge, hasta mediados del siglo XIX.

Luego de la expulsión de los Jesuitas, toma interés en Auquibamba la familia Pardo, en nombre de Manuel Pardo Rivadeneira y González Bañon, Nacido en España en 1,759-murio en Madrid 1,839. Regente de la Real Audiencia de Cusco, fue magistrado, oidor de la gran audiencia de Lima, quien estudio en la Universidad de Santiago de Compostela, y padre de Felipe Pardo y Aliaga, Abuelo de Manuel Pardo y la Valle; Presidente del Perú, esta breve incursión del oidor de Cusco en tierras de Guamanga fue muy breve, toda vez que se vio obligado a vender esas propiedades a Nicomedes Larrea, luego de las rebeliones que hubiera en Cusco en 1,814, donde casi pierde la vida, que lo tiene por dos generaciones, hasta después de la independencia.

A través de distintas sucesiones llega a poder de Don José Antonio Ocampo Ballón, Casado con doña Sara Isabel Rivas Pinto, quien en la guerra con Chile la Guerra del Pacifico, toma la decisión de venderla para equipar un batallón Apurímac de 800 efectivos e ir a defender la patria. En la hacienda Auquibamba había una hermosa capilla construida por los Jesuitas, y allí estaba como encargado un muchacho Leónidas Sayas Quispe, recogido y criado por el párroco de Lucuchanga don Nicolás Espinoza Saavedra, el cura había cuidado, criado e instruido a este niño hoy un joven de 21 años, que sabía leer y escribir muy bien, además que tenía un acento, españolizado cuando leía la biblia, imitando al señor cura, este Leónidas, fue que una noche, una noche de enero de 1,979, fue a visitar al patrón don José Ocampo, que había sido militar en retiro, con el grado de Coronel.

Léase que el anterior hacendado de Auquibamba también era Civil y también llego a coronel, bueno, el muchacho este fue y le dijo a Don José, su ilustrísima, quiero decirle, que solo trabajare hasta mañana, porque hay una guerra con los hermanos de Chile, y quiero alistarme en la Marina, quiero ser el capellán de un barco, pienso que mis hermanos soldados, morirán en combate y quiero estar a su lado para darles la extremaunción,

Oye carajo de mierda hablas, anda a trabajar, limpia el templo, tu padrino el cura, me dijo que tu serias bueno con la capilla, ahora bienes con cojudesas, que guerra ni qué guerra, a trabajar mierda.

Patroncito, papá coronel, jefe ñiñucha señor, déjame libre para ir a la guerra, y hazme un favor préstame 300 libras para comprar mi fusil, porque el ejército, no tiene plata, y cada soldado debe llevar su arma y sus balas.

Carajo de donde sabes esa mierda, quien te ha contado eso, aquí no llegara ningún chileno, especialmente esos hijos de Almagro, le tienen miedo a Abancay porque aquí a los almagristas ya les sacamos su michí. No una sino dos veces.

Papá lindo niño, José, aunque te molestes me iré a la guerra, a defender la patria y la vida de los soldados. – No puede ser, ¿un falso cura quiere ir a la guerra? ¿Un falso cura quiere ser falso capellán?, no doctor, no quiero ser falso, solo quiero ir a la guerra, si tú mismo fueras a la guerra, yo iría contigo papay como tu capellán. Y tú crees que yo no iría a la guerra; yo pienso que, si tú quisieras, tú mismo irías a la guerra; ¿Cuéntame las, porque cada soldado debe tener su fusil, y su uniforme? Dice que no hay plata pa’ el señor gobierno no tiene plata, y todos los señores que están viajando para hacer la guerra, cada uno lleva su gente, sus fusiles, sus uniformes y su comida.

Oye Sayas, ¿dime, tienes idea de cuánta gente podríamos llevar de aquí, a la guerra? Si papi, con mi padrino hicimos el censo de todas las familias, aquí en toda la hacienda hay 2,700 familias, pero considerando hombres sanos, gente joven siquiera mil, papi, los otros son viejos o son borrachos.

Déjame ver cuántos fúsiles hay en la bodega, esos fusiles son de Agustín Gamarra, se los dejo a Larrea, cuando era su coronel, esos fusiles tendrán 30 años todavía están buenos, vamos acompáñame, ambos hombres caminaban rumbo a la bodega ya con gracia militar, en un segundo paso la idea romántica de ser héroe de la patria, de ser el comandante de un ejército de 1,000 hombres, camino a la frontera sur, cuando llegaron al depósitos, su sorpresa fue grande había 200 fusiles, casi todos destartalados por el tiempo.

Esa misma noche José Antonio, comunico a la familia, especialmente a Sarita Rivas su amada esposa, a sus hijas e hijos, que tendría que ir a la guerra, la escena, no era diferente a los vistos en las películas americanas, de “Lo que el viento se llevó”, cuando el patricio, el jefe de familia, anuncia que ira a la guerra, e ira con toda su gente de la hacienda, porque allí hay mil peones que pueden luchar por la patria que nos dejó San Martin, y agrego, debo ir al sur, allí esperaremos al enemigo. Sarita dijo muy respetuosa, y como haremos, de donde sacaremos la plata; no se dijo él, la providencia, nos lo proporcionara. Hablare con mis primos de Carhuacahua, con los primos Samanez de Pasaje, con quien tenga que hablar. Y Mira, estamos tan lejos de Huamanga. Que no sabemos nada del Prefecto.

Esa Noche Sara se la paso llorando, y si su marido muere en la guerra, que será de sus hijas todas casaderas, y sin dote, como las casaría. Que pasara con sus hijos, que heredaran, ser una viuda

joven, que desgracia más grande, y su marido, cuando dice una cosa, no hay como retroceder. No podía llorar a moco tendido, no podía gritar la rabia contenida, quienes eran los Chilenos, de donde salieron, si todo ya estaba mal, en Abancay y Huamanga, ya habían partido el departamento en cuatro pedazos, decían que era Apurímac, ellos siempre fueron Ayacuchanos, y ahora en Abancay había laberintos, el prefecto era un don nadie, no había Obispo, no había curas, el Presidente Pardo había sido asesinado en Lima, había un chato, un tal Nicolás de Piérola, que decía ser el presidente interino mientras llegaba el ex presidente Prado, que no se sabía dónde estaba, porque pensaba, porque nos tocó a nosotros este tremendo sacrificio, y estoy segura que uno de mis hijos ira detrás de su padre, y no solo seré viuda, perderé a mis hijos, porque, porque se lamentaba, Sarita Rivas Pinto, en esa enorme cama, vacía, donde gracias al cielo no estaba durmiendo esa noche José Manuel, quien se movía de un lado a otro, se levantó y se fue a fumar al corredor de la hacienda.

A las cuatro de la mañana, entro al cuarto principal don José Antonio Ocampo Ballón, y grito, querida Sarita, hay en Abancay dos italianos, que tienen dinero, mucho dinero, están en pos de comprar la hacienda Illanlla de los Letona, y el viejo no quiere vender, que te parece si los tentamos con la venta de esta hacienda. Pero mi señor, para que queremos vender la hacienda, – Pues para ir a la guerra, una vez ganada, me devolverán el dinero, y recompramos la hacienda, todo vuelve a la normalidad.

Sarita, dijo, eso jamás, no daré mi firma para vender la hacienda, mis hijas quedaran sin dote, a no ser que, en el trato, incluya que una de las chicas, pase a ser esposa de uno de los italianos ¡Creo que sí, mira José, hoy mismo que te traigan los caballos y visita Abancay y realiza el trato, si la compra es con matrimonio, todo va! Que se realice la venta, y yo te esperare aquí, cuidando a las otras chicas, hasta tu regreso. No se diga más.

Desde el corredor, que daba al patio principal, José Antonio, llamo al Mitani, y le pidió que el caballero le tenga dos caballos ensillados en media hora, que venga por su despacho el capataz General, el mayordomo, don Leoncio Navarro Llocclla. Que también venga el falquero don Nemesio Gutiérrez Caypi, así como su asistente don Esteban Ríos Toccto.

Wiracochacuna, cunanmanta guerraman rirusun, hucninchis queparamunjaccu, tucunchis rirusun, ratuchalla, wacacunata juñuichis, papata tarpususn, Triguta apasusn, sarata cutasun, cuchicunata apasun, carnerocunatapas apallasus. Llapanchis risun tacanacunapacc.”

Traducción al español:“Señores, desde hoy iremos a la guerra, juntemos el ganado vacuno, todos iremos, por un momento, llevaremos vacas, caballos, carneros vivos, también llevaremos papa, maíz molido, trigo, todo lo necesario para ir a la pelea.”

Agrego, ¿alguien no quiere ir a la guerra? Aquí tengo una falda para ponérsela. Todos contestaron al unísono, Rirusun taytay. Vamos todos.

Los caballos ya estaban en la puerta de la oficina, salió, llamo al sacristán, y falso cura de la hacienda, Sayas, y fueron directo a Abancay a revienta caballo, antes de bajar al puente vieron que el rio estaba cargadito, por ser el mes de enero, pero no había visos de lluvia alguna, luego de una hora ya estaban cruzando el Rio, después de avanzar los 8 kilómetros que lo separaba de la hacienda, vieron el Pachachaca, era un puente destartalado, pero transitable, los miles de mulas que pasaros por el único puente de la zona, habían movido toda la carpeta de tránsito, y hasta se veía las grandes piedras debajo de ese desbaratado pavimento.

Ya cruzando el puente había tres leguas hasta Abancay unas dos horas más de camino, a paso seguro. Llegando nomas, pasaron por la única calle que era Abancay Maukacalle, y llegaron hasta Miscabamba, hoy Avenida Núñez; allí estaban alojados los dos italianos, jóvenes, ambos Martinelli y Petriconi.

Las conversaciones son directas, los tratos son abiertos, José Antonio les muestra las bondades de la Hacienda, ambos extranjeros, piden un cuarto intermedio y van en consulta donde Nilo Ismodes, notario de la ciudad, y leído e leyes peruanas, y registrales, ambos señores demoran más de una hora mientras José Antonio se entrevista con el Prefecto, que está hecho una pasa, no sabe qué hacer, en Lima, el gobierno dice una cosa y al poco tiempo se dice otra cosa, no sabe si es el quien representa al gobierno, o es el gobierno que acaban de derrocar; el prefecto, de Abancay es un hombre de Origen Cusqueño, que años más tarde ayudaría a Samanes a conquistar y descubrir las ruinas de Choquequirau, pero en ese momento de gran convulsión política, nadie sabe quién es el gobierno. El Congreso está en contra de Piérola, el congreso quiere armas nuevas, ningún país le ofrece crédito al Perú, todo es con sonante y contante.

Los Bachiches, salen de la reunión de la escribanía, notaria, Ismodes y hablan, dicen que pagaran al contado, pero no están dispuestos a casarse toda vez que Petriconi, es casado en Italia, y Martinelli, no desea casarse con una niña de 12 años, que es la mayor de los hijos de José Antonio, y no se le ocurre mejor idea a José, que comprometer a su sobrina, con Martinelli, y le compromete con Justina Ocampo Almanza.

El trato se cerró en el equivalente de 6 millones de dólares de 2020. Una ganga, toda vez que la extensión de la propiedad era de 10,000 hectáreas. El pago, el pago se pactó con la entrega de 600 fusiles4 El dinero de los fusiles seria descontado, se le entregarían 10,000 libras esterlinas de adelanto, y en seña que el fundo sería vendido. Pasaron por notaria, el Escribano indico, que, por tratarse de un tema largo y complejo, la escritura estaría en tres días, trabajando parejo, y sin falta en 5 días.

Así fue, así se pactó. Así se registró.

Tomaron sus caballos y Sayas, le dijo a su patrón, Papá, cuando vamos a la guerra, el patrón dijo, apenas salga el maíz, sin alimentos no podemos viajar, todas las chacras deben ser sembradas con maíz, voltearemos varias canchas de caña, para poner maíz; -está bien papá. Ahora vamos por los caballos, y estamos medios picados, hay mucho que hacer en la hacienda; ¿tienes tu revolver Sayas?, si patrón, ¿por qué? Porque estamos llevando mucha plata, y no va a haber por allí un cimarrón que nos de la sorpresa.

Sobre mi cadáver papá; sobre mi cadáver. Ese día se firmó un pacto tácito, entre el waccha Cura, aprendiz de sacristán, y ayudante de campo en la guerra con Chile, nunca se separaría de su lado, hasta que cuatro años más tarde acabo la guerra.

Un año de preparativos; al desencadenarse la guerra con Chile, en marzo de 1880, en la ciudad de Abancay, se formó el batallón «Legión Peruana N°1», al que se sumará el «Batallón Apurímac» con 800 efectivos, equipados por el joven hacendado Antonio de Ocampo, con la venta de su hacienda de Auquibamba, marchando el regimiento hacia Tacna y Arica. Sin embargo, cuando ya se encontraban en Moquegua se enteran de la defensa del morro de Arica y el posterior desastre del Alto de la Alianza. En estas circunstancias, la Legión Peruana N° 1 vuelve a Arequipa y semanas después hacia Ayacucho a unirse a los regimientos de la Legión Peruana N° 2 y los Húsares de Junín. La Legión Apurímac comandados por Antonio de Ocampo licenció a sus soldados incorporándose a las fuerzas de Cáceres. Al terminar la guerra retornó con el grado de coronel.

Durante esos largos cuatro años, cada soldado tenía mujer, e hijos, la marcha era lenta, era la usanza de la época, las señoras, cocinaban, lavaban la ropa, cuidaban a los enfermos, daban a luz, cuidaban de sus hijos menores, cuidaban y pastaban los animales ordeñaban las vacas, todos los animales estaban vivos, que llevaban a la guerra, sus animales de carga, también había otro contingente de gente de apoyo.

Leónidas Sayas, se convirtió en un estratega, militar, primero fue cabo, luego sargento, por acción distinguida y por salvar a la tropa de una emboscada fue ascendido a sub teniente de infantería, sabía leer y escribir, tenía mando de tropa, era peruano, es decir era un verdadero cholo, sabia quechua, sabia español, hablaba con acento castizo, era un sacha cura, un sacha militar, un entusiasta de la guerra, un defensor de la patria, gracias a su capacidad de leer.

Camino a Tacna se enteran de la dolorosa derrota del Perú en la batalla del Alto de la Alianza y se queda en Arequipa para luego unirse a las topas de Avelino Cáceres y defender Ayacucho. Como reconocimiento a su causa se le impuso el grado de coronel y una plaza de Abancay lleva su nombre.

La hacienda fue adquirida en 1,879, por la sociedad entre Gregorio Martinelli casado con Justina Ocampo Almanza y la familia Petriconi. Luego por herencia pasa a manos de Alejandrina Martinelli Ocampo y a su esposo David Samanez Ocampo.

En 1930 pasa a poder de la familia Herrera.

La familia Herrera; adquirió la hacienda en tiempos que la Familia Martinelli partía rumbo a Lima, los años 30 eran de crisis mundial, y no podían continuar con la hacienda, toda vez que había perdido rentabilidad, Los Martinelli habían estado en Auquibamba por 50 años, y era tiempo de renovación, Los Herrera eran una familia, prospera, nuevos ricos, que habían sido beneficiarios de las políticas económicas de Leguía, así que el cambio fue ejecutado. El Mismísimo don Ricardo Herrera dirigía la hacienda, que estaba totalmente organizada, tal como lo habían planeado los Jesuitas, era una maquinaria de relojería, que tenía administración por centros de responsabilidad. Existía, el Caballero, encargado de todos los caballos, el Mulero, se encargaba de todas las mulas, el Cabrero, encargado de las cabras, el vaquero encargado de las vacas, el hortelano encargado de la huerta, el tomero, encargado de traer el agua para riego, el falquero (encargado de la falca), el molinero, encargado del molino, y así sucesivamente.

La familia Herrera trabajo durante 10 años de manera efectiva, hasta que en 1,940 falleció el dueño, así que la familia acongojada viajo a Lima, la Capital, dejando el fundo en manos de un Primo, don Rufino Herrera, quien, a falta de capital, si apenas obtenía alguna ganancia, para ser enviada a Lima, lugar de residencia, de la Viuda, y sus cinco hijos, que incluían a un varón y cuatro mujeres.

Toda la época de la segunda guerra mundial, fue una época de penurias, no había movimiento económico en Lima, y lo poco por producir y no había artículos importados, con lo cual, la vida era penosa, para toda la sociedad, aun así, la gran hacienda no daba para excesos, pero si para comer bien y no falte nada en la casa de Lima, estas penurias continuaron durante el gobierno de Bustamante y Rivero, pero cuando llego Odría, una sequía, una plaga de langostas, se volcó sobre todo el valle, millones de langostas devoraban, toda las plantas y así como venían se iban, dejando la zona devastada, sin alimentos, sin plantas, sin posibilidades de producir, esos años, fueron muy duros para toda la sociedad, cuando una perra, paria, los dueños, ahogaban a los recién nacidos, porque no había nada que comer.

Luego en 1951 la tía Agripina que se dedicaba al comercio con transporte cubriendo la ruta Lima-Cusco le echa ojo y después de varias tentativas la alquila para luego en 1958 comprar una parte de la en lo que se denominan la Hacienda Santo Tomás.

SANTO TOMAS (1,958)

Es muy hermosa la historia de Santo Tomás y la forma como llego a las manos de mi familia.

Era un terreno pequeño a las orillas del gran Rio Pachachaca y estaba justo al lado de ese gran puente colonial cuatricentenario que daba prestancia a todo el valle.

Mi padre accedió a este terreno casi por accidente.

En realidad, él quería comprar la Hacienda grande, Auquibamba, la cual luego de muchos esfuerzos había logrado alquilar y luego sacarla del marasmo y el abandono en que estaba sumida por falta de trabajo.

Mi viejo hizo hasta lo imposible por recuperar esas tierras y hacerlas productivas. Era el trabajo de un Titán lleno de sueños. Pero al ir remontando cada dificultad y superando cada trance se fue enamorando de esa tierra como se enamora un adolescente en su primer amor.

Y toda la familia se fue enamorando junto con él de Auquibamba, porque cada lampeada que se hacía en esa tierra ella la recompensaba con hermosos frutos multiplicados por diez.

Cuando llegó la hora de comprar Auquibamba uno de los dueños puso como condición para la venta, la compre de su parte y esta era la pequeña hacienda de Santo Tomas. El padre procedió a cumplir con la mencionada condición pues no quería que nada se interpusiera entre su familia y Auquibamba. Pero las intenciones que pone el hombre las descompone el diablo y no se concretó la compra de Auquibamba. Pero Santo Tomas si se quedó en manos de la familia y no nos quedó otro recurso que trasladar nuestro amor de la tierra grande por la pequeña, sin saber en ese entonces que ese amor iría creciendo con el paso del tiempo. Pero otra vez la mano del demonio, esta vez disfrazado del nombre de la Reforma Agraria se presentó en nuestra puerta y sin mediar ninguna consideración ni medir el gran esfuerzo que había puesto nuestro padre en su adquisición, simplemente tomó la tierra y nos arrojó a la calle

Para entonces nuestro padre con ese corazón agradecido había volcado sus esfuerzos no solo en hacer trabajar la tierra, sino también en trabajar por el pueblo de Abancay. Y trabajó arduamente por ese hermoso pueblo en todos los cargos que se podía imaginar, desde ser su alcalde en 1,962; hasta presidente de la Beneficencia Pública, pasando por todos los cargos en los que se podía hacer algo de bien por el pueblo. Presidente de la JOP (hoy Región Apurímac)

Aun así, fue ignominiosamente despojado a pesar de que la ley lo protegía en varios de sus muchos artículos mal aplicados. Ese pequeño trozo de suelo, que solo podía dar frutos poniendo mucho amor en ello, en poco tiempo fue destinado a una Empresa Particular, y para que sea más claro a una Universidad particular UTEA, con el supuesto de que favorecería a la educación de los jóvenes de la ciudad. Han pasado más de 40 años y la mencionada empresa no ha mostrado ningún beneficio ni para el pueblo ni para los estudiantes.

Será hora entonces de que vuelva a las manos de quienes no han dejado de querer ese pedazo de tierra y puedan demostrar que si se puede. Que, si es posible hacer muchas cosas para dar trabajo a la gente, educar a los estudiantes y en una palabra beneficiar a la población, que es lo que se espera de todas las instituciones de todo tipo que están cerca del pueblo. Los hijos pródigos, que nacimos en ese suelo estaremos esperando.

Las Historias con Don Rufino Herrera se establecen en 1,951, cuando la mamá Celia Agripina Espinoza Hernández de Vásquez, puso como condición para alquilar la hacienda, seguir como administrador de la Hacienda, así que se aceptó el acuerdo, y se viajó a la ciudad de Lima, allí estaba Jesusa Herrera, quien tenía el poder de representación del Negocio, por parte de toda la familia Herrera, los procesos, de negociación fueron difíciles, pero la providencia, permitió que se ejecutara el arriendo, para lo cual cobraban 60,000 dólares anuales por adelantado, los dueños de la Hacienda, pensaban que era una buena suma, pero el país estaba en recesión, acababa de pasar la plaga de langostas, La Mamá Pina, fue al Banco Gibson, hablo con el Administrador, quien le otorgó un crédito por

100,000 dólares, 60,000 para pagar el alquiler y 40,000 dólares para el capital de trabajo, Don Alfredo Vásquez, aporto sus tres camiones, con lo cual completo otros 50,000 dólares, con ese capital, propio más el capital aportado por el Banco Gibson se empezó la aventura de Auquibamba, lugar donde Nacieron Hugo y Alfredo.

El Banco Gibson puso como única condición que el dinero del arriendo sea depositado en las cuentas del mismo Banco Gibson en Lima. Así se hizo, el contrato fue elevado a escritura pública en la Notaria Olaechea, del centro de Lima, y el plazo era de 6 años, los mismos que fueron muy productivos, Don Alfredo Alquilo la casa de Altamirano, un caballero de Huancarama, ubicado en la calle Arequipa, de Abancay, a media cuadra de la Avenida Núñez, a tiro de piedra del emblemático Pisonay de Abancay.

En 1,951, toda la familia se muda desde su casa en Ccoñecc Puquio a la nueva casa, la hacienda Auquibamba, en la caravana viajaban, Don Guillermo Vásquez Gutiérrez desde Soras, el Compadre Pinto, gran Mecánico del Molino, Don Leoncio Espinoza Cancho, Doña Honorata Hernández Osorio, Don Luis Calle Espinoza, Don Lucio, Don Euclides, ayudantes de campo, don Roberto, un niño de 16 años, Don Juan un niño de 8 años, la niña Violeta de 5 años don Cesar de

4 años, allí en la hacienda esperaban doña Susana, que era bruja buena y cocinera; que curaba enfermedades, don Rufino, con su Familia, Doña Jesusa, que entregaría, el inventario de la hacienda, la misma que tenía dos tractores en desuso, una Falca para destilar Caña, una empacadora de Algodón, una fábrica completa para fabricar Chancaca, sembríos de caña, 48 ha en mal estado, 40 mulas de carga, 300 vacas flacas, 30 caballos en mal estado, herramientas, y un capital humano compuesto por 2,000 familias conocidas como herbajeros, que alquilaban la parte alta de la hacienda para cultivos propios. Y trabajaban en una suerte de pago en especies.

Doña Jesusa era una mujer de buena presencia, de esas que hoy llamaríamos pituca, muy minuciosa, un poco coqueta, era soltera, que era buena comerciante y gran negociadora, antes de viajar dejo cuatro dormitorios que se quedarían cerrados, allí había las siguientes cosas, los uniformes de la guerra con Chile, espadas de Ocampo, fusiles de la guerra, la biblioteca privada de los Jesuitas, la biblioteca de los Martinelli y la biblioteca y libros de cuentas del señor Herrera. Mas ropa de cama, cubiertos de plata, hábitos de monjes, ajuar completo para decir misa, sombreros de mujer pasados de moda, abrigos de piel, trajes de fiesta de señora, del siglo 19, hermosas pelucas, colecciones de revistas americanas, e italianas. Había más de 6 roperos llenos de trajes de gala de caballeros, todos del señor Herrera.

Todos los 30 días que duro hacer el inventario de la hacienda, cada noche, a las 19,00 horas se servía la cena en el comedor principal, para toda la gente principal de la hacienda, se comía a diario un carnero, y cada 5 días una vaca. Se comían cabrito los sábados, la cena era en traje de gala, los caballeros con terno blanco, y las damas con falda. El ceremonial de la cena era muy exquisito. Se dejó herramientas completas para tener 350 peones bien apertrechados, Don Alfredo compro 100 juegos más de herramientas nuevas, toda vez que las herramientas de la hacienda tenían más de 20 años en uso.

Todas las mañanas, el hortelano traía de la huerta 2 cajas de naranja de 20 kilos cada uno, y Euclides preparaba jugo de dichas naranjas, las dos cajas, para los comensales, también había disponible para el desayuno, abundante leche de vaca, café recién pasado, muchos panes, y bizcochuelos, así como había, cancha, como cancha, papa recién cocida, muchos quesos frescos, choclos, todos puestos al centro de la mesa, para los que quisieran comer. Abundante nata, y mantequilla, preparada en una centrifuga Alfa Laval.

Una vez que Jesusa se fue de viaje Don Alfredo, que era el arrendatario, solicito informe al Administrador, y allí apareció don Rufino, con todos los encargados de los servicios, estas reuniones de trabajo se realizaban todos los lunes a las 06:00 de la mañana, se daba cuenta de los sucesos de la semana y se planificaba actividades de la semana que venía, así había cuenta de pariciones, de enfermedades, de debilidades, así como de oportunidades para la semana, así como previsiones, sobre acontecimientos que pudieran echar por tierra la planificación efectuada.

Don Alfredo escucho, que la siguiente semana seria la actividad, denominada Rodeo, que consistía en ir a las alturas, a la puna, y allí se juntaba todos los animales que pastaban en las tierras de la hacienda y que pagaban un derecho anual de alquiler por la hierba consumida. Así es que en la primera semana fueron a la Puna, allí todo estaba preparado, el alquiler consistía en 10% de lo consumido, si alguien tenía 100 vacas, pagaba con 10 vacas, por el consumo, la tasa de progresión de crecimiento del ganado era de 21%, es decir el propietario tenía además de su ganado 100 vacas del ejemplo 10 vacas para pagar el alquiler y tenía 11 vacas más para la venta o saca anual. Es así que en la primera faena se obtuvo, 300 vacas, más 330 vacas, en condición de saca. Don Alfredo tenía al cabo de

10 días de haber estado en la hacienda 630 vacas disponibles, a un precio de 100 dólares, en 10 días había recuperado, media merced conductiva, más el pago de los otros 330 reses, donde gano solamente, 50 dólares por unidad, todo ese lote de ganado lo entrego a Don Alfredo Conterno una ganadero Iqueño, que venía dos veces al año en su automóvil Mercedes Benz, compraba a dos haciendas, a la de Don Cirilo Trelles y a la Hacienda Auquibamba, y se iba a Ica con más de 1000 reses, que eran arreadas a pie hasta Puquio, allí eran embarcadas en camiones hasta Ica, donde clasificaba y despachaba ya ganado desparasitado y engordado a los mercados de consumo.

La Historia con Alfredo Conterno continuo durante los 8 años de alquiler de la Hacienda Auquibamba. Llegándose a recolectar entre propias y ajenas más de 1,000 reses por año, en toda la hacienda y las haciendas vecinas. La odisea de llevar las 1,000 reses por los caminos de herradura era una tarea titánica, Conterno, no deseaba llevar sus camiones, a los malos caminos de Apurímac, por angostos y peligrosos, por lo que prefería, que los animales fueran hasta Puquio, Ruta que tenía suficiente pasto para tantos animales. Los animales no viajaban por la carretera, había una ruta que salía de Auquibamba y pasaba por toda la puna, es decir el límite provincial de Andahuaylas con Aimaraes, zona alta, con bastante vegetación natural, así como caminos anchos para mover ese ingente capital.

Después de terminar la tarea del ganado, se empezó, a arreglar la acequia que viene de Soccta Cocha, para lo cual se entablo a 1,200 trabajadores durante 15 días, con lo cual se puso operativa la acequia que 5 años estuvo cortada, por derrumbes, y completamente colmatada, había muchos derrumbes, se corrigió algunos trazos, se empedró algunos tramos, que había peligros de derrumbe, una vez que el agua volvió a la hacienda, el color amarillo del campo se volvió otra vez verde, los sembríos de caña empezaron a rebordear, y en las alturas se pusieron 10 ha de papa, 10 ha de trigo, 10 ha de cebada y 10 ha de haba, la actividad, volvió a la hacienda, la gente estaba contenta, porque tenían ingresos frescos, había condiciones de

trabajo.

Se limpió el Molino con el apoyo del Compadre Saavedra y del compadre Pinto, dos expertos en ruedas hidráulicas y en mecanismos mecánicos. Se compró grasa, se limpió los alambiques, y otra vez las mulas empezaron a acarrear la caña del campo, las 49 ha de caña, volvió a producir gracias al agua, se resembro, los campos, se abonaron las chacras, las vacas que languidecían por falta de alimentos, empezaron a parir, las burras tenían mulitas, las mulas recogían leña, para los hornos de las destiladoras de caña, los comerciantes de Abancay empezaron a llevar y traer aguardiente, los comerciantes pusieron una tienda mercantil en la hacienda, se reparó la línea telefónica, los bueyes empezaron a roturar los campos, los tractores, eran muy viejos como para repararlos, la tienda Robert de Arequipa le trajo a mi padre un caballo de acero, camioneta de marca Ford, semi nueva, pero que al cabo de tres meses se accidento, cayendo por una ladera, razón por la cual pidió a la casa Robert que le trajeran una camioneta nueva, y le trajeron una Camioneta GMC, con 5,000 cc de motor, caja con palanca de cambios y capacidad de carga de dos toneladas, para su uso personal. Camioneta que llego en abril de 1,952.

La actividad del primer año en la hacienda fue enorme, había mercado para ganado vacuno, había mercado para las papas, las habas y el pan llevar, así que para el año siguiente se pensó en ampliar las actividades, los chicos estaban creciendo, el administrador Herrera, se puso mosca, léase, quiso pedir el doble de sueldo, por el repentino éxito en las actividades, logrando ser despedido, toda vez que él había sido el administrador durante los 10 años anteriores, llevando a la hacienda, al desastre en el que se encontraba, por falta de criterio o tal vez por alguna otra razón. El viaje de la Hacienda a Abancay, ya no se hacía en caballo, ahora se hacía en camioneta, solo lo separaban 26 km de la capital, pero a caballo eran 5 horas, mientras en coche, una hora 30 minutos, gran ventaja, se pagó el préstamo al banco Gibson, que había dado préstamo para una campaña, ahora el banco Italiano deseaba trabajar con la hacienda, y así fue, se trabajó con el Banco Italiano que tenía agencia en Abancay, la nueva sede de operaciones financieras, ya no era Andahuaylas y el Banco Gibson, ahora era Abancay con el banco Italiano.
Los jueces almorzaban en la hacienda domingo por en medio, el prefecto, estaba matriculado mensualmente en los almuerzos de los domingos en la hacienda, El Alcalde de la ciudad, visitaba constantemente la hacienda, el sistema eléctrico, que funcionaba con una rueda Peltón volvió a funcionar. El sistema telefónico de Abancay con la hacienda fue levantado del suelo, la camioneta llevaba día de por medio 100 litros de leche para las monjas del Orfelinato de Abancay, las cosas, empezaron a marchar, mejor cada día, la caña sembrada el año anterior ya entraba en corte, la huerta se llenó de naranjas, las ovejas se multiplicaron, las cabras tenían mucha comida, vino una tropa de 40 caballos de Soras, para dar realce a la hacienda, se compró una Radio Nord Menden de 8 bandas, para escuchar los noticieros, especialmente el noticiero de 5 minutos de las 8 de la mañana, y en las noches, los hacendados vecinos, venían a escuchar la novela ACE, que se daba a las 18:00 horas, con lo cual había un momento festivo a diario, los compadres, Velarde de la hacienda Carhuacahua, tenían los mejores caballos de la región, así como vaquillas finas de raza Brown Swis, llegaban a las carreras con sus briosos caballos, todos con herrajes bien colocados, que resonaban en los patios empedrados de la hacienda Auquibamba.

Los Chicos de la hacienda, hijos y sobrinos crecían, y se enamoraban de las Chicas Velarde Nilda, Olga y Sunilda, los Chicos de la hacienda vecina Héctor y Amílcar, empezaban a ver a las sobrinas de la casa con ojos de enamorados, la actividad, era propicia para los romances. Una noche, Lucho Calle que ya tenía 18 años, tentó suerte con Olguita que tenía también 18, ambos chicos, se apartaron de la radio, para ir al corredor principal, y tener sus primera charla a la luz de la luna, con palabras, como: Que linda eres, tú también eres lindo, cómo te llamas, Olga y tu Lucho, que lindo, vamos a ver los caballos, vamos, y una vez cerca de los caballos se cogieron de las manos, se dieron besitos, se amaron, volvieron a los besitos, otra vez a las manos, y regresaron en un tris, eran tiempos hermosos, pero hasta para amar tenías que ser veloz.

Dos hermanos con revólveres, un padre que andaba con escopeta, no era para estar dándole muchas vueltas a las peras, así que tenías una oportunidad, una bala, bien apuntada y no había más, el viejo Julio, se dio cuenta del juego y pregunto al muchachito, oye Luchito si puedes ganarme en subir a un caballo, te invitare a mi hacienda a tomar cuajada, el viejo también acomodaba a la mercadería que estaba por salir, así como quería saber cuan diestro para las faenas era el candidato.

Desde ese día Luchito aprendió y enseño a los caballos a montarlos en el aire, como si se escaparan de allí, como si el viento se los llevara, era un estilo de montar súper rápido.

Los días pasaban lentos, pero las noches pasaban muy de prisa, la novela duraba apenas 35 minutos, en ese tiempo había que ingeniárselas, para besar y para amar, todo junto, y esperar la promesa del viejo, de la competencia de montar a caballo lo más rápido posible, el esperaba, allí a que le dieran la orden de proceder, pero nada, no ocurría, hasta que una mañana.

Llego don Julio, con esa risa contagiante que tenía, y que se escuchaba a dos cuadras, jajajajajaja, se reía de todo, tenía el alma festiva, se reía de sí mismo, se reía, de la aventura, se reía de la desventura, se reía simplemente.

Luchito, vas a concursar con Amílcar, quien monta mejor un caballo, y trajo dos caballos de doble altura dos alazanes de paso y briosos. Luchito pese a su talla, se dio maña para estar sobre el caballo de un brinco, pero por un tris Amílcar fue más veloz.

Ahora viene la prueba de tiro al blanco, Luchito, solo tenía jebe para matar pájaros fruteros, no tenía pistola, ni rifle, ni nada parecido, le dieron el Fusil Máuser, del siglo pasado, que le pateo el hombro, y le quito las ganas de ser pistolero, el viejo era mañoso, la lección era, eres un novato, no calificas para mi hija.

Lo peor de todo ese día anuncio don Julio que la casa Triveño les había instalado una radio en su hacienda, y ya no vendrían por la noche a escuchar la radio con la novela ACE, tiempos difíciles para el novel Luchito, que se quedó con los crespos hechos, pensando que ya había ganado el corazón de Olguita, a sus juveniles 18 años, tuvo que contentarse con tener un amor de lejos.
Ninguna misión de la hacienda llegaba a la zona de Carhuacahua. No había chance, no había oportunidad. Y de día las múltiples tareas de la hacienda no permitían darse una escapada de 4 horas que duraba el viaje de ida y vuelta.

En la mesa, los rumores del enamorado llegaban de un lado a otro de la mesa. No había forma de quitarse esa idea loca, de poseer esa dama, tan cercana y tan lejana, tan enamorado estaba, pero no había solución había perdido la competencia, tan amañada, viejo pendejo.

Era 1,956 llego a la hacienda el Hermano Policía, llego desde Sicuani don Darío, en un primer viaje de visita, se sintió muy a gusto, e tremenda mansión, se sintió feliz de ir con una recua de niños al corral, armado de un jebe y 20 piedras escogidas en los bolsillos, así como una linterna de mano, apuntaban a un murciélago, y murciélago muerto, apuntaban a otro y murciélago muerto, era un maestro con la onda, con el jebe de pallcca, y todos los niños querían más.

Cuando se terminaban las 20 piedras de su bolsillo volvían con 20 murciélagos en sus manos, para deleite de los perros y gatos, murciélagos que hematófagos, que se alimentaban de la sangre de los equinos, especialmente de las mulas.

Don Darío se compró 20 vaquillonas preñadas de Don Julio Velarde que aumentaron a 70 en poco tiempo, sin ninguna inversión extra, ni pasto, ni vaquero, ni nada, todo a costo marginal cero, la curva de costo marginal de largo plazo, esa fue una de las mejores inversiones que realizo, así fue que volvió el año 1,958 acompañado de su esposa y sus tres hijos dos varones y una niña, el varón mayor llamado como su abuelo, aráis de esa experiencia económica y ganadera estudio medicina veterinaria, pero de un hecho al otro había habido una catástrofe en el país, se había promulgado la ley de reforma agraria, esos niños de ayer, jóvenes de hoy no pudieron ni de asomo, entrar a la hacienda que se había convertido en una SAIS5, al cabo de 12 años, ya era zona perdida, país perdido.

En los 60, las chicas Herrera, que para la fecha ya eran tías, fueron mal informadas, por un amigo, JC Trelles, el hombre rico del otro lado del rio, que se sintió avasallado, aun cuando él tenía el poder económico y político, pensó, que su vida se opacaría, hizo un trabajo de inteligencia y enveneno a las chicas, quienes prefirieron poner un testaferro como inquilino, pero no dio resultado, una cosa es trabajar con amor, con vocación, con ganas y otra fue trabajar formalmente, cosechar sin sembrar.

Y eso ocurrió, en la década de los 60 la Hacienda Auquibamba, cayo otra vez, el canal, se desmorono, otros, usuarios del agua de las lagunas, ganaron los derechos del agua, y no hubo, más agua, fue un retroceso, y la señora Jesusa, llevo al poder Judicial, el contrato de compra venta, anulando la posibilidad de vender.

Don Alfredo paso a Comprar la hacienda Santo Tomas, que antes fue parte de la hacienda Auquibamba, así mismo compro otro fundo llamado Ahuanuque, 300 metros más alto que Auquibamba, que tenía mejor clima, Auquibamba era caluroso, y Santo Tomas, mucho más, había mucho paludismo, y manta blanca, Trabajamos Santo Tomas y lo pusimos verde, completamente Verde, hasta que en 1,972, se lo vendimos al Crédito, al administrador del Banco de Crédito, un señor Ugarte, así como el banco daba crédito, le dimos un crédito y con la condición que pagaría.

En ese tiempo antes de pagar lo pesco la Reforma Agraria, y el fundo fue a parar por 8 años al Ministerio de Agricultura, para luego ser dado en uso a una Universidad que estaba en formación en el año 1,980.

Apenas llego el Gobierno Democrático de Fernando Belaunde Terry. La Universidad de ser posesionario, mediante una triquiñuela legal, paso a ser propietaria, de una hacienda, que no les costó, pero tampoco dieron buen uso, no invirtieron, no trabajaron no explotaron, se dedicaron al plan H. No hicieron, se comportaron como guardianes, porque lo eran, nuestros guardianes, no cuidaron ni la casa.

En un momento dado, un sobrino de mi madre, Juan Orosco, pensó que era cuestión de suerte, probar suerte, pero tampoco funcionó. No había forma de quitarle arrebatarle la hacienda a la Ley de Reforma Agraria.

Mientras tanto. ¿qué paso en Auquibamba? la propiedad, fue adjudicada a un grupo de trabajadores, se abandonó las actividades industriales, tuvo regresión, lo que era un fundo productivo, corrió la suerte de ser parcelado, se abandonó, la acequia, no tenían cuota de agua, y el sistema de riego por lluvia no es eficiente, hoy son terrenos eriazos, de poco valor comercial, tanto, que el Municipio de Abancay, quiso adquirirlo para ser el echadero, el basurero el relleno sanitario de la ciudad, malogrando, un hermoso lugar, que quedo abandonado, fuera del eje comercial, toda la hacienda fue atomizada, ahora hay miles de propietarios, de pequeñas extensiones. Y la casa hacienda otrora zona agroindustrial de cacao, café, caña de azúcar, vid, chancaca, es una ruina, esperando ser rescatada. Año 2020, es una zona seca.

Fin de una era, inicio de otra era.

Mendoza Argentina, 01 de setiembre de 2020

Nota de Redacción: este es un cuento, no es historia, no es real, si alguien le molesta que se rasque, porque todo es un invento. Si tiene algo que ver con la realidad es pura casualidad.

1 Los Jesuitas llegan al Perú en 1,568, es una orden religiosa de la Iglesia Católica, que fue fundada por San Ignacio de Loyola; luego siendo san Francisco de Borja el Superior General de la Compañía de Jesús, llegan a Perú, de allí que él sea reconocido como fundador de la Provincia jesuítica del Perú, la más antigua de Hispanoamérica. Durante la Colonia, la Compañía trabajaba, principalmente, en las célebres Misiones de Maynas -con los jíbaros- al otro lado del Pongo de Manseriche; en las “reducciones de indios” (las más importantes fueron las del Cercado de Lima y las de Juli y Pomata en Puno); y en la educación de los pueblos (las obras más importantes fueron el Colegio Máximo de San Pablo de Lima, el Colegio Real de San Martín de Lima, el Colegio de San Bernardo y el Colegio San Francisco de Borja o Colegio de Nobles en Cusco, que atendía a los hijos de los caciques, y la Universidad San Ignacio del Cuzco). Sus misiones y obras apostólicas son financiadas con la producción de las haciendas que la Compañía tuvo en la costa y sierra peruana. Son notables los templos construidos en ese tiempo por la Compañía: la Iglesia de San Pedro de Lima, y las iglesias de la Compañía en Arequipa, Ayacucho, Cusco, Trujillo, Ica, etc.; además de los templos de las “Reducciones” en Juli, alrededor del lago Titicaca. En 1767 (seis años antes de la supresión de la Compañía de Jesús), el rey Carlos III expulsa a los jesuitas de sus dominios y, por tanto, deben inmediatamente dejar el Perú; sus haciendas son repartidas y sus obras expropiadas. Por ejemplo, la biblioteca del Colegio San Pablo será la base de la Biblioteca Nacional y el Noviciado se convertirá con el tiempo en la sede de la Universidad Mayor de San Marcos, la “Casona”.

2 Muzio Vitelleschi (1615-1645) dieron gran impulso a las misiones. En concreto, durante el gobierno del “Santo Duque”, la Compañía ingresó al Perú.

3 Perú: El 28 de marzo de 1568 desembarcó en el Puerto del Callao por vez primera la orden jesuita para

hacerse cargo de las misiones evangelizadoras en el Virreinato del Perú. Llegaron a estas nuevas tierras cuando San Francisco de Borja era Superior General en Roma. Los Jesuitas del Perú desde entonces se vincularon con la realidad política y social del Virreinato del Perú, además de preocuparse por la educación y las obras misionales. Gracias a ese empeño fundaron importantes colegios como el Máximo de San Pablo y el Real de San Martín de Porres en Lima; el famoso San Francisco de Borja, dedicado a la formación de los hijos de caciques, y el Colegio de San Bernardo para los hijos de españoles como también la Universidad de San Ignacio, en el Cusco, entre otros. En 1767, como en las demás colonias españolas, los jesuitas del Perú fueron expulsados por orden del rey Carlos III. Este mandato fue cumplido por el virrey Manuel de Amat y Junyent. La Compañía es autorizada a volver al Perú en 1871

4 En 1,879, en Perú, no existía normas técnicas para la construcción de los fusiles como calibre o peso de la munición. Estas eran acordadas entre el fabricante y el enviado de gobierno encargado de la compra. Por esa razón las características técnicas de los fusiles usados variaban ostensiblemente aún en el caso de una misma denominación. Por ejemplo, el fusil denominado Comblain era fabricado en modelos diferentes para Bélgica, Brasil, Perú y Chile. Un caso interesante es el del fusil Chassepot. El original, que llamamos aquí de aguja, con cartucho combustible de papel y gasa de algodón, fue comprado por Perú para más tarde ser devuelto a Europa donde se le modificó para poder disparar un cartucho metálico, modelo que llamamos Castañón, en otras obras Chassepot transformados, reformados o modificados y un tercer modelo del Chassepot fue el Bornemueller o peruano, un modelo basado en el Chassepot pero fabricado desde un comienzo para el uso de cartucho metálico.

5 Las SAIS, eras unas empresa, mitad cooperativa, mitad empresa, eran unos híbridos, que no dan cría, ni se reproducen, eran engendros del gobierno militar.

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1 com.

David 14/06/2024 - 8:57 pm
Excelente la narrativa del autor, sobre la vida de las haciendas de Abancay, confundisa con la fabula, cuento o que lo llame Felicitaciones
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