Madre entregada a la espiritualidad y al culto al señor de los Milagros y seguidora de Nuestra Virgen del Carmen.
Encontró en la “Salve” la definición más cercana del catolicismo y del papel de María, la madre de Dios, en nuestras vidas.
Enseñó a sus hijos a agradecer a Dios por el pan, la salud, el trabajo y el milagro de la vida.
Rezaba con su familia todos los viernes el Santo Rosario. Ese es el mayor don y la más grande herencia dejada a su descendencia.
Asistía con sus hijos a la hora exacta a la misa dominical, porque siempre pensó que uno de los mayores valores del hombre es la puntualidad.
Definía a la honradez como el principio de la decencia y la bondad y la tolerancia como su complemento.
Puso en práctica desde la vida misma “El derecho del hogar”, el libro abierto de su vida. A través de esa práctica consideraba que cada quien en la casa debía tener sus propias obligaciones.
Esa práctica, la de las obligaciones, abría la posibilidad del derecho. El derecho del hogar que no es otra cosa que el derecho a la felicidad.
Padres e hijos, dentro del hogar, pueden ser felices cumpliendo sus roles sin mirar si el otro cumple o no sus tareas.
“El derecho del hogar” primero fue un manual manuscrito en el que escribió las máximas y las mínimas del padre, la madre y los hijos.
La máxima obligación el rezo del Padrenuestro antes de las comidas. El Credo al despertar y la Salve antes del sueño.
Siempre dijo que el día, en nuestras vidas, está dividido en 3 partes: 8 horas para trabajar, 8 horas para la familia y 8 horas para dormir, a ninguna se puede llegar tarde.
Tuvo 6 hijos. Todos ellos agradecen a Dios por la bendición de haberla tenido gozando de su humanidad y su inmenso amor.
Nació en Abancay y vivió allí la mitad de su vida, pero finalmente, escogió al Cusco como su morada y el sitio para que reposen para siempre sus restos.
Aurora Bush de Viladegut, ahora goza de la paz del Creador y es el ángel protector de su descendencia.