Pasados el jolgorio, las celebraciones, los desfiles, pasacalles, etc. ahora se hace imperativa la necesidad de detenernos un instante en el camino para hacer un balance acerca de lo que nos deja el conjunto de actividades programado por el Concejo de Abancay conmemorando el 149° aniversario de nuestra capital de región.
¿Qué se hizo bien?, ¿qué salió mal? y ¿qué corresponde realizar de aquí para adelante?, trabajando en serio por el progreso de la tierra de Micaela Bastidas.
Nosotros insistimos, una vez más y lo seguiremos haciendo hasta el cansancio, que todo plan de desarrollo implica dejar la improvisación y mirar el futuro con optimismo estableciendo y desplegando acciones de corto, mediano y largo plazo, con un escrupuloso uso de nuestros recursos presupuestales en obras de envergadura que, finalmente, signifiquen trabajo y bienestar para la gente de a pie; siendo, así, a nuestro juicio, la recuperación y puesta en valor de la cuenca del Mariño y sus vertientes, el camino a Qarqatera, el bosque de Taraccasa, el santuario del Ampay, la belleza del mirador de Quisapata, etc. que, en conjunto, sumándole el hermoso clima y el extraordinario paisaje abanquinos, representan cualidades de incuestionable signficación para atraer el turismo vivencial y el ecoturismo, estando tan cerca del Cusco Monumental, imán para miles de viajeros procedentes de todas las latitudes del mundo, objetivo de la máxima importancia.
La industria sin chimeneas, de vida sin límites, puede así convertirse en la mejor palanca para nuestro desarrollo.
En lo coyuntural, en lo inmediato, no podemos dejar de recomendar que los desfiles sobre todo institucionales, estén mejor organizados, con protocolos bien manejados y difundidos con antelación, sin generar tantas incomodidades y maltratos a nadie; que el legítimo derecho que tenemos los abanquinos para alegrarnos y jaranearnos a nuestro antojo, no traiga molestias y problemas de enorme magnitud a los viajeros que se desplazan por diversas necesidades procedentes de Lima hacia el Cusco y viceversa -pues sabemos muy bien que Abancay es en la práctica un puerto terrestre-, dejando varados en las pistas por tediosas largas horas a ancianos, niños y personas que muchas veces están urgidos de continuar viaje para reparar su quebrantada salud.
Una simple medida de ubicar el inicio de las actividades en la plazuela del Olivo, dejando libre el paso por las Avdas. Venezuela y Seoane hasta que se termine de construir la Vía de Evitamiento, sería el alivio inmediato para evitar tanto sufrimiento y caos en el tránsito en esos sectores neurálgicos debido a los pasacalles y paseo de carros alegóricos.
Muchos, con razón, han señalado que el programa de festejos estructurado por el Municipio ha estado primorosamente presentado, en fino papel y colorido diseño, pero vacío en contenido, cuando la población esperaba con expectativa alguna obra de envergadura.
No ha habido espacio en el que se promuevan de manera significativa actividades culturales, deportivas, recreativas para todos los sectores de la sociedad.
En fin, comprendiendo esta especie de frustración de la población y también entendiendo que la actual gestión liderada por el Alcalde Raúl Peña Sánchez, en su primer año de trabajo, simplemente se vio obligada a cumplir con todas las cosas que dejó pendientes o programadas don Guido Chahuaylla Maldonado; empero, lo que ocurra de aquí para adelante, será de su exclusiva responsabilidad, sin ningún pretexto válido.
Entonces, a trabajar intensamente, señor Peña.
El pueblo confía en que, con su experiencia como burgomaestre de Tamburco, como joven empresario y su mirada de estadista al territorio que lo eligió parta dirigir los destinos de Abancay, deje huellas positivas de su paso por el gobierno local y que le permita ingresar a otras ligas mayores.
Finalmente, la renovación urbana en barrios que, como Villa Gloria, tienen su infraestructura destrozada y la solución integral pronta a los graves problemas de la basura y el transporte urbano, son igualmente temas de gran gravitación en la tarea pendiente.
El Mariño lo observa, señor Alcalde, con una mezcla de expectativa y esperanza. No nos defraude.