«Era callejero por derecho propio; su filosofía de la libertad fue ganar la suya, sin atar a otros y sobre los otros no pasar jamás», es parte de la letra de la hermosa canción compuesta e interpretada por Alberto Cortez, inspirada por un perro bohemio de la ciudad de Resistencia en El Chaco, Argentina.
Sí, un perro bohemio, no es broma.
Ese perro callejero al que los vecinos llamaban «Palomo», «Moro» o «Fernando» –por el trovador al que seguía siempre y que parece fue el que le inculcó el gusto musical–, tenía para Cortez el nombre de «Libertad».
El grande y hermoso «peludo» blanco, tenía un gusto especial por la música y asistía a los conciertos y presentaciones artísticas, y casi siempre, conseguía situarse al lado del escenario.
Dicen que hasta se convirtió en un buen crítico musical que batía la cola cuando le gustaba el concierto y bajaba las orejas gruñía y hasta aullaba cuando no le gustaba lo que escuchaba.
Tiene hasta dos monumentos en la ciudad, uno sobre su tumba y otro frente al palacio municipal.
Lo cierto es que Cortez, con la gran sensibilidad y poesía que tenía en el alma, hizo una hermosa composición que no solo rinde tributo a tal animal, también nos deja muchas enseñanzas, a partir de sus humildes costumbres y su noble actitud.
