2023 año Mariano. Celebración de 400 años de su inauguración en 1623
Cuando llegaron a tierras del Tahuantinsuyo los españoles, se edificaron magníficas iglesias como parte del proceso de cristianización, dando una muestra de expresión de fe religiosa.
La iglesia de Cocharcas fue diseñada, a la usanza de las iglesias del viejo continente; de tal manera que los haces de luz, especialmente los procedentes de las ventanas de la cúpula, marcasen días de gran importancia astronómica y eclesiástica. La orientación de las iglesias variaba según las ciudades (que generalmente estaban alineadas con los puntos cardinales, normalmente de Este a Oeste. Algunos centros coloniales todavía conservan una orientación equinoccial o solsticial, como Cocharcas.
En 1598, La Virgen María llegó a Cocharcas, para quedarse en ese paraje de Chincheros del Corregimiento de Andaguaylas, ahora Apurímac, constituyéndose la iglesia en la principal de la Diócesis de Abancay, situado en Chincheros, Apurímac. Aquí se guarda el archivo más antiguo de las parroquias de lo que fue el gran corregimiento de Abancay desde 1576.
A finales del siglo XVI (1598) se funda y organiza la cofradía de Nuestra Señora de Cocharcas y mediante ella se conforma y ejecuta el proyecto de construcción del Santuario de Cocharcas que terminaría de ser construido y fundado en su primera etapa en 1623.
El año 2023, fue considerado como el Año Mariano, por la Diócesis de Abancay, con motivo de la conmemoración de los 400 años de la terminación e inauguración oficial del Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas.
Orígenes
Sebastián Martín Astohuaraca, Conocido como “Quimichu”, era un buen tipo; honrado y trabajador, pero había nacido con una discapacidad que lo limitó, viviendo de la caridad de las personas. Sebastián no deseando ser una carga, salió de Cocharcas (Andahuaylas) con rumbo al Cusco, con la esperanza de trabajar en esa ciudad, pero con poca suerte, pues por ser impedido físicamente, muy pocos le daban trabajo. No obstante, pasa por muchas penalidades, Sebastián nunca perdió la fe en Dios ni en los hombres. En esos instantes aciagos, una india de nombre Inés le aconsejo que fuera al Santuario de Copacabana, en el Alto Perú y que le pidiera a la Virgen, que le ayudara a calmar sus padecimientos.
Sebastián no lo sabía, pero había sido marcado por la Santísima Virgen como instrumento de su amor a esas regiones que recién recibían la luz del evangelio, pues Dios usa a las personas más modestas, para hacer su voluntad.
Una vez en Copacabana, la Virgen le concedió el milagro de curarlo de su invalidez. Diez años después Sebastián decide regresar a su pueblo, pidiendo como pago de sus servicios se le concediera una réplica de la imagen de la Virgen.
Sucede que esos momentos, estaba en Copacabana, visitando el Santuario de la virgen, un buen clérigo argentino conocido como “el Hermano Camargo”, quien, al conocer la historia de Sebastián, le encargo a Tito Yupanqui, escultor que había hecho el original, para que realice dos copias, una de tamaño natural y otra de 50 cm, con la idea de llevarla a todos los pueblos, para promover su culto y pedir limosna para la construcción de su santuario.
Con una maravillosa réplica, Una imagen “verdaderamente hermosa: en su rostro está impresa la dulzura de una madre buena, la figura de una gran Señora y la majestad de una Reina” (Mons. Enrique Pélach). Sebastián regreso orgulloso a su pueblo de Cocharcas en Andahuaylas. Durante el camino, el Quimichu, entraba a los pueblos para que se conozca la Virgen de Copacabana, al Quimichu lo acompañaban dos músicos con chirimías, que anunciaban la entrada de la virgen a los pueblos.
Llegando ya cerca de Cocharcas a propósito, detuvo la Imagen de la Virgen por algunas semanas en la comunidad de Cayara, porque había que preparar antes en Cocharcas al menos una capilla para acoger a tan gran Señora.
Con las limosnas obtenidas en el trayecto, comenzaron a levantar un santuario, que la curia decidió comenzar. Un 8 de Setiembre de 1598, se decidió consagrar el culto a la Virgen.
La Virgen María se fue metiendo en la vida de Sebastián, hasta el punto de que, cada día que pasaba, Sebastián Quimichu era más feliz y más generoso. Decidido a levantar un templo digno de tal Imagen con su primo Tomás Cumascusi y una pequeña copia de la Imagen, regresó a Bolivia a recibir limosnas. Recorriendo Cochabamba en este afán, una enfermedad le causó la muerte y allí le enterraron. Una parte del dinero recaudado se empleó en el funeral y el resto se trajo a Cocharcas para comenzar el Santuario.
Años más tarde, sus restos fueron trasladados de Cochabamba a Cocharcas y hoy están enterrados en el interior del santuario, donde una pequeña lápida de mármol blanco lo recuerda.
Su fiesta es el día 8 de septiembre. Es patrona de la Diócesis y del Seminario Mayor. El Santuario de Cocharcas es una de las primeras edificaciones marianas en la región andina del Perú.
Arquitectura
El padre Francisco de Aguilar Villacastin, cura jesuita de la doctrina de Cocharcas de finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII, como el arquitecto diseñador de los planos para la construcción del Santuario, este apoyado por su propia congregación y por el obispo del Cusco de inicios del siglo XVII Antonio de la Raya, fueron quienes planearon la ejecución del santuario.
El Templo ocupa la parte central de atrio y mide 57.60 metros de longitud hasta el ábside, y 22 metros en la fachada, a lo ancho. La planta es de cruz latina orientada de Este a Oeste. La procedencia del modelo de la planta, que tiene forma de una cruz latina, de una sola nave y con dos torres, con sus respectivos campanarios
Está rodeado por un atrio o cementerio, espacio que limita la construcción rectangular de 82 metros de longitud por 54 metros de frente. Tiene dos imponentes pórticos: el principal, que se expone a la plaza principal, y el otro hacia el lado izquierdo, en el ingreso lateral del Santuario. Los muros son de mampostería poligonal con “almenas”. Este atrio tiene muros de hasta 2.20 metros de altura, ubicándose en los cuatro ángulos inferiores, pequeñas capillas abovedadas, con dos puertas de acceso cada una. Sobre los muros posteriores de las dos capillas que dan sobre la Plaza, se erigen representativos altares de piedras rematadas en cruces, que se asemejan a los cruceros de los caminos, y que rematan en detalles ornamentales de ladrillo.
El pórtico principal es un arco exornado, de grandes ladrillos rojos pegados con mortero de cal. Tiene un arco de medio punto con archivoltas que decoran el paramento exterior, sostenido por jambas simples adornadas y adosadas por pilastras ornamentadas también con ladrillos en pequeños relieves, los cuales van formando una decoración de rombos inscritos en rectángulos.
Sobre el arco aparece un detalle de “arquitrabe”, que ostenta el continuo de los ornamentos de ladrillo. Coronando este pórtico hay tres pináculos: Los dos laterales exornan figuras abstractas, representando corazones que culminan en pirámides y esferas de piedra; el pináculo central es un abanico de rayos solares sobrepuesto sobre otro abanico simétrico. A los costados de las pilastras, hay volutas y espiras marinas que simulan dos pequeños obeliscos de aguja, unidos al gran pórtico principal.
El signo JHS (Jesús Homini Salvador), aparece en diferentes “partes” del edificio; en los retablos, en el púlpito, y en otros detalles de la ornamentación. La fachada del Templo es sobria, pero el conjunto resulta de una monumentalidad en donde destacan a la distancia sus torres y la cúpula.
La fachada o frontispicio consta de tres niveles. En el primer nivel aparece un escudo en altorrelieve que tiene símbolos episcopales: mitra, bonete y cayado pastoral; debajo vemos una cenefa con la inscripción: “EILO. D-L.G.”, sigla que recuerda al Obispo de Huamanga Dn. Diego Ladrón de Guevara; Corona este escudo un querubín alado de cimero. Los elementos constructivos y decorativos de este primer nivel destacan lo siguiente:
En el segundo nivel, sobre la cornisa “salediza”, se asientan cuatro nichos excavados al costado derecho e izquierdo del vano que ilumina el coro. Sobresalen en estupendas “peanas”, y destacan los íconos esculpidos en piedra de San Pedro y San Pablo. Complementan la decoración del segundo nivel, un par de hornacinas que adosan como único detalle decorativo, los capiteles con dentículos, sobre los cuales se asientan un óculo, y un corazón rematado por una cruz, que va armonizando con los ojos de buey de los campanarios.
El tercer nivel es un frontón “encachado”, o revestido de piedra, en el que se destacan cada elemento de la destreza del aparejo nativo lítico.
Las dos torres son de almohadillado isodomo incaico, que se levanta hasta la altura del segundo nivel del frontispicio. Los campanarios son de dos cuerpos y de cuatro vientos, lo que les otorga un aire de esbeltez y despegue por su elevación, esto es “sui generis” (no es común) en templos de pueblos rurales.
Importancia
Cocharcas ha tenido una gran importancia en la evangelización del Perú y de Sudamérica. Ha sido siempre un lugar sagrado de encuentro con Dios, designado y alentado desde Roma como lugar de peregrinación, además ha sido promocionado en sus comienzos por los Reyes de España, también se han interesado los Romanos Pontífices: El Papa León XI, Paulo V, Gregorio XV, Urbano VIII, Clemente XIV, Pío IX, etc. Recientemente la Santa Sede ha declarado oficialmente a la Virgen de Cocharcas como Patrona de la Diócesis de Abancay.
La virgen de Cocharcas ha dado lugar a las construcciones de la Virgen de Cocharcas en Lima y Huancayo.
El Obispo Enrique Pélach profesaba una tierna devoción a la Virgen Santísima, con la diaria recitación de los tres misterios del Rosario. Compuso para la Virgen de Cocharcas un canto, que en la cuarta estrofa dice:
“La gente sufre y llora y sin alivio, Mamay Cocharcas. Acude presto, Señora, en nuestro auxilio. ¡Mamay Cocharcas, Mamallay!”
Cocharcas, es sin duda, el monumento clerical virreinal más importante de Apurímac, merece respeto en sus reconstrucciones y mantenimiento, que debe ser encargado a amplios conocedores de su historia.