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Escapando del Brainrot: Un Llamado a los Jóvenes para Recuperar su Mente
En estos tiempos modernos, donde los videos de inodoros que bailan y gatitos con espadas láser acumulan millones de vistas, mientras que los documentales de historia pasan desapercibidos… algo huele raro. Y no es el cable del Wi-Fi recalentado, es el «brainrot» —sí, un anglicismo que define ese apachurramiento mental— una especie de «neblina» que va entumeciendo la cabeza, llenándola de videos absurdos, además de esos falsos creados con IA, como batallones de hermosas chicas militares con faldas muy cortas, perros que hablan y olas que arrasan ciudades. Memes sin pies ni cabeza, mensajes sugestivos y una necesidad de seguir deslizando la pantalla como si en ello se nos fuera la vida.
Mientras las redes sociales nos lanzan dulces de dopamina como quien le tira migas a las palomas, nuestra atención, nuestra imaginación, y hasta nuestras ganas de soñar, se nos escapan como arena entre los dedos.
Qué lejos de los placeres mentales de antes, en un buen libro, una buena charla sin apuros, en contemplar la naturaleza, el canto de las aves, el transcurrir de las aguas en los ríos. Todo eso, aún hoy justifica el acto valiente de apagar el celular por un rato.
El Gran Circo de lo Absurdo
Imagina un circo que nunca cierra. Payasos con maquillaje eterno, malabaristas lanzando emojis, hermosas chicas con tangas diminutas y luces de colores que parpadean sin sentido. Ese es el internet moderno. Un espectáculo hecho para atraparte. TikTok, X, Instagram, Facebook, YouTube… todos compiten por tu atención como «jaladores» desesperados.
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Cada desliz en la pantalla es como una monedita que pagas con tu atención, y el saldo se va acumulando hasta que ya no sabes por qué empezaste a ver videos de perritos y terminaste viendo a alguien disfrazado de zanahoria hablando en clave.
Y no, no es broma. Hoy en día, el promedio de atención de una persona joven es de 8 segundos. O sea… menos que un pez dorado, ¡Parece increíble pero es cierto!. ¿Quién diría que un pez de pecera estaría ganando esta batalla?
La Generación del Dedo Deslizante
Nuestros jóvenes no son tontos. Al contrario: tienen chispa, creatividad y un humor que ya quisieran los abuelos. Pero están atrapados, son prisioneros de un remolino que los obliga a consumir sin parar, sin tiempo para pensar, crear o incluso aburrirse (que, ojo, es buenísimo para la imaginación).
Cuando los memes reemplazan a los libros, y las frases como GYATT ocupan el lugar de ideas profundas, algo se pierde. Porque sí, el humor es importante… pero también lo es la capacidad de asombrarse, de cuestionar, de sentir algo más que solo «me gusta».
Y ojo, que los adultos tampoco se salvan. Muchos también viven enganchados: solo que en vez de TikTok, se intoxican con noticias alarmistas, granos que se revientan, callos que se extraen, peleas en redes o cadenas de WhatsApp.
¿Cómo Salimos del fango Mental?
La solución no es renunciar a los memes, ni hacer un retiro espiritual —que en realidad tiene muchísimos beneficios—, la clave está en recuperar el equilibrio: mezclar risa con reflexión, descanso con creación, pantalla con silencio. Y cómo no, una buena dosis de naturaleza y realidad.
¿Has probado leer un buen libro últimamente? No, seguramente dirán los jóvenes, eso no da likes. Cierto, no se actualiza solo, pero tiene magia, magia de la buena. Cien años de soledad, Conversación en la Catedral, 1984, Matar un Ruiseñor, El guardián entre el centeno… libros que no solo entretienen, sino que despiertan partes de tu mente que TikTok ni remotamente conoce.
Y si leer, aún te parece una cuesta arriba, comienza por lo sencillo: apaga el celular una hora. Escribe lo que piensas, camina sin audífonos, conversa sin mirar el reloj. Son actos pequeños, pero potentes. Son como escudos contra el bombardeo digital.
Y si no puedes apagarlo, úsalo para algo bueno, hay maravillosas aplicaciones para leer, puedes escribir dictando, mientras te va corrigiendo, en fin, solo tu imaginación pondrá los límites pues hay aplicaciones para casi todo.
Un Llamado a los Valientes
Este es su momento, jóvenes. El brainrot es pegajoso, sí… pero ustedes tienen la lucidez y el corazón para sacudírselo. No se trata de volverse monjes tibetanos ni de ponerse a cantar hare krishna. Se trata de decidir qué entra a tu mente y qué no. De crear, no solo consumir. De vivir con intención, no solo con notificaciones.
Que los algoritmos no decidan por ti. Sé tú quien elige qué pensar, qué soñar, qué construir.
Y si alguna vez te gana la tentación de ver otro video de «Skibidi Toilet», recuerda al pez dorado. Él no tiene memoria, pero tú sí. Tú tienes sueños, ideas, historias que aún no has contado.
Así que agarra un libro, respira hondo… y empieza a recuperar tu mente.