Hoy llegó a su fin una nueva edición del Premio Caminos del Inca, la competencia automovilística más emblemática del país. el ganador absoluto fue André Martínez junto a Matías Aranguren.
La tabla final de posiciones,quedó así:
André Martínez Merizalde Zavala es un joven piloto peruano que se ha consolidado como una de las nuevas figuras del automovilismo nacional. El joven piloto viene demostrando una evolución constante y un temple admirable al volante. Su dominio técnico y regularidad en cada etapa lo confirman como una de las promesas más firmes del automovilismo peruano.
Destacó al ganar etapas y liderar el Rally Caminos del Inca 2025, luego de haber obtenido el tercer lugar general y el primer puesto en la categoría TIN en 2023. Una de las particularidades que lo distinguen es que compite en la misma categoría que su padre, el experimentado piloto Jorge Martínez, quien participa en otro coche. Padre e hijo comparten equipo, pasión y rivalidad en las rutas del rally, dando un matiz familiar y emotivo a la competencia. Su talento también ha trascendido fronteras, logrando un podio internacional en el Rally de Estonia del WRC3, donde llegó a la meta con el auto en tres ruedas. Con un estilo constante y competitivo, Martínez representa la renovación del rally peruano y la proyección de una generación que compite con ambición dentro y fuera del país.
Eduardo Castro fue uno de los pilotos más destacados del Rally Caminos del Inca 2025. Ganó la primera etapa y se mantuvo como líder en las fases iniciales junto a su copiloto Julio Echazú. Se perfilaba ya como ganador del premio; sin embargo, en la cuarta etapa sufrió un accidente en el circuito de Chincheros que afectó su rendimiento, haciéndole perder cerca de una hora y media. En esa misma etapa, también en la zona de Andahuaylas/Cusco, presentó un problema mecánico. A pesar de ello, realizó una magnífica carrera en el tramo entre Cusco y Arequipa, ganando los especiales Checacupe-Conde Viluyo y Imata-Chiguata con su Ford Fiesta Rally3.
Ronmel Palomino también abandonó por problemas con su vehículo Skoda Fabia RS N5, pero se reenganchó y recuperó bastante tiempo, completando una gran competencia.
Los pilotos que representaron a Abancay tuvieron una destacada participación, reafirmando su nivel competitivo y la pasión que se vive en las regiones del interior. Las duplas de Wilfredo Aysa y Saúl Bendezu, Luis Ángel Peceros e Iván León, y los hermanos Chumpe realizaron un papel sobresaliente.
Sin duda, los favoritos de la afición siguen siendo Raúl “Mono” Orlandini y Fabiola Medina. Orlandini hizo una gran carrera pese a algunos inconvenientes técnicos; Fabiola, en cambio, tuvo dificultades para adaptarse a la camioneta que estrenó en esta competencia. Esperemos que mejore en la próxima edición.
Se suspendieron dos especiales. El tramo Paccha-Ahuac fue cancelado tras el lamentable incendio del vehículo de la tripulación Jenrry Quispe y Gustavo Medina. El Especial 6 también fue cancelado debido a que una ambulancia no estaba equipada correctamente.
Cabe preguntarse: ¿no estarán siendo demasiado exigentes las autoridades del Automóvil Club Peruano? En ninguno de estos casos se consideró la gran cantidad de aficionados que se habían desplazado y esperaban en la ruta, soportando un clima inclemente para presenciar el paso de los vehículos. Es lamentable que los organizadores no valoren el papel del público automovilístico, probablemente uno de los más numerosos y leales del país. Acaso el público no merece un poco de respeto. Da la impresión de que, para estos endiosados comisarios, la afición automovilística representa más una molestia que una fuerza vital del evento.
Los «especiales» están cada vez más alejados de las zonas urbanas, dificultando la presencia del público que desea vivir de cerca la competencia. Si bien se entiende que la seguridad sea prioritaria, podría buscarse —con un poco de creatividad— soluciones más inteligentes. Por ejemplo, crear programas educativos y equipos de voluntarios que orienten y controlen el comportamiento del público. Los clubes y las federaciones locales podrían encargarse de su formación y designarles zonas seguras de ubicación.
El problema del alcohol sigue siendo una sombra sobre la fiesta automovilística, como lo es sobre casi todas las fiestas en el Perú. Nunca faltan los aficionados que, entre copas, confunden euforia con descontrol, ingenio con impertinencia, y llegan al extremo de cometer actos absurdos —como desnudarse o lanzarse a bailar frente a los autos— creyendo que protagonizan algo divertido. ¡Vaya estupidez! No solo ponen en riesgo sus vidas, sino también la seguridad y la reputación de un evento que debería ser motivo de orgullo nacional.
También es una pena que el público no pueda disfrutar de una transmisión de calidad. Hay entusiasmo de sobra, pero falta profesionalismo. Muchos de los autonombrados «periodistas» hablan sin preparación, improvisan y terminan diciendo disparates. Nos saturan de publicidad y hacen insoportables sus peroratas. Existen algunos programas con buen despliegue técnico y múltiples puntos de transmisión, generalmente con buenas imágenes; sin embargo, se ven opacados por el trabajo de sus locutores: voces estridentes, estilos descuidados y comentarios vacíos que, en su afán de mantener la emoción, terminan gritando más de lo que informan.
El único programa que vale realmente la pena es el que conducen Kike Pérez y Ginno Galletti, aunque lamentablemente les falta cobertura y oportunidad.
El Premio Caminos del Inca no es solo una carrera: es una travesía que recorre el corazón del Perú, une pueblos, despierta memorias y celebra la audacia. Pero también es un espejo de nuestras carencias: la improvisación, la falta de formación y el escaso respeto por la excelencia.
No basta con tener buenos pilotos si no tenemos buena organización, buenos comunicadores y un público educado. El automovilismo peruano merece una cobertura a la altura de su historia y una afición que entienda que el verdadero amor por este deporte se demuestra con respeto, sobriedad y conocimiento.
Mientras eso no ocurra, Caminos del Inca seguirá siendo un gran espectáculo… pero uno que aún no logra estar a la altura del país que lo vio nacer.