DE ACTITUDES Y COSTUMBRES EN SEMANA SANTA EN ABANCAY

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Reinicio

Al llegar la Semana Santa en Abancay, es necesario reflexionar.

Aunque grandes pensadores como Maquiavelo, Hobbes, Freud, Dawkins y otros afirman que el ser humano es egoísta, insolidario y se mueve solo por su propio interés, la evidencia muestra que el ser humano tiende más a cooperar que a competir, a confiar que a desconfiar. Así lo sostiene Rutger Bregman en su libro «Humankind: A Hopeful History» —«Dignos de ser humanos» en su traducción al español—.

Desde esta humilde tribuna, nos inclinamos a creer en lo afirmado por Bregman; quizás sea una visión romántica de la vida, pero la evidencia que nos va dando la misma vida nos convence de que el ser humano es intrínsecamente bueno y generoso. Todos somos diferentes, y nadie es del todo bueno o del todo malo; el ser humano es muy complejo, y las circunstancias y el momento hacen que tenga reacciones distintas ante el mismo estímulo. No obstante, la tendencia a hacer el bien siempre está por encima de todo, fuertemente arraigada, por lo menos en nuestro ámbito social, donde siempre encontramos generosidad y bondad en los corazones.

La bondad y la generosidad son inherentes a nuestra naturaleza humana.


El Domingo de Ramos empieza la Semana Santa, con la conmemoración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y culmina el siguiente Domingo, con la celebración de la resurrección de Jesucristo.
Siempre hay una concurrencia multitudinaria en las diversas ceremonias y rituales que se hacen en los distintos templos, como las procesiones, la adoración del Santísimo en Viernes Santo y la Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo.
Algo digno de ver, y no solo desde el punto de vista católico, es la Representación del Encuentro, que se suele hacer en la esquina de la Av. Díaz Bárcenas con la Av. Núñez, cuando las procesiones del Cristo doliente que viene del templo del «Señor de la Caída» se encuentra con la de la «Virgen Dolorosa» que viene de la catedral. Es una hermosa ceremonia con profundo y emocionante significado.

La Semana Santa, para los católicos, significa un buen momento para el arrepentimiento y la reconciliación, tiempo de profunda reflexión, oración y conexión con la fe. Para quienes no lo son tanto, la Semana Santa podría ser un periodo de descanso y reflexión, aprovechando los días feriados, ¿y por qué no?, una oportunidad para evaluar valores, y quizás, reencontrarse con Jesús.
En términos más prácticos, la Semana Santa también puede tener un impacto económico significativo, pues muchas personas viajan durante esta época del año para visitar familiares o para tomar vacaciones, lo que puede tener un efecto positivo en la economía local y en la industria del turismo.
Es importante recordar que en Abancay, estamos construyendo una reputación para convertirnos en un gran destino turístico, por esa razón es importante que, la calidad de los productos y servicios, sean de primera.
Hasta hace algunos años, era habitual qué, en esta celebración, mucha gente de campo viniera a la ciudad. Era habitual también qué ellos, tras escuchar misa, fueran al cine para presenciar una película de la Pasión de Cristo. La gente de campo, en pequeños grupos familiares, asistía contrita y respetuosa al espectáculo cinematográfico. La galería se llenaba rápidamente, y al tener que entrar a la platea, algunas buenas mujeres preferían sentarse en los pasillos que en las butacas. Y luego, al terminar la película, todos, varones y mujeres, grandes y pequeños, salían avergonzados de haber llorado, frotándose los inflamados ojos y persignándose devotamente.
Muchos hacíamos la peregrinación al templo del Señor de Illanya, y nunca faltaban los palomillas qué, con ánimo travieso y perverso, se apostaban a los costados del camino y azotaban a los peregrinos para «ayudar al señor».
En casa, también se «ayudaba», y se debía dormir medio vestido, para poder salir corriendo al primer fuetazo, pues eran tres, «en el nombre del padre “zuaz”, del hijo “zuaz” y del Espíritu Santo “zuaz”», luego a sobarse disimuladamente mientras ofrecía el sacrificio al Señor.
En el aspecto costumbrista, debo confesar qué, la sabrosa costumbre de comer 12 platos antes del ayuno del Viernes Santo, es una de las tradiciones que más me gusta, porque básicamente es el día de los postres. Aunque seguramente esta costumbre no despierta el entusiasmo de mi Endocrinólogo, cuentan que, antiguamente, existía la costumbre de compartir postres entre familias, se hacían la mazamorra morada, el arroz con leche, mazamorra de chancaca, mazamorra de calabaza y la calabaza kusa (rellena con chancaca y cocida al horno durante toda la noche). De este postre, lo que más me gusta son las pepitas ¡Deliciosas! También se compartían, las humitas y los picarones, los maicillos, los suspiros y las condesas, las manzanas acarameladas, y así, la variedad era inmensa.

¡Qué lindo sería retomar esa costumbre!, compartir, y sobre todo compartir con los que menos tienen.
En la Semana Santa Abancay se debe estar juntos, compartir y reflexionar sobre los valores, el amor y la fe.

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