DE ERRORES, TIEMPOS Y VALORES

Una vez, la humanidad corrigió el tiempo pero nunca pudo ni supo corregirse a sí misma. 

En nuestras vidas, hay días luminosos que parecen bordados con hilos de oro, y hay otros tan oscuros, que uno desearía arrancarlos de nuestras historias. Sin embargo, el tiempo no admite tachaduras… o al menos eso creemos.

La humanidad, en su afán de corregir el rumbo, logró lo impensable: borrar diez días de su historia de un solo plumazo.

En 1582, el papa Gregorio XIII instauró el calendario gregoriano para enmendar el desajuste del calendario juliano, cuyo error acumulado amenazaba con descompasar la medida del tiempo con los ciclos celestes. Así, en un acto sin precedentes, el mundo despertó un 4 de octubre y, al anochecer, se encontró en el 15. Los días intermedios—del 5 al 14—nunca existieron, como si hubiesen sido tragados por el vacío.

Este episodio, más allá de su explicación astronómica, nos ofrece una metáfora poderosa: a veces, para seguir adelante, es necesario soltar lastres, despojarnos de lo que ya no nos sirve. Como el calendario se reconfiguró para alinearse con el ritmo del cosmos, nosotros también debemos, en ocasiones, reajustar nuestra percepción del tiempo y nuestra historia personal.

Desde una mirada mística, podríamos pensar en esos diez días ausentes como un umbral invisible, un portal donde la existencia misma se reordenó. No fue una pérdida, sino una transición; no un vacío, sino un renacer. Quizás, en nuestra propia vida, hay momentos que necesitan desaparecer para que podamos avanzar con mayor claridad y propósito. No se trata de negar el pasado, sino de aprender a transformarlo en un nuevo comienzo.

La historia nos enseña que el tiempo no es solo una línea, sino un tejido en constante ajuste. A veces, el acto más sabio es permitir que ciertos días, ciertas memorias o ciertas cargas se desvanezcan, para así sintonizarnos con el compás de lo que realmente importa.

Sin embargo, si el tiempo puede ajustarse, ¿por qué no ajustamos también nuestra brújula moral? Hoy, el mundo entero parece vivir en un calendario desfasado, donde los valores que alguna vez fueron el norte han sido borrados con la misma facilidad con la que se eliminaron aquellos diez días de 1582. No por una decisión pontificia, sino por la erosión sistemática de principios que antes eran inquebrantables.

En el Perú, como en tantas otras partes del mundo, vemos cómo la mentira, la envidia, la corrupción y el egoísmo han dejado de ser escándalos para convertirse en moneda corriente.

Se habla de progreso, pero lo que avanza no es la ética, sino la descomposición.

La justicia se ajusta a conveniencia, la lealtad se compra y la dignidad se subasta al mejor postor. Como si, en un acto colectivo de amnesia, hubiésemos decidido borrar del calendario no diez días, sino toda una era de honor y decencia.

La paradoja es que, mientras la humanidad buscó enmendar un error en la medida del tiempo, hoy parece cómoda hundiéndose en el desajuste moral. Se relativiza la verdad, se ensalza la frivolidad y se rinde culto al poder sin escrúpulos. Y en este carnaval de cinismo, la sociedad camina con un desfase que no mide días, sino principios.

Si alguna vez se pensó que ajustar el calendario era un acto de armonización con el universo, ¿por qué no intentamos sincronizar también nuestra conciencia con aquello que hace que una sociedad no solo prospere, sino que tenga sentido?

No necesitamos borrar días, sino restaurar valores. Porque, de lo contrario, llegará un punto en que el tiempo avanzará, pero la humanidad se habrá quedado atrapada en su propio vacío.

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8 com.

Óscar Loaiza Azurín 02/03/2025 - 11:11 am
Cada vez nos estamos dejando envolver más y más por esa siniestra vorágine que nos dice "valores?, principios?, moral?, qué es eso?". Ya no importan rectitud, decencia, integridad para dejar abiertos tremendos zanjones pestíferos, malolientes llenos de mediocridad, embustes, mentiras, engaños, deslealtades, traiciones que se van convirtiendo en moneda común y cotidiana a tal punto que corremos el grave riesgo de ya no saber diferenciar en algún momento lo que es lo bueno, lo malo, lo negro, lo blanco. ¿Qué nos espera a la vuelta de la esquina? Gracias, Csrlos, por tu como siempre, estupendo enfoque que ojalá sacuda muchas conciencias adormecidas.
Carlos Antonio Casas 02/03/2025 - 4:02 pm
Gracias a usted Don Óscar por leerme y por apreciar lo escrito.
Mario Esteban ORTIZ ALVARADO 02/03/2025 - 10:20 am
Cada vez estamos más cerca de esa normalidad donde habrán ojos que miran pero que ya no ven, oídos que escuchan pero que ya no oyen y para esta caso excepcional, el tiempo cada vez deja de existir cuando se pierde la conciencia de su existencia. Como que se ha normalizado el CINISMO y eso ya nos permite a algunos singulares saber que el problema yace dentro de cada uno de nosotros...lo más triste es que cada vez existimos menos quienes aún vemos esta realidad.
Carlos Antonio Casas 02/03/2025 - 4:03 pm
Gracias por tus apreciaciones Mario. Coincidimos en tantas cosas.
Santos D. 02/03/2025 - 7:55 am
Muy buen enfoque, Carlos. Todavía debes investigar que en la contabilidad de los años, descubrieron que faltaban seis o siete años. Ahora mismo estaríamos en el año 2030aprox
Carlos Antonio Casas 02/03/2025 - 4:05 pm
¡Oh! Sin duda Hay mucho por saber y mucho por hablar mi querido padre Doroteo. Gracias por comentar
Tany Pinto Sotelo 03/03/2025 - 9:04 am
El Calendario es una importante creación del hombre varias veces modificada hasta su actual facto; herramienta que mide el paseo de la tierra al rededor del sol en pasos exactamente calculados 365 días, 12 meses de 28, 29 días ( cada 4 años ), semanas, horas, etc., en un ritmo inalterable sin compasión, ni otra emoción y, menos sentimiento. Sin embargo, su continuo transcurso debiera marcar mejores logros humanos ( por cierto, evidentes en materia, conocimiento, tecnología, estudio cientifico - mucha gente poderosa ha comprado su respectivo lote en marte o algún planeta para su estancia mañana, ahora falta instalación de chip personal dentro del cerebro, de tanta robotización y conducta mecánica). Al calendario...nada le importa que, en paradoja el hombre, nos estemos extinguiendo en el marasmo de la deshumanización que, nuestro transcurso In - volutivo se convierta en vértigo, en un bólido de 400 k/h. que sacude en desperdicio champaña de "su triunfo" en la carrera, perdiendo su norte espiritual, sin paréntesis interior ni mano generosa. Recordatorios como el mensaje aplaudido y felicitado de nuestro querido director de PERUANISIMA, Carlos Casas que ahora comentamos, contienen una severa exhortación a parar un poco nuestro reloj de arena y reflexionar íntimamente sobre nuestro caminar personal de compromiso HUMANO. Al tiempo nada le importa ( " Sus ojos se cerraron, el mundo sigue andando " canta el tango ), si perdemos el alma. Gracias Carlos Antonio Casas Suárez, por tu reflexión. Tany Pinto Sotelo. Lima 3 marzo 25.
Carlos Antonio Casas 03/03/2025 - 9:12 am
Gracias por tu aliento y sesudo comentario qué enriquece la reflexión.
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