DE IMPACTO AL FESTIVAL

por Ibo Urbiola
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Reinicio

Desde las improvisadas voces con el andar zigzagueante en las calles, hasta los cantantes y grupos musicales en los grandes eventos, Abancay siempre se recuerda en alguna melodía que nos transporta a momentos y a lugares comunes.

Las letras provocadoras de un carnaval o la poesía convertida casi en himno de la composición de Pepe Garay cuando canta “Si vienes a mi Abancay”, son parte de la primera identidad que se siente en cualquier parte del mundo. Diría el recordado viejo Vargas en una de las fugas más populares al lado del gran cholo Sullcahuamán: “Es así o no es así?”.

Sin embargo, la música trasciende a las melodías que componen nuestra andina identidad. Los que pertenecen a generaciones anteriores a la nuestra seguro que recuerdan gratos momentos escuchando al grillo Vizcarra y los South Star. Entrando a los años ochenta, las grandes actividades festivas eran amenizadas por los hermanos Palomino: Jesús, Richard, Dorian, Charles y el pequeño Iván integraban el grupo Impacto que en cada fiesta del último día de diciembre le agregaban a su nombre el número del nuevo año, así pasaron a ser de Impacto 79, a Impacto 80 y luego a Impacto 81. No sólo tocaban cumbias, sino también la música que se ponía de moda en el gusto universal que en los jóvenes trasciende las fronteras. La voz aguda del más niño del grupo hacía escuchar casi como en el disco original: “El tren que nos separa, se aleja más de mí…”.

En Abancay de los años ochenta, los gustos musicales eran diversos. Podíamos llenar el coliseo de Pueblo Libre para cantar con Pablucha Venero su amargo desamor por Norma o para admirar la voz quillabambina de la inigualable Sonia Yasmina. Pero con parte de ese mismo público y una mayor convocatoria juvenil, se llenaba también el coliseo cuando se realizaba el festival musical de la primavera y cuando llegaba un grupo de rock para hacer un concierto con la música de GIT, Hombres G o Los Abuelos de la Nada. Abancay siempre fue también una tierra de rockeros.

El festival de setiembre nos mostraba intérpretes abanquinos de calidad, quienes con el acompañamiento musical de los Impacto, interpretaban a baladistas de la época en un concurso que generaba una gran expectativa. Sandro Warthon cantaba canciones de Perales, Amilcar Urquizo hacía los agudos más difíciles de Camilo Sesto y los hermanos Joselo y Antonieta Castro cantaban a Leonardo Favio y Mocedades en un magnífico nivel.

Había público para todo, porque el show se hacía desde los estrados y también desde la gente del público. Podríamos recordar a Julio Villalba en el cine Abancay haciendo cantar a todos los coros de “Susana” de Fausto o a los bromistas de siempre cuando en una kermés en el Lawn Tenis, luego de escuchar la voz del victoriano Lidio cantando Sarita Colonia, al decir “Cómo estarán mis hermanitos…”, gritar desde abajo: “Cómo van a estar, si paras chupando”.

En las conversaciones de los abanquinos que estamos lejos, siempre surgen los recuerdos imborrables. Y todos esos recuerdos, de los grandes momentos en Abancay, tienen el fondo musical de una canción en la melodía perfecta.

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