DEL RIN AL MARIÑO

por Luis Echegaray Vivanco
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Reinicio

El 22 de julio de 1938 llegaron al Valle de Abancay, un grupo de religiosas dominicas del poblado de Speyer, Alemania. En plena hegemonía del régimen Nazi, el año 1939 empezaría la segunda guerra mundial.

La curia católica decidió enviar a congregaciones enteras a ultramar. El grupo de jóvenes novicias alemanas se aventuraron a venir al Perú, el obispo abanquino Monseñor Salvador Herrera, había coordinado la invitación de estas religiosas para hacer labor educativa en Abancay Las Reverendas Madres, que así se usaba en la época llamarlas, provenían – como se dijo- de la casa madre de las Dominicas de Santa María Magdalena de Speyer, adscritas a la parroquia de la catedral de Speyer: Domus sanctae Mariae Spirae.

Las Dominicas de Santa María Magdalena en Speyer tienen 709 años de existencia, desde su paso de la Orden de Penitentes a la Orden de Santo Domingo. El Decreto Papal sobre esta decisión de las religiosas es de fecha 12 de marzo de 1304.

Fue una proeza la llegada de estas misioneras del Señor venir a tierras totalmente desconocidas y más aun a lo más profundo de los cálidos Andes de Abancay. Cuántos sueños, cuántas expectativas, cuántas dificultades… sin embargo pudo más sus sueños de hacer realidad aquel encargo de su superiora y trabajar apostólicamente en la tarea más noble de la vida aunque muchas veces incomprendida e ingrata, la tarea de educar.

Así la vida de las señoritas y niñas de Abancay cambiaría radicalmente, pues ya tenían la posibilidad de recibir una formación adecuada y educarse con los principios y valores cristianos. Algunas damas y caballeros de la ciudad, se organizaron un Comité Pro-Colegio de mujeres el mismo que debía gestionar la creación de un colegio para niñas.

Cuenta la historia que las Madres Dominicas Fundadoras del Colegio Santa Rosa llegaron a la Perla del Apurímac, Abancay, ubicada junto el arrullo del Mariño, a los pies del Ampay y del Quisapata, anidada en campiña verde. A las 5 de la tarde, ellas bajaron del vehículo en vestimenta blanca y negra y desde ese momento se ganaron el corazón del pueblo abanquino. A su llegada las Madres empezaron a entonar canciones alemanas una tras otra hasta que las distinguidas damas del Comité Pro Colegio pararon su vehículo. La presidenta Señora Luzmila Ocampo de Herrera, una dama abanquina, mujer creativa e incansable organizadora les dio la cordial bienvenida. Pétalos fragantes rondaban sus velos, luego pasaron por un arco de flores, poesías, flores y más flores, así se apearon en el inolvidable Pisonay.

Fueron recibidas por los alegres pobladores de esta ciudad quienes habían preparado un simbólico arco de flores por el que dejaron pasar a sus esperadas huéspedes. En esta recepción no faltaron los discursos, las flores, y los cuetecillos.

El párroco, los sacerdotes, damas, caballeros y niños las condujeron procesionalmente a la Iglesia donde el Rvdo. Padre Fray Luis Arenas OP. sacerdote dominico en nombre de todos los fieles les dirigió cálidas palabras desde el púlpito.

De esta forma se cristalizaba la idea del ilustre abanquino Monseñor Salvador Herrera.

La despedida de su querida Mutter Ambrosia aún resonaban en sus oídos cuando llegaron a Abancay el 22 de julio de 1938: Madre Theresia Allmannsberger, Madre Reginalda Sattel, Madre Albertina Jacob, Madre Assunta Kaul, Madre Corona Sauer, Madre Agatha Lauer, Dioysia Hass, Madre Prisca Schuh, Madre Amabilis Geimer y Madre Tarcisia Sturm.

Desde el Puerto de Bremen en Alemania, pasando el Océano Pacífico, dejando su convento matriz, sus padres y familiares llegaron las madres dominicas, fundadoras y cofundadoras de la fiesta de “Santa María Magdalena de Speyer”, patrona de la Congregación Dominicas y patrona de las Ex Alumnas Santarrosinas.

El inicio no fue fácil, pues la fundación se llevó a cabo pese a las dificultades y circunstancias que presentaba un pueblo pequeño de la sierra de hace 70 años, además del reto que significa, para los extranjeros, habituarse a un nuevo idioma, alimentación, clima y vivienda.

Desde entonces se entregó con todas las fuerzas de su juventud, a la formación de niñas y jóvenes, primero del Colegio “Santa Rosa” de Abancay y después de Chosica en el Colegio “Beata Imelda“. Con prudencia supo unir ambas culturas de tal manera que ambas partes se enriquecieran con sus tradiciones, costumbres y sabiduría popular.

Ahora en este 2023, el Colegio Santa Rosa ha inaugurado un nuevo local, que es la continuación de la tradición que llega a los 85 años.

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