Como si todas las fuerzas malignas se hubieran juntado y puesto de acuerdo, el único pulmón que tiene Abancay sigue sufriendo un brutal ataque pese a los reiterados discursos de autoridades que dicen que lo están “protegiendo” de sus depredadores. Cada vez los espacios en los que era muy fácil advertir una tupida vegetación se van reduciendo con velocidad vertiginosa y la presencia de enormes “blancos” y flancos dentro del bosque son mayores; causándose así un irreparable daño a los pobladores de la ciudad de Abancay que ven esfumarse la posibilidad de respirar aire puro por obra y gracia de de invasores que, no hay otra explicación, cuentan con el escondido aval de autoridades genuflexas que son sin ninguna duda cómplices de esta conducta delictiva.
Para que nos formemos una aproximada idea de las dimensiones de este bárbaro atentado a la ecología y al medio ambiente, miremos con cifras lo que está sucediendo en Taraccasa. El Municipio recibió hace varias décadas atrás la administración del predio con más de cien hectáreas que tenían el carácter de intangibles. Hoy, esa extensión se ha reducido a ocho hectáreas y, sobre esta, se está produciendo la ola de invasiones y las parcelaciones para construir viviendas y centros de esparcimiento. El peligro del hacinamiento y la desaparición de uno de los más hermosos lugares de la capital de región está asi a la vuelta de la esquina. Estamos advertidos.
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