DESAFÍO AL PUEBLO: IMPOSICIÓN DE LA BICAMERALIDAD

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Reinicio

Ayer, 6 de marzo del 2024, el Congreso de la República aprobó en segunda votación el retorno a la bicameralidad y la reelección inmediata de congresistas, por una proporción de 3 a 1.

En un país donde la desconfianza ciudadana hacia el Congreso roza niveles históricos, la aprobación de esta reforma constitucional ha sido recibida con estupor.

Más allá de discutir si la bicameralidad es buena o mala, analicemos ¿Qué valores o intereses pueden estar impulsando a los representantes de la institución más impopular del Perú, a tomar una decisión de tal trascendencia, contra viento y marea?

Valores e intereses de los congresistas

Entre las motivaciones que llevan a la votación favorable para el retorno a la bicameralidad y la reelección inmediata de congresistas, pareciera ser que confluyen una curiosa mezcla de valores.

Por un lado, seguramente han votado por ello quienes orgullosamente abrazan el valor democrático del equilibrio de poderes y ven en un Congreso bicameral un contrapeso sano al Ejecutivo. ¿Cuántos serán?

Habrá algunos, si tenemos buena fe, que buscan una mayor representación de las distintas realidades regionales con una cámara territorial. ¿Podrá ser?

No obstante, la gran mayoría cree que lo que ha motivado a estos «padres de la patria» en esta votación, son valores superficiales como la simple ansia de mantenerse en el poder indefinidamente, y el no perder el estatus, las prebendas y la figuración pública que conlleva el cargo. ¿Cuántos congresistas tendrán estas motivaciones?

Finalmente, las pugnas y componendas entre bancadas, perspectivas de impunidad futura o incluso la sombra de intereses inconfesables de grupos de presión externos al Congreso, figuran entre los valores ocultos. ¿Cuántos congresistas serán influenciados por estos nefastos valores?

Se ha cuestionado también, cuántos congresistas anteponen sus intereses personales al bien común y cuántos solo están ahí por las coimas y el clientelismo político. Las mismas interrogantes caben para todas las autoridades electas y nombradas. ¿Habrá legisladores y funcionarios con sanas intenciones que no solo busquen el beneficio personal? Es una incógnita que la ciudadanía anhela dilucidar.

Lo cierto es que una reforma de tal magnitud ameritaba un proceso mucho más transparente, técnico y participativo para generar los indispensables consensos y legitimidad, mucho más si ya había sido rechazada en más de una ocasión anteriormente por la población peruana.

Con esta decisión unilateral, se corre el riesgo de ahondar aún más la brecha entre la institucionalidad democrática y una ciudadanía que anhela auténtica representación y valores públicos renovados.

La desconfianza ciudadana no surge de la nada.

Y el pueblo, sigue siendo vilmente manipulado, distraído con artimañas mediáticas, montesinescamente manipuladas, cómo las travesuras de Otárola que todos se apresuran a criticar ¡Cómo si todos fueran unos santos!

¿Qué es la bicameralidad?

Es un sistema en el que el Congreso tiene dos cámaras: diputados y senadores. Los diputados se enfocan en elaborar y aprobar leyes, mientras que los senadores hacen un segundo filtro y tienen otras funciones. En teoría, la bicameralidad busca una mejor representación parlamentaria, mayor número de legisladores y mejorar la calidad de las leyes al tener dos cámaras que se revisan mutuamente.

Se menciona que actualmente Perú tiene un Congreso unicameral y que la última vez que tuvo bicameralidad fue antes del autogolpe de Fujimori en 1992. Algunos expertos ven ventajas en volver a la bicameralidad, pero reconocen que la alta desaprobación ciudadana hacia el Congreso actual dificulta su implementación.

Se detalla que el proyecto aprobado contempla pasar de 130 a 190 legisladores divididos en diputados y senadores, pero también permite la reelección inmediata de congresistas, algo muy cuestionado.

En 2018 hubo un referéndum donde se rechazó la bicameralidad, reflejando el malestar ciudadano con el Congreso en ese momento, situación que ahora se ha agravado con una desaprobación récord del 91%. y solo un 6% que aprueba su gestión

Cabe recordar que, en el Presupuesto Público de 2023, aprobado por el propio Congreso de la República, el Poder Legislativo tiene asignado un presupuesto de 778 millones de soles para el presente año fiscal. Una cifra que, sin duda alguna, se verá incrementada sustancialmente ahora que se deberá cubrir los costos de la nueva cámara de 60 senadores, sus respectivos equipos de asesores y todo el aparato logístico que demanda su funcionamiento.

En suma, con la polémica reinstauración del sistema bicameral y sus cuestionadas motivaciones subyacentes, el Congreso peruano una vez más pone a prueba su ya maltrecha credibilidad ante una ciudadanía que demanda con urgencia una renovada clase política guiada por valores auténticos de servicio público y representación legítima.

El reto es mayúsculo.

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