DIOS Y FUTBOL

por S. Doroteo Borda López
125 vistas 4 min.
A+A-
Reinicio

“CLERICUS CUP”, VERSIÓN ANDINA

En Roma, la Ciudad Eterna, existe un peculiar campeonato de fútbol llamado “Clericus Cup” (torneo o copa del clero), disputado por sacerdotes y seminaristas de las universidades e instituciones de la Iglesia Católica. El fondo común que anima a los participantes es, además de la fraternidad y la sana diversión, evangelizar también a través de los valores del deporte. Todos sabemos que el futbol es el deporte de las multitudes y, por eso mismo, forma parte de la pastoral sacerdotal.

En este contexto, invitados por Mons. Salvador Piñeiro, Arzobispo de Ayacucho, el pasado miércoles 9 de agosto, un grupo de sacerdotes, representando a la Diócesis de Abancay, viajó hasta Huamanga, para participar del Encuentro Sacerdotal Interdiocesano. También estuvo presente el Arzobispo del Cusco, Mons. Richard Alarcón Urrutia, capitaneando a más de treinta sacerdotes; por su lado, Mons. Wilder Delgado Venegas, Vicario General de la diócesis de Huancavelica, lideraba a los sacerdotes de esa jurisdicción.  

Aquel miércoles, rodeados de extraordinarios retablos barrocos que embellecen la Catedral de Huamanga, única en América Latina, más de setenta sacerdotes participaron de la celebración Eucarística.

En la homilía, el Arzobispo de Ayacucho, parafraseando al Papa Francisco, les habló de las cuatro cercanías que debe vivir el sacerdote: en primer lugar, debe ser hombre cercano a Dios. El trato y la intimidad con Dios proporciona al sacerdote la fuerza necesaria para ser el buen pastor; asimismo, debe ser un sacerdote cercano a su obispo y a sus hermanos del presbiterio. Esas cercanías dan al sacerdote el estilo de Jesucristo: cercanía, compasión y ternura para los que se cruzan en su camino; de este modo, todo pastor evita ser juez y se convierte en el buen samaritano que cura las heridas de su pueblo.

Al final de la ceremonia, Mons. Piñeiro pidió tomarse fotos al pie del altar. Mientras tanto, el gusanillo futbolístico rondaba la mente de todos ellos. En breves minutos iban a participar del campeonato futbolístico en el estadio “Cholo Sotil” de Huamanga.

Y así, el primer partido de la Clericus Cup, versión andina, fue disputado entre los párrocos del Cusco y los de Abancay, en el que vencieron los incaicos por dos goles a uno. Por su lado, el choque del clero de Ayacucho contra el de Huancavelica fue a favor de los de la “tierra del mercurio”. Éstos últimos también vencieron a los incaicos. Al finalizar el campeonato, Ayacucho quedó en el tercer puesto y Abancay en cuarto lugar. 

Hay que notar que los párrocos de Huancavelica —campeones del match— son más jóvenes y mejor preparados que los ayacuchanos, incaicos y abanquinos… Los premios consistieron en medallas de oro y copa para el equipo campeón, y medallas de plata para los cusqueños subcampeones, entregados por Mons. Piñeiro.

Estos eventos de confraternidad iniciaron hace veinte años. Son jornadas de Dios y fútbol; pues, además de orar juntos, los pastores aprovechan esos momentos para evocar sus años de seminaristas, recordar las mejores anécdotas y agradecer las innumerables gracias que recibieron en su camino de entrega a Dios.

Son también curiosas las estampas que dejaron aquellos jugadores. Algunos dominaban el balón como si fueran profesionales del futbol. Ese día, habiendo colgado sus sotanas, aquellos “hombres sacados de entre los hombres”, disputaron como cualquier mortal —algunos con pronunciadas panzas, arrugados o calvos o canosos—, pelearon el esférico hasta el final, incluso con alguna falta para tarjeta amarilla.

Por la mañana, el Arzobispo de Ayacucho les había instado a ser pastores de mucha oración y de mucho trabajo; que debían trabajar “en comunidad, sin buscar comodidad”, y todo para la gloria de Dios.

Al final, después de haber soportado el candente sol andino y habiendo sudado la gota gorda, aquel centenar de sacerdotes, hayan campeonato o no, volvieron gustosos a sus parroquias, con ánimos de seguir bregando en la Viña del Señor, manteniendo vivo en sus corazones el fuego del amor de Dios.

Deja un comentario

También le puede interesar

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Suponemos que está de acuerdo, pero puede darse de baja si lo desea. Aceptar Seguir leyendo

error: ¡Lo sentimos, este contenido está protegido!