“Una cañita pues, con los amigos, o ya te has olvidado”. El tapón López estaba junto a un grupo de amigos en uno de los locales frente al cementerio, de donde yo salía luego de una visita que es habitual en cada regreso a Abancay. Nos saludamos con la efusividad que en estos tiempos se extraña. No conocía a todos, pero era evidente que eran grauinos, igual que yo. Todas las anécdotas tenían la añoranza de la época del colegio: de las clases, los profesores, los recreos, los juegos, las papas rellenas de la tía lora y las primeras veces que los más “adelantados” se habían emborrachado.
El tapón era de mi promoción. En el entusiasmo del momento contó una anécdota cuando, estando en quinto de secundaria un grupo del salón no había llegado a los talleres de “laboral” y terminó en “El Carrizal” de los Ayma, una picantería cerca del colegio donde además vendían chicha de jora. En esa historia que había representado la primera borrachera para varios de ese grupo, según el relato, estaba yo. “Te acuerdas que después nos fuimos a dejarle al pato Lucas en su casa?” Me dijo entre carcajadas mi amigo del colegio. Recién pude entender el “…o ya te has olvidado” de su frase inicial. El tapón, como algunos, me recordaban en quinto año a pesar que yo me había ido a Lima antes de terminar el tercer año de secundaria. No me atreví a corregirlo. Total, ese encuentro de amigos tenía un ambiente que no merecía ser alterado por un dato que parecía ser insignificante en ese momento.
A la salida de “El Carrizal”, y camino a la casa de Lucas, los amigos bajaban cantando el famoso “Salgan muchachas a sus balcones…”, que en los ochenta, luego de ganar algún partido de fútbol en el campeonato escolar, los grauinos recorríamos las calles entonando esa canción que terminaba con una frase que hacía que todos suban la voz: “…porque el grauino es hombre macho / y tiene plata para chupar”.
Años después, el equipo del Miguel Grau que participaba en la Copa Perú, luego de un entrenamiento frustrado por la lluvia, llevó a los jugadores a una tienda cercana al Estadio de Condebamba donde compraron un Sprite grande para compartir. En esa anécdota contada por alguno de los presentes, llegó al final el marcador izquierdo Gabancho (quien además trabajaba en “Caminos”, como se le dice en Abancay al Ministerio de Transportes) a quien quisieron jugarle una broma llenando un vaso con cañazo. “Inviten su gaseosa, no sean tacaños”, les dijo el zurdo. Y el travieso del grupo le entregó el vaso lleno del aguardiente. Todos aguantaban la risa para el momento en que tome y se atore, como suele pasar. El famoso Gabancho agarró el vaso y comenzó a tomarlo de golpe, hasta dejarlo vacío, y luego ante la mirada incrédula del grupo, dijo: “Trago creo???”.