“Te imaginas jugar cinco partidos a estadio lleno en el Estadio Nacional?”. La remembranza, a más de cuarenta años de la hazaña, era del chuño Batallanos, recordado crack del fútbol abanquino. Nos encontramos en Lima hace un par de años con un grupo de abanquinos en San Miguel y jugamos fulbito con él, algo que que para nosotros, sus menores, tenía un significado especial porque siendo colegiales íbamos al estadio a verlo jugar como capitán del Grau.
En esa conversación luego del partido, entre amigos, el chuño recordaba la final de la Copa Perú de 1976. Ese año, fue la primera vez que un equipo apurimeño llegaba a esa gran final. Los seis equipos de todo el Perú que clasificaron a esa instancia, disputaron el ascenso a la máxima división del fútbol profesional, en cinco fechas decisivas en el Estadio Nacional de Lima.
“Nosotros estábamos acostumbrados a jugar siempre en El Olivo”, nos decía, refiriéndose al estadio de la capital de Apurímac, con cancha de tierra y en esa época casi sin tribunas. A diferencia de años posteriores, los jugadores del Grau eran netamente de Abancay y así como el chuño, los apelativos de los futbolistas tenían la peculiar característica del “lenguaje abanquino”.
Vuelvo a ese encuentro en Lima. Quienes son de Abancay reconocerán esa chispa peculiar que surge en cada encuentro con nuestros paisanos. Alguien le pidió la pelota diciéndole: “Chuño!!!”, y él paró el juego diciendo: “Muchachos, ya estamos en Lima, aquí ya no soy chuño… podrían decirme… fécula de patata”.
Un sábado en Breña, lugar del encuentro cotidiano de los peloteros abanquinos, el gran Chano Barrientos, también de la generación del chuño y jugador del Grau desde la etapa escolar, recordaba con su chispa ingeniosa de siempre, tal vez en una anécdota sazonada con exageraciones, que terminado uno de los partidos de la final, en el Estadio Nacional de Lima, cuando el Grau había empatado 2 a 2 con el Bolognesi de Tacna, a la postre campeón de esa finalísima, el corresponsal de campo del famoso programa Ovación de Radio El Sol, interceptó al chuño, autor de uno de los goles y le dijo: “Nos puede narrar su gol?”. Y Joaquín, en el estilo más abanquino habló por las ondas de una radio que llegaba a todo el Perú, respondiendo: “El Chenet le pasó al rocoto, que al toque se lo dio al chivo, el chivo lo vio por la derecha al pichinco, yo entré al área esperando el centro, el pichinco metió el centro con efecto y me dijo: ‘chuño, mochea’, entonces yo mocheé… y gol”.