EL NIÑO DE REYES

Esta es una historia que se cuenta desde hace siglos en un lugar cuyo nombre es “Santiago de los Reyes de Amancay”.
Hoy simplemente se le conoce como “Abancay”.

El niño vivía en la Catedral de Abancay.
Era el hijo de la Madre del Rosario, la patrona de los caminantes y nativos de este valle cálido y amistoso.
Cada 6 de enero llegan hasta las puertas del templo
unos danzantes con sus trajes de colores brillantes y espejos en sus sombreros.
Sus vistosos vestidos de raso de seda tienen lentejuelas,
despiden rayos de luz al contacto con el sol.
Ese 6 de enero de un año que se ha perdido en la memoria de ese pueblo llamado “Santiago de los Reyes de Abancay»,
el niño escuchó la música de un violín, un tambor
y un sonido grave bom… bom… bom…
El niño se deslizó por debajo de los brazos de su madre.
Utilizó su largo vestido para rodar hasta el piso
y por debajo de su manto siguió jugando a espaldas de la Madre.
El violín y el bom bom bom del bombo seguían sonando en sus oídos.

  • ¿Qué será esa música? ¿De dónde viene?
    Pensó para sí el niño.

El pequeño gateando por el piso alcanzó la puerta principal del templo y suavemente abrió la puerta pequeña.
Ya afuera, se escuchó:

  • ¡Un niño! dijo un hombre.
  • ¡Qué hermoso niño! Dijo una niña.
  • Niño, niño… Decían niños y adultos.
  • ¡Viejo! Levanta a ese niño… Es el niño rey… Corre…
    Dijo la vieja.

El viejo corrió hacia el atrio y subiendo las escaleras exclamó…

  • ¿Quién eres niño?.
  • Es el Niño de Reyes… ¿No te das cuenta viejo? Dijo el capataz.
  • ¡Viva el niño de Reyes…! Exclamó el viejo.
    y el capataz emocionado dijo:
  • Vamos a bailar para ti…

Eran los negrillos adoradores que bailaban para la multitud
como regalo de los reyes de oriente.
Los negrillos representan en este pueblo, Santiago de los Reyes de Abancay, a los reyes magos
Ellos siguen desde hace siglos a la estrella de Belén cada inicio de enero.
El Viejo emocionado, levantaba hacia arriba al Niño de Reyes
y la multitud aplaudía.
En un momento de silencio.
Una voz se escuchó desde lejos:

  • Manuelito… Manuelito… Manuelito ¿Dónde estas?.
    Era una dulce voz de mujer
    cuya voz salía desde el interior del templo.
    El Niño estaba en brazos del viejo
    mientras la multitud coreaba:
  • ¡Viva el Niño de Reyes…!
    La Madre seguía hablando con más fuerza…
  • Manuelito… ¿Puedes dejar de preocupar a tu madre? ¿Dónde te has ido?
    Y el niño bajó de los brazos del viejo y regresó por donde había venido.
    El niño desapareció tras la puerta y los danzantes adoradores siguieron con su fiesta.
    El público seguía aplaudiendo.
    Los niños reían y se divertían con las ocurrencias del viejo y la vieja.
    Esta es la fiesta de los negrillos adoradores.
    en este pueblo llamado por entonces
    «Santiago de los Reyes de Abancay», hoy Abancay.
    Los danzantes representan a los reyes de oriente
    y niños y adultos se divierten viéndolos bailar.

Hoy, en este tiempo,
las damas solteras llevan en andas en sus hombros
al aclamado Niño de Reyes.
Los negrillos adoradores desde entonces bailan delante del Niño.
El viejo y la vieja marcan el campo para el baile
y los niños seguidores de los bailarines fijan en sus retinas
las coreografías y los vestidos de esta costumbre
que es parte de la cultura mestiza de la Ciudad de Abancay.

FOTOS: «Negrillos Adoradores de Santiago de los Reyes de Abancay»
COLECC. Washington Pichihua Vargas.

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