Un niño, que había recibido una jugosa propina por sus excelentes calificativos en la escuela, iba feliz a comerse un helado, cuando pasó frente a la vitrina de una tienda de mascotas y escuchó los gemidos lastimeros de unos cachorros.
Vio a varios pequeños caninos, de distintas razas, moviéndose inquietos en un reducido cubículo, entonces preguntó:
—¿Cuánto valen?
El vendedor, sín apresurarse, pues sabía que los muchachos solo son curiosos y que pocas veces llevan consigo el dinero suficiente para comprar una mascota, le respondió:
—Cada uno tiene su precio, y van desde 100 hasta los mil soles. ¿Cuál te gustaría?
El niño apenas contaba con 10 soles en su bolsillo, así que preguntó al vendedor si por ese dinero, le permitiría, al menos, jugar con ellos. Quizás… acariciarlos un poco…. El vendedor, conmovido respondió:
–Bueno, un rato… y será gratis, no te preocupes, pero no los manosees mucho
El niño feliz acarició a todos, uno a a uno. Primero a los que se acercaron en busca de cariño, luego a los reticentes. ¡Le faltaban manos!
Estaba en eso, cuando se dió cuenta de que uno de los cachorros lo miraba triste. Sentado en un extremo, movió la cola cuando se percató que le prestaba atención.
Cuando lo llamó, se dio cuenta que cojeaba, y por ello quizás, los otros lo tenían apartaado. Desde su rinconcito, el cachorrito se acercó con dificultad El niño lo levantó, y el perrito feliz, agitaba la cola como un ventilador mientras lamía las manos que lo habían tomado.
El niño, conmovido preguntó:
—¿Y esté…? ¿Qué pasa con este pequeñito?
—¡Ah! Ese… Nació con un problema en la cadera, nunca podrá caminar como los demás en toda su vida.
El niño, primero se puso triste, pero luego, con ojos entusiasmados le dijo:
—¿Y si me lo quisiera llevar…? ¿Me lo puede vender…? Lo pagaré en cuotas, ¿Le parece…? Ahora le daré 10 soles, y todos los meses, le traeré algo hasta completar su precio.
El hombre sonrió al sentir la ternura del niño, y le respondió.
—No. Este cachorrito no está en venta. No sería justo cobrar algo por él, ya que solo traería problemas a su dueño. ¡Es raro que su criador no lo haya sacrificado!
—¡Yo quiero llevarlo y él, quiere irse conmigo!
—Bueno.. si tú lo quieres… y prometes cuidarlo bien, te lo puedes llevar… ¡Gratis! –le dijo, pensando agradar al niño.
El niño, primero se quedó perplejo, luego puso cara de enojo y respondió:
—¡No! ¡No lo quiero gratis! Este perrito vale tanto como los demás. ¡Quiero pagarlo hasta el último centavo!
El hombre muy sorprendido, quiso calmarlo.
—Tienes que entender que este animalito necesitará cuidados especiales, que quizá salga mucho más caro que los otros, ¿entiendes?. ¿Porque te enojas?
El niño levantó su pantalón, dejando al descubierto su pierna artificial, golpeando el tubo de titanio con una moneda.
—¡Yo sé cómo es esto…! Este perrito necesita a alguien que lo pueda entender. Solo eso. Y eso…no le hace valer menos que los otros.
El vendedor apenas pudo contener las lágrimas y le respondió emocionado:
—Llévalo buen niño, llévalo. Luego, pagas el resto. Ojalá, todos los cachorros puedieran tener un dueño como tú…
Reflexión:
La historia destaca la compasión y empatía de un niño que, a pesar de sus limitaciones financieras y físicas, elige cuidar de un cachorro con discapacidad. Su valioso mensaje radica en la igualdad de valor de cada ser, independientemente de las circunstancias. Resalta la belleza de la comprensión y el amor incondicional, inspirando a ver más allá de las apariencias y cuidar de aquellos que necesitan comprensión y aceptación.