Aprendiendo a valorar cada instante de la vida
Hace un tiempo, viendo una película para niños con Lucía, mi sobrina más pequeña, escuché esta frase que motivó el presente artículo:
«El pasado es historia,
Eleanor Roosevelt
el futuro es un misterio
sin embargo
el hoy es un regalo
y por eso se le llama presente».
Fue en «Kung Fu Panda» y la cita el Maestro Oogway, aunque investigando descubrí que es una frase pergeñada por Eleanor Roosevelt una escritora y política norteamericana que nos advierte sobre la excesiva importancia que damos a los pensamientos, que nos llevan hacia el pasado o hacia el futuro, impidiéndonos sentir la paz y disfrutar la vida y lo que hay en el momento presente.
Todos llegamos a este mundo sin saber cuánto nos toca vivir y cómo debemos hacerlo. No hay un manual de instrucciones, ni un reglamento, ni un mapa, ni un certificado de garantía. La sociedad donde aterricemos, nos dará ciertas normas para vivir la vida, pero está en nosotros el decidir qué haremos con nuestras vidas, pues todos tenemos libre albedrío.
Mirando la vida desde esa perspectiva, todo es un albur.
Nadie nos dice, «tienes 69, años para lograr tu misión en la vida» o «tienes que hacer tal cosa y tienes tanto tiempo para conseguirlo». No, nadie nos dice nada de eso porque lo que nos ofrece la vida es el beneplácito de vivir.
No podemos saber de cuánto tiempo disponemos, cuánto tiempo nos queda, y aún así la mayor parte del tiempo, lo perdemos.
La mayoría de nosotros pierde mucho tiempo en pensar ¿Cuál será el final? preocupados en saber ¿Cuál será la recompensa o el castigo al final del camino?, no valoran que se debe disfrutar del propio camino. Otros, están aun peor, solo pensando en cuanto han acumulado y en como acumular más, obviando que al final, nada de lo que acumulen servirá para nada.
En esta sociedad tecnologizada en grado sumo, estamos acostumbrados a ir demasiado rápido en todo, pues las exigencias y la competitividad de la sociedad moderna nos obligan a eso, y así, estamos desperdiciando muchas cosas, como la oportunidad de contemplar y disfrutar de todo el panorama, cuando vamos lento.
Es como en la lectura. ¡Qué absurdo sería leer poesía rápidamente!, como cuando leemos las noticias o un texto técnico.
La poesía, tanto como las canciones, hay que disfrutarlas frase a frase, pausadamente, para gozarlas y sentir el mensaje que el autor quiso dar con ellas.
Y así, el tiempo va pasando…
¿Qué pasaría si, un día te enteras de que te quedan solo unas horas, unos días o unas semanas de vida? Apuesto a que todos, ¡vamos a querer más tiempo! Pero el tiempo no se puede comprar, no se puede vender, no se puede almacenar, ni se puede intercambiar. El tiempo, la oportunidad, pasa una sola vez, y lo empleamos bien o lo perdemos. Es así de sencillo.
Y lo triste es que, solo cuando lo hemos perdido o nos queda ya muy poco, recién nos damos cuenta de lo valioso que es.
¡No perdamos el tiempo!
El mañana es un lienzo en blanco, moldeado por nuestras pinceladas presentes. En vez de resignación, abracemos el poder de la invención. Sembremos hoy, para cosechar mañana un futuro lleno de humanidad y propósito, donde cada día merezca la pena ser vivido.
Una gran frase dicha por un gran artista, dice así:
«La vida, es como una obra de teatro que no permite ensayo,
por eso canta, ríe, baila, llora y vive intensamente,
cada día, cada hora, cada instante,
antes de que el telón caiga y la obra termine»
Charles Chaplin
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