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Cuando los likes valen más que la ética
En el vasto mundo de las redes sociales, son muchas las plataformas que son usadas para cometer delitos. Facebook, Instagram, WhatsApp, TikTok, YouTube, y otras más han servido para que los pillos consigan incautos y los esquilmen de la peor manera.
Meta —dueña de Facebook, Instagram y WhatsApp— al parecer es de las más utilizadas por sus malas políticas al respecto, pues no solo conecta amigos, también conecta estafas con billeteras desprevenidas. Según documentos internos a los que tuvo acceso Reuters, hasta el 10 % de sus ingresos en 2024 provenía de anuncios fraudulentos y productos prohibidos. Quince mil millones de anuncios «de alto riesgo» aparecen cada día, y la respuesta de la compañía, que recibía los reportes de usuarios indignados, en vez de eliminar tales avisos de inmediato, simplemente les cobraba tarifas más altas y miraba para otro lado.
Si creías que el fraude era solo estadounidense, piénsalo de nuevo. En Perú, se han usado imágenes de figuras prominentes —como Julio Velarde, director del BCR, Roque Benavides exitoso empresario; figuras de televisión como Ricardo Morán, Mávila Huerta y Nicolás Lucar, deportistas como Claudio Pizarro y Paolo Guerrero, políticos como Dina Boluarte y Verónika Mendoza y otros— recreadas con inteligencia artificial para atraer a ciudadanos hacia inversiones falsas, sistemas de trading, inversiones en criptomonedas y timos piramidales. En otras palabras, no eres tú el único que alguna vez creyó en milagros financieros: muchos ingenuos caen impulsados por los algoritmos que se aprovechan de nuestra confianza.
Meta sabe lo que hace. Tiene sistemas de alerta, equipos de moderación y estrategias internas, pero prioriza la rentabilidad sobre la ética, quizás por ello redujo estos equipos y sistemas al mínimo. La fiscal general de Nueva York, Letitia James, advierte que los anuncios de inversión fraudulentos han provocado pérdidas de cientos de millones de dólares. Y eso solo en EE. UU.: en Perú y otros países, la combinación de rostros falsos y promesas imposibles es igual de peligrosa.
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No solo eso: Meta es una de las redes sociales donde abundan sitios que muestran información falsa, likes y seguidores inflados y cuentas de usuario ficticias, multiplicando la ilusión de popularidad y credibilidad. Cada clic puede ser una trampa, cada «me gusta» un espejismo, y cada anuncio un pequeño fraude listo para robar tu atención… y tu dinero.
Además, se multiplican los sistemas que ofrecen libros, música, películas y artículos llamativos online, que resultan ser burdas estafas. Estas plataformas tienen todas las formas de pago y vendedores insistentes que, una vez contactados, atosigan al comprador con argumentos persuasivos hasta que realiza el depósito correspondiente, prometiendo el envío por correo o courier. Sin embargo, el producto nunca llega. La combinación de apariencia legítima, presión psicológica y la espera ansiosa del artículo convierte estas estafas en trampas sofisticadas para los incautos.
A muchas personas, y en especial a mujeres mayores de buen corazón, les resulta difícil comprender cómo puede existir tanta codicia y maldad en el mundo, muchas veces no lo aceptan. Por eso, a pesar de la evidencia, siguen confiando en estos anuncios y promesas fraudulentas, aferrándose a la esperanza de que lo que parece demasiado bueno para ser verdad… quizás, solo quizás, sí lo sea. Estadísticamente, el género femenino y las mujeres mayores de 40 son las principales víctimas de estas modalidades delictivas.
Cuando quieras comprar algo online, a menos que sea una plataforma confiable como Amazon, analiza cuidadosamente antes de depositar tu dinero. Lo más recomendable es optar por sistemas de pago contra entrega, es decir, pagar solo al recibir el producto, para evitar sorpresas desagradables y caer en estafas que prometen y nunca cumplen.
La ironía final: mientras promete eliminar estafas, Meta genera ingresos millonarios gracias a ellas. Es como aplaudir a un ladrón que devuelve parte del botín. Entre algoritmos que dudan más de la ética que de la ganancia, anuncios que parecen avalados por la autoridad y vendedores virtuales que no cumplen, navegar por sus plataformas es un acto de fe, humor y precaución.
Meta, el espejo digital de nuestra época, sigue reflejando nuestros deseos, miedos y la eterna tentación de creer en lo imposible. Solo que esta vez, algunos espejos cuestan dinero.
Fuente: Pablo R. Suanzes, El Mundo, 6 nov. 2025. «Hasta el 10 % de los ingresos de Meta provienen de estafas».
