El 4 de abril del 2025, las cenizas del hijo de Micaela Bastidas y José Gabriel Condorcanqui, fueron entregadas en Madrid, al alcalde del Cusco para su cristiana sepultura, en la tierra que lo viera nacer. Habían pasado 244 años de la gesta tupacamarista y su posterior exilio. He aquí la biografía del último de los Amaru Inca.
Fernando Túpac Amaru Bastidas.
El benjamín de la pareja. Cuando estaba en sus trece años, fue obligado a presenciar el asesinato de sus padres y de varios familiares más, en la plaza de armas del Cuzco, el día del ajusticiamiento de Micaela Bastidas.
Dícese que, al comenzar el descuartizamiento de su padre, Fernandito lanzó un grito desgarrador, como preludiando el gran primer “Grito” de Independencia de la corona española. A poco de quedar huérfano, estando preso, Fernando fue embarcado con orden de prisión en África en el navío San Pedro de Alcántara. Sin embargo, este barco naufragó el 02 de febrero de 1785 ante los acantilados de Peniche, en Portugal. Fernando salvó morir de milagro. El San Pedro cargaba un enorme tesoro por lo que su hundimiento fue en su época devastador.
Después de su salvamento, Fernando Túpac Amaru Bastidas fue confinado tres años en un castillo gaditano. Luego, se le dejó en libertad vigilada y pasó a estudiar en las Escuelas Pías de Getafe en Madrid, mientras otros restos de su familia colateral y remota que también habían sido condenados, fueron dispersados por media España. De Getafe, fue trasladado al Colegio del Lavapiés Finalizados sus estudios, Fernando pretendió acceder a algún empleo como administrativo del Ayuntamiento de Madrid, pero sus constantes solicitudes siempre fueron rechazadas.
Su miseria y falta de apoyo lo condujo a su muerte prematura, falleció en 1798, insolvente y paupérrimo, en la flor de la vida y sólo 17 años después del siniestro espectáculo de la plaza de Cuzco. Se supo de un informe médico datado siete meses antes de su muerte según el cual, Fernando padecía una “melancolía hipocondríaca” murió en Madrid de miseria y abandono.
Se conoce de él la carta que escribiera desde Madrid:
Madrid 04 de Noviembre de 1,798. Querido pueblo peruano:
Escribo con la convicción de no haber perdido la fe en la Libertad del Perú. No interesa ahora mi persona, sino los ideales que enarbolaron mis padres José Gabriel Túpac Amaru y mi madre Micaela Bastidas. Todo el sacrificio ha valido porque así hemos aprendido que solo los pueblos que luchan alcanzan a ser libres, no los que se arrodillan ante el poderoso y déspota que tiene ventajas.
Hace exactamente 28 años que un día como hoy, el 04 de noviembre de 1,780, mi glorioso e inolvidable padre encabezó la más grande revolución que se haya dado en el reino del Perú y en el Continente. Muchas personas se sacrificaron para alcanzar la libertad, pero el enemigo se valió de la iglesia, de la traición de caciques y de los peruanos que no sienten la necesidad de liberar al Perú del yugo español. Toda mi familia fue diezmada con odio y saña. Como a mi padre no lo pudieron descuartizar con cuatro caballos, lo degollaron vivo. A mi madre la mataron a patadas. Han muerto mis hermanos, mis tíos y todas las personas que llevan el apellido Túpac Amaru. Yo estoy preso desde que tengo once años, a pesar que me han sometido a numerosos vejámenes, humillaciones y degradaciones como ser humano, nunca me he quebrado, jamás he pensado en suicidarme y trato de sobrevivir para dar un testimonio de esperanza. Parece contradictorio, pero es así. Mientras ellos creen que me encarcelan, mi corazón recuerda a mis padres con más fuerza.
Cuando me pregunto ¿cómo es que he podido soportar tanta ignominia? La respuesta es el amor a mis padres y al Perú. Por eso, yo que he sido y sigo siendo carne de prisiones, les pido que no pierdan la esperanza, la fe en que el Perú será libre, tarde o temprano. Eduquen a los jóvenes para que luchen por el Perú, enseñen a los niños a amar al Perú, escriban los nombres de la Libertad y del Perú juntos. Mi padre no ha sido vencido, no han sido vencidos sus ideales sus sueños. Nunca podrán matar sus ilusiones ni su sagrado deseo de ver al Perú libre para siempre. Entonces si su vida y su lucha sirven para fecundar los futuros campos, ellos deben dar nuevos frutos para todos los peruanos del futuro, en buena hora regresará desde el fondo del tiempo. La libertad solo se alcanza luchando, un ejemplo evidente es la Revolución Francesa, cuando un pueblo decide que sebe tomar tal determinación histórica, no hay fuerza superior que lo detenga. Solo los pueblos que van a las batallas vencen. Por eso hoy es un día para renovar la fe en el futuro de todos los pueblos oprimidos de América. Siempre estaré presente con mi espíritu más allá de la muerte.
Un servidor de los más grandes ideales libertarios.
Fernando Túpac Amaru Bastidas.
Así, terminó la corta vida del hijo de la pareja que puso en vilo al virreinato del Perú, poniendo a temblar a la corona española. Ahora descansa en paz Fernandito, no serás olvidado y tu coraje permanecerán vivos y tu carta vigente para siempre.
Luis Echegaray. Fragmento de la Segunda Edición de MICAELA BASTIDAS PUYUCAHUA, Ed Capaxus, Lima Perú 2025.