FUERZAS QUE MUEVEN AL MUNDO III – EL SEXO

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¿Qué tan importante es el sexo?

El sexo era un tema tabú, que antes se hablaba en susurros y en privado, rodeado de silencio y negación. Hoy, ya no lo es tanto, felizmente.

El deseo sexual esa emoción, impulso o fuerza que nos mueve al encuentro íntimo con otras personas, nos motiva a relacionarnos, a compartir intimidad, a mantener relaciones afectivas y sexuales, a disfrutar, pasarla bien y sentir placer, es una parte natural del ser humano.

Bajo un enfoque religioso, el sexo es también creación de Dios, pues él creó personas masculinas y femeninas para unirlas por medio del sexo. «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.» (Génesis 2:24). Tanto el hombre como la mujer son creados con deseo sexual, y se asume que el sexo es bueno, cuando se realiza bajo el matrimonio.

Como dijimos en el primer artículo de esta serie, hay personas que renuncian al sexo por una acendrada espiritualidad o una dedicación total al servicio de Dios o de la comunidad. Hay otras que renuncian por miedos, vergüenza o por prescripción médica, pues el sexo no es necesario para sobrevivir pero, para muchas personas, es imprescindible para completar su felicidad.

En cuanto al sexo, se aplica un viejo dicho popular, que sostiene una deliciosa paradoja. «Todo lo que es rico en la vida, o es ilegal, o es inmoral o hace daño a la salud». Y hay algo de cierto en ello, pues en lo erótico y sensual, la atracción por lo prohibido nos puede llevar a travesuras clandestinas, pero claro, también pueden meternos en líos con la ley. Algunas veces, en el ámbito íntimo, hay un debate entre nuestra conciencia y nuestros apetitos, creando un conflicto moral, Por último, algunas aventuras sexuales pueden ser tan emocionantes como correr un rally o subirse a una montaña rusa, entonces, es importante siempre tener cuidado y no arriesgar nunca la salud e integridad física y emocional. ¡Siempre se debe usar el cinturón de seguridad, y también el condón!

Aunque ciertos placeres puedan parecer prohibidos, inmorales o arriesgados, la clave está en el equilibrio y la responsabilidad. La vida es corta y debemos disfrutarla con respeto y consciencia, de forma sana y consensuada. Debe ser una fuente de enriquecimiento personal y una conexión genuina con otros seres humanos.

Pero cuando el deseo de gratificación sexual se hace desenfrenado, obnubilando nuestra percepción y haciéndonos perder la perspectiva en el trato social, se convierte en lujuria.

La lujuria, como la codicia, también ha hecho mucho daño a la humanidad, conducido a la explotación, la objetificación y el abuso de otros seres humanos.

La lujuria despoja a las personas de su humanidad, alimenta el tráfico sexual y la prostitución, promueve una cultura de gratificación inmediata y consumismo, donde el valor de una persona se mide en términos de su atractivo físico y su habilidad para satisfacer deseos momentáneos.

La lujuria también ha permeado los medios de comunicación y la industria del entretenimiento que, aprovechando los instintos humanos más básicos, promueven una visión distorsionada y superficial de la sexualidad, afectando más a las mujeres, reduciéndolas a simples objetos sexuales.

La explotación de la prostitución y la pornografía son pingües negocios. En Internet, el 12% de los sitios web (más de veinticuatro millones y medio) son pornográficos y más de 2.500 millones de los correos electrónicos y mensajes que se escriben a diario son de contenido sexual. En Europa, ¡Oh sorpresa!, uno de cada tres espectadores de porno es mujer. ¿Será igual en el Perú?

La prostitución, de acuerdo con los datos de la ONU, es el segundo negocio más lucrativo del orbe, alrededor de 108.000 millones de dólares anuales.

El afán de sexo arrastra también otras consecuencias. Normalmente las mujeres son las más vulnerables, pero últimamente las estadísticas muestran que también hay hombres victimizados. Leí  casos en que malas mujeres, aprovechando las leyes sesgadas a su favor, coactan, extorsionan y hacen imponer penas a hombres. Unas veces movidas por la codicia y otras, por bajos sentimientos como, la envidia o la venganza, recurren a mentiras, niegan haber tenido relaciones de manera consensuada, y con solo su palabra, pueden meter a sus víctimas en serios aprietos.

El dinero, el sexo y el poder son fuerzas que suelen ir siempre juntas para el exceso, en un sentido religioso, son las herramientas favoritas del diablo para causar infelicidad.

En conclusión, el sexo es una importante de la vida, mejor si está ligado al amor. Nunca debe servir para dañar a otros ni a nosotros mismos. Podemos dar un espacio a nuestras pasiones sin tropezar nunca con la lujuria desenfrenada, construyendo en lo posible, relaciones auténticas y nutritivas.

Debemos siempre buscar la espiritualidad antes que el hedonismo (la búsqueda de placer como objetivo de vida), porque, a fin de cuentas, no durará.

Bien dicen que, después de los 60’s, todos pertenecemos al sexo débil.

Ver la Primera Parte

Ver la Segunda Parte: El dinero

Ver la Cuarta Parte: El Poder

Continuará…

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