¡GRACIAS MAESTRO!

Entre los recuerdos más inspiradores y preciados que cada uno de nosotros lleva, siempre están los de las personas que nos hicieron bien en la vida. No son muchas, a más de los padres, los abuelos, los tíos, los hermanos, los primos y los amigos, hay algunas que, sin estar en el entorno inmediato, han influenciado mucho en nuestras vidas, y entre estas, hay una figura que brilla con un resplandor singular, una que despierta emociones profundas y sentimientos de gratitud.

Sin embargo, parece contradictorio, pues muchas veces, precisamente esas personas, fueron duras con nosotros, muy lejos de la condescendencia —que tanto daño hace en la formación de los educandos—, nos exigieron mucho, quizá hasta nos castigaron —¿Cómo olvidar los correazos correctivos?— , pero nos hicieron conocer nuestras capacidades, descubrir nuevos conocimientos, mundos y límites, y lograr cosas que nunca antes pensábamos hacer.

Si, son los maestros, aquellos seres especiales que nos guiaron, inspiraron y dejaron huella imborrable en nuestras mentes y corazones.

Hablo del verdadero maestro, de aquel que no está pendientes del reloj, de aquel que es el primero en llegar y el último en irse, de aquel que trabaja con dedicación y empeño, aun llevándose trabajo a la casa.

Sin duda, entre todos ellos, algunos destacan con brillo especial. Seguramente son los que tomaron su carrera como un apostolado y usando no solo pedagogía, sino también sus vivencias y calidez humana, junto a todas sus otras virtudes, marcaron con su impronta en nuestras vidas.

Poniéndome en sus zapatos por un instante, me imagino erguido frente a un aula llena de sonrisas y anhelo de saber, de ojos atentos, de un mar de mentes curiosas pendientes de mis palabras y gestos, viendo en mí a un ser de sabiduría y paciencia infinitas, y los envidio.

Hay maestros que, enseñan no solo sus materias, sino también a perseverar y a celebrar cada pequeño logro; animan a soñar en grande y muestran que el conocimiento no tiene límites, impulsando a sus pupilos a conquistar el mundo con mentes y corazones abiertos.

Algunos maestros tienen gestos muy nobles, alentándonos a seguir adelante cuando la vida parece abrumadora, creyendo en nuestro potencial y llenándonos de confianza. Otras veces, también siendo confidentes, escuchándonos con empatía y mostrándonos soluciones, guiándonos a la luz en medio de las tinieblas.

Hay maestros que, a través de sus propias historias y experiencias personales, transmiten enseñanzas que nunca podrían ser aprendidas en los libros.

En algunos momentos de mi vida, yo mismo hice de maestro, épocas de las que guardo muy gratos recuerdos. Por entonces, era muy joven, recién había terminado el colegio y tuve en CESCA de Arequipa la oportunidad de enseñar rudimentos básicos de computación y algo de programación BASIC. La mayor parte de mis alumnos eran mayores que yo, profesionales y empresarios.

No fue fácil, y no sé si lo hice bien, pero lo que sí sé es que, pocas cosas me satisficieron tanto como recibir el saludo agradecido de esos antiguos alumnos, años después. Por eso imagino la complacencia y alegría de mis profesores.

Hoy, quiero rendir homenaje a ellos y expresar mi gratitud hacia esos héroes de la educación que moldean con pasión las vidas de sus alumnos.

Hoy, querido maestro, te ovacionamos de pie y te abrazamos, ofreciéndote nuestras disculpas por no ser constantes y todo lo agradecidos que debiéramos ser. Gracias maestro, por haber sido un faro de luz en nuestras vidas y por haber sembrado las semillas de conocimiento y sabiduría en nuestras mentes. Gracias por vuestra paciencia, dedicación y amor incondicional.

Ustedes maestros, son los verdaderos arquitectos de nuestra sociedad y vuestra labor trasciende el tiempo y el espacio.

A mis maestros del Glorioso Colegio Miguel Grau

Recuerdo entre mis maestros del colegio Miguel Grau, a José Hernán Miranda, Raúl Peralta, César Velasco, Manuel Azurín, Rubén Miranda+, Leónidas Valer+, Augusto Herrera+, Ítala Cabrera y otros.

A mis maestros del Glorioso Colegio San José – La Sallé del Cusco

Recuerdo con especial cariño también a mis maestros del colegio La Salle del Cusco, a los hermanos Luis Bejarano, Santiago Eizaguirre y Fernando Morón, los profesores Fernando Mujica Escalante, Mario y Miguel Polar, Vladimiro Zegarra, José Ángulo, Fernando Bragagnini y José Peñaloza.

A mis maestros de la Pre Vocacional de Varones 661

Recuerdo con especial agradecimiento a mis profesoras de la Escuela 661, la Antigua Pre Vocacional de Varones dirigida por don Manuel Jesús Sierra Aguilar, la profesora Nilda de Roldán y Yolanda Ríos de Valenzuela, que me enseñaron a leer y el poder del verbo, y me abrieron el fabuloso mundo de la lectura del que disfruto cada día

Y cómo no a mi querida tía Margarita, maestra abnegada de profesión y vocación, que desde el hogar fomentó mi pasión por la lectura releyendo cada libro que yo leía, y fomentando el análisis y el debate de esas lecturas.

A ellas se debe Peruanísima esta revista que fomenta la lectura.

Hay tantos otros, que me perdonarán que no los mencione, pero a todos, les agradezco su compromiso inquebrantable y su dedicación incansable, que nos ha enseñado lecciones que trascienden los libros de texto.

¡Feliz día maestro!

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