Gracias por enseñarme

por Redacción Peruanísima
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Reinicio

Una vez un padre de una familia muy rica, llevó a su hijo a pasear por el campo con el propósito de que su hijo viera cuán pobres eran esos campesinos, y para eso, pasaron un día completo ahí y por la noche descansaron en la destartalada casita de una familia muy humilde.

Al concluir el viaje y de regreso a la casa en su flamante automóvil, el padre le preguntó a su hijo:

— ¿Qué te pareció el viaje…? — preguntó el papá, y al no obtener respuesta, continuó— ¿Viste que tan pobre puede ser la gente?

— ¡Si!, respondió el niño.

— ¿Y qué aprendiste, hijo mio? — insistió el padre.

— Vi, — dijo el pequeño — que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega hasta la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos cuatro lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. El patio de nosotros llega hasta la pared junto a la calle, ellos tienen todo un horizonte de patio.

El padre estaba mudo. Y su hijo agregó

— ¡¡¡Gracias papi, por enseñarme lo pobres que somos realmente!!!

Reflexión

Esta historia transmite un poderoso mensaje sobre la percepción de la riqueza y la felicidad. A través de la experiencia en el campo, el niño logra ver la verdadera riqueza en las cosas simples de la vida.

Esta historia transmite un poderoso mensaje sobre la percepción de la riqueza y la felicidad. A través de la experiencia en el campo, el niño logra ver la verdadera riqueza en las cosas simples de la vida.

En lugar de centrarse en las posesiones materiales, el niño destaca las bendiciones y las maravillas naturales que la familia humilde posee: más perros, un arroyo interminable, un cielo lleno de estrellas y un horizonte expansivo. Este cambio de perspectiva lleva al niño a agradecer por las cosas simples y a darse cuenta de que, a pesar de su aparente prosperidad material, en realidad son menos ricos en comparación con la familia humilde.

El mensaje central es que la verdadera riqueza no se mide solo en posesiones materiales, sino en la apreciación de la vida y en la capacidad de encontrar alegría en las cosas simples. La historia invita a reflexionar sobre la importancia de valorar lo que se tiene, encontrar la felicidad en las experiencias cotidianas y no dejarse cegar por la búsqueda constante de más posesiones materiales.

En resumen, la riqueza real no se encuentra en la cantidad de cosas que poseemos, sino en nuestra capacidad para apreciar y disfrutar las bendiciones que nos rodean en la vida cotidiana.

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