En el mes de la patria, flamea impetuosa nuestra bandera bicolor mientras nos preparamos para resaltar el orgullo y la identidad nacional festejando el 203 aniversario de haber proclamado la independencia de España; con múltiples celebraciones que incluyen desfiles, ceremonias oficiales y diversas actividades en todo el país.
Hay quienes dicen que, habida cuenta de tanta corrupción e incompetencia en quienes nos gobiernan, da vergüenza celebrar las fiestas patrias. No les falta razón, pero, sin dejar de ver toda la preocupante problemática nacional, debemos resaltar nuestra peruanidad, nuestro patriotismo, nuestro amor por la tierra y por nosotros mismos, recordando más que nunca a los grandes peruanos que hicieron patria.
Para ello, en este mes patrio, vamos a publicar algunas semblanzas de estos grandes hombres, y comenzamos con Ramón Castilla.
Ramón Castilla y Marquesado
Ramón Castilla y Marquesado (1797-1867) fue un destacado militar y político peruano. Participó en las guerras de independencia y tuvo una influencia significativa en la política nacional durante el siglo XIX.
Fue presidente del Perú en varias ocasiones (1845-1851, 1855-1862, 1863) y es recordado por sus reformas progresistas, como la abolición de la esclavitud en 1854, la modernización del país mediante la construcción de infraestructura y la reorganización administrativa.
Ramón Castilla dispuso el primer censo en el país en el año 1861, a seis años de haber asumido la presidencia. Cuando recibió los resultados del censo, se preocupó seriamente. Población: 2,487,916 habitantes, Población Alfabetizada: 13%, Población Analfabeta: 87%. Alarmado, llamó a sus ministros y dijo: “Voy a proclamar mi primera política de estado, ¡Por un siglo, construir escuelas, escuelas y más escuelas!”
Efectivamente, en su gestión se construyeron 1,117 escuelas (una cada dos días). También creó la Escuela Naval y el Colegio Militar.
Ramón Castilla fomentó la economía del guano, que fue una fuente crucial de ingresos para el Perú. Compró la primera flota marina y los rieles para el ferrocarril, con una longitud que superaba a la suma de todos los tendidos ferroviarios de América Latina. Construyó el telégrafo y lo extendió hasta los países vecinos, impulsó la creación del primer Código Civil y creo el Banco de la República. Asimismo, dio la ley de Libertad de Prensa, abolió el Tributo Indígena que por tres siglos había empobrecido a los peruanos y enriquecido a los españoles. Abolió la Pena de Muerte, fundó el Servicio Diplomático, reformó la Administración Pública, estableció el Presupuesto Nacional, pagó la Deuda externa e interna, organizó el Consejo de Ministros e inició la Reforma Educativa, pero la más recordada de sus obras es la Manumisión de los Esclavos, decretada oficialmente en 1854.
Cuando dejó la presidencia en el año 1862, después de haber hecho mucho bien y generado bienestar, se fue a vivir con su hijo Juan Castilla, pues ni siquiera tenía casa propia. Preocupado por su misión y con honradez absoluta, no tenía los medios para comprar ni una humilde vivienda. ¡Había estado tan ocupado en hacer la grandeza del país que se había olvidado de sí mismo!
Ya anciano y con problemas de audición, fue invitado por la Universidad Mayor de San Marcos, cuando inauguró la Academia Nacional de Ciencias, dispuesta por Castilla en su presidencia. En su alocución dijo: “Señores, veo repleto este salón de grados, pero a ninguna mujer. Yo les auguro que dentro de un siglo, las universidades peruanas tendrán más mujeres que hombres.” ¿Acertó?
El capellán del cementerio Presbítero Maestro, al decir su responso, el 30 de mayo de 1867, muy conmovido exclamó: “Se va el cerebro más poderoso que haya producido la América.”
El legado de Ramón Castilla es inmenso y perdura como uno de los líderes más importantes de la historia peruana y del mundo, es un ejemplo de verdadera humildad, probidad, valentía y bondad, un ejemplo a seguir no solo para los políticos, sino para todos los peruanos, desde el puesto que desempeñemos en nuestra sociedad.
Para más artículos sobre los grandes personajes que forjaron nuestra nación, sigue a Peruanísima, donde la historia cobra vida a través de nuestras letras.
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