LA “BRAVURA” DE MI TÍA
Hoy partió al encuentro con el Señor una de las personas que mas quise y admiré en el planeta, mi tía Margarita Casas Casas, a sus 95 años.
Una persona que, para describir, tomo prestadas algunas palabras de Harper Lee al describir ciertos rasgos de carácter de mistress Dubose, un memorable personaje de la novela “Matar un Ruiseñor”, que le hiciera ganar el Premio Pulitzer: “Quería que vieses una cosa de aquella mujer, – decía Atticus Finch a su hijo Jem-quería que vieses lo que es la verdadera bravura, en vez de hacerte la idea de que la bravura la encarna un hombre con un arma en la mano. Uno es valiente cuando, sabiendo que ha perdido ya antes de empezar, empieza a pesar de todo y sigue hasta el final pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence.”
Los años hicieron estragos en su mente, causando olvidos y confusiones, sin empañar, a pesar de ello, la claridad de sus pensamientos.
Y mi tía Margarita poseía esa bravura.
Con sus exiguas fuerza, sus pocos kilos y pequeño tamaño, tenía la fuerza indomable de una fiera y la entereza de un gladiador, cuando de librar una batalla se trataba, esas tremendas batalla que librabamos en las sobremesas, discutiendo temas morales y de todo tipo, donde ella siempre era la defensora de la unión familiar, la honorabilidad, la decencia y la buena crianza, algo que otrora llamabamos “urbanidad”, termino que hoy, no solo ha perdido lustre, sino tambien significado.
Mi tía Margarita, luchando con sus males y sus dolores, no se arredraba ni tomaba en cuenta sus problemas de salud, su falta de movilidad ni sus molestos olvidos, cuando de defender sus valores e ideas se trataba.
Ella siguió educandonos hasta el último día en que estuvo en este Valle de Lagrimas.
Sus preceptos, quizas hayan estado desactualizados, pero la esencia de ellos, siguen siendo verdades tan grandes como el Quisapata y sus intenciones tan limpias y sanas como el aire del Ampay.
Ella fue, de esas personas que dedicó su vida a servir. Fue una agradecida hija cuando sus padres vivian; una excelente educadora y formadora de valores para sus alumnos y una segunda madre para sus hermanos, sobrinos, sobrinos nietos, por consanguinidad ó afinidad.
¡Gracias tía Margarita! hoy te rindo este pequeño homenaje con inmenso amor, aunque resulte muy poco al lado del que tu has dado.
Tú nos enseñaste lo que es el verdadero amor, aunque haya sido tan poco lo que has recibido a cambio.
Ahora, y como siempre, seguirás siendo un ángel para todos nosotros.
¡Gracias infinitas querida tía!
1 com.
Bonito reporte histórico de esta dama abanquina que muy poco se conoce más aún en estos últimos años