LA GRATITUD

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LA GRATITUD, PILAR DE LA GRANDEZA HUMANA

Hay muchos proverbios sobre la gratitud, uno de ellos dice «La gratitud es riqueza, la queja es pobreza», otro reza «La gratitud es una bella flor que nace del alma» y quizá el más conocido sea «De bien nacidos es ser agradecidos».

Saber ser agradecido ennoblece a quien lo es y a quién representa, pudiendo ser su familia, su colegio o institución.

Quien no es agradecido, difícilmente alcanza el éxito en la vida, casi nunca es apreciado por los demás y suele ser también mezquino y renegado. Algunas personas piensan que ser agradecido es sinónimo de debilidad. ¡Qué equivocados están! La gratitud es todo lo contrario, siempre es una muestra y un signo de grandeza y poder, pero los espíritus mezquinos no pueden entender eso.

El agradecimiento debe ser sincero, salir del corazón, de lo contrario no sirve para nada.

Al igual que una sonrisa falsa no engaña a nadie: la falsa gratitud es fácilmente detectable e igual de detestable.

No se puede agradecer igual una venia que un fuerte abrazo, una intención que un hecho consumado, una acción esporádica que una acción constante y permanente, un gesto realizado con sacrificio que un gesto displicente.

Oscar Wilde sabiamente escribió: «El acto de bondad más pequeño vale más que la intención más grandiosa». De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

Se debe ser agradecido con todos, pero no todos merecen el mismo nivel de agradecimiento, se puede agradecer con un abrazo, un apretón de manos, un beso, una tarjeta o una carta. Los laureles, las medallas y los diplomas de honor, también son muestras de agradecimiento, y se dan a quienes realmente DESTACARON.

La gratitud, como los honores, pierden valor cuando se usan en exceso, como por ejemplo, lo sucedido con la Medalla de la Ciudad, tan desvalorizada en la gestión del alcalde Guido Chahuaylla, por haberse dado a tuttili mundo. Muchos la merecían, pero otros tantos fueron elegidos solo por motivos políticos. ¿Qué distinción otorga si todos la tienen?.

«Quien recibe lo que no merece, pocas veces lo agradece», sentenció correctamente Francisco de Quevedo.

Hay cosas que se pueden regalar sin medida, otras que no.

Por ejemplo, se pueden regalar sin medida las sonrisas, que siempre enriquecen a quien las da y a quien las recibe, mas no sucede así con las risas. La risa es el supremo signo de la inteligencia humana (no hay ningún otro ser en la naturaleza que pueda reír), pero en determinados casos, solo es muestra de imbecilidad.

La gratitud une y da sentido a la vida, pero para que pueda funcionar como motor de cohesión social hay que sentirla y expresarla de corazón y en la medida correcta.

En caso de duda siempre es mejor pecar por exceso que por omisión, sin nunca perder de vista la brillante sentencia de Víctor Hugo, que escribió: «Es fácil ser bueno, lo difícil es ser justo».

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Oscar Loayza Azurin 02/10/2023 - 9:38 am

Cuando Abancay era uns ciudad pequeña, con pocos habitantes, todos nos conocíamos y el trato afectuoso era cotidiano y recíproco. Los niños sobre todo solían saludar a los mayores aún sin conocerlos, cedían la acera a las damas y a los ancianos, era frecuente en su boca decir “por favor”, “disculpa “, “gracias”. La gratitud, entonces, siempre estaba presente. Hoy, con casi cien mil habitantes, esas sanas costumbres ya no se practican. Somos unos extraños viandantes que nos desplazamos por nuestras calles como robots, indiferentes con lo que ocurra a nuestro alrededor. Por eso valoramos mucho, y hasta nos enternece, que alguien nos diga por algo que hicimos -así sea por algo insignificante- GRACIAS. Gracias. Carlos, por promover la vuelta al pasado con estas sanas fórmulas de entendimiento entre los hombres.

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Carlos Antonio Casas Suárez 04/10/2023 - 11:51 pm

Gracias Don Oscar, Gracias por leerme y gracias por sus apreciaciones tan sabias y sentidas.

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