LA MISA CRISMAL

por Carlos Antonio Casas
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Reinicio

Encuentro de unidad y misión en el corazón de la Iglesia

Cada Semana Santa, cuando el alma cristiana se prepara para contemplar el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, se celebra una de las liturgias más profundas y llenas de simbolismo: la Misa Crismal.

Hoy, jueves 10 de abril a las 10 am nuestra catedral se viste de fiesta espiritual. Aunque tradicionalmente la Misa Crismal se celebra el Jueves Santo, en muchas diócesis como la nuestra, se adelanta a los días previos para permitir que todos los sacerdotes puedan participar y luego atender a sus comunidades en el Triduo Pascual.

Puede que su nombre suene solemne —y lo es—, pero su mensaje es cercano, luminoso y lleno de vida para toda la comunidad.

¿Qué se celebra en la Misa Crismal?

La Misa Crismal no es una misa más. Es el momento en que el obispo, rodeado de todos los sacerdotes de su diócesis, consagra y bendice los santos óleos:

  • El óleo de los catecúmenos, que prepara a los que se acercan al Bautismo.
  • El óleo de los enfermos, que consuela a quienes sufren en cuerpo y alma.
  • Y el Santo Crisma, perfumado y solemne, con el que se ungen los nuevos bautizados, los confirmados, los sacerdotes y hasta los altares.

Estos aceites no son simples líquidos. Son signos vivos del amor de Dios, que unge, fortalece, consuela y consagra.

Un momento de comunión

En esta misa, los sacerdotes renuevan sus promesas de entrega, obediencia y fidelidad. Es un gesto humilde y poderoso a la vez, que recuerda al pueblo de Dios que sus pastores siguen caminando con ellos, con el corazón encendido por el mismo fuego del Espíritu.

La Misa Crismal es, por tanto, una expresión preciosa de la unidad de la Iglesia: el obispo, los sacerdotes y el pueblo reunidos como una sola familia, bajo la luz de Cristo, el Ungido por excelencia.

Una celebración para toda la comunidad

Aunque se celebre en la catedral y la presida el obispo, la Misa Crismal no es solo para el clero. Es un acto de toda la Iglesia. En ella, cada fiel puede descubrir que también ha sido ungido para una misión: ser luz en medio de la oscuridad, bálsamo en medio del dolor, voz del Evangelio donde haya silencio.

La fuerza del Espíritu en un solo gesto

La palabra “crisma” viene del griego chrisma, que significa “unción”. Y no hay unción sin misión. En la Misa Crismal, Dios unge a su pueblo para que salga al mundo con el corazón perfumado de esperanza.

La Misa Crismal es una fiesta silenciosa pero profunda, donde el aceite se convierte en sacramento, y el servicio en alegría. Es la Iglesia que se mira a sí misma, reconoce su vocación, y se prepara —como Cristo— para entregarse por amor.

Te invitamos a asistir. No importa si eres joven o mayor, si sirves en la parroquia o simplemente caminas en silencio tu fe. Esa misa también es para ti. Porque tú, como todos nosotros, has sido ungido para ser bendición en este mundo.

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