LA NIÑA DEL PIANO

Un acto de fe en tiempos difíciles

Ser emprendedor no es cosa sencilla; serlo en el ámbito cultural es, además, una gigantesca prueba de fe. Publicar libros en un país donde se lee poco —o casi nada— es una temeridad que roza la locura, una de esas empresas que no se explican del todo con la razón y que solo se sostienen por una obstinada esperanza. Como quien planta árboles sabiendo que la sombra será para otros.

Locos así ha habido siempre, por fortuna, sino, ¡Qué sería del mundo! Gutenberg, que se empeñó en multiplicar las palabras cuando pocos sabían leer; Cervantes, que escribió su obra mayor casi como quien conversa consigo mismo en una celda de Argamasilla; Van Gogh, que pintó para un futuro que no llegaría a conocer, dejando girasoles como quien deja testamentos de luz. Gracias a ellos —y a su bendita insensatez— el mundo es un poco menos tosco, un poco más habitable.

Y en Abancay —gracias a Dios y a la terquedad andina— también tenemos de esos locos necesarios. Uno de ellos es, un joven profesional, escritor y músico reconocido, de figura delgada aunque nunca triste, un Quijote moderno que cambió la lanza por la guitarra eléctrica y los molinos de viento por la indiferencia cultural.

Gilbert Vargas Contreras: abanquino, profesor, ingeniero de sistemas, alma inquieta. Labora actualmente en la Institución Educativa Aurora Inés Tejada —donde seguramente enseña más con el ejemplo que con el pizarrón— y es director, primera guitarra y voz principal de «Fuerza Rock». Un hombre que insiste en crear, aun cuando el viento parece soplar en contra. Y eso, en estos tiempos de facilismo y comodidad, ya es una forma discreta de heroísmo.

Ha publicado ya dos libros: Memoria infinita (2020) y La guitarra negra de Shart (2024). Pero este sábado 20 de diciembre presenta su tercer libro: La niña del Piano (2025). Y no contento con semejante empresa —como si escribir no fuera ya, suficiente batalla— presenta también una película basada en esta historia: una trama tejida con hilos de vida real, romance, aventura, misterio y música. Porque Gilbert, como buen loco, no hace las cosas a medias.

Muchos hablan de cultura. Se llenan la boca de frases elogiosas pero huecas, como globos de feria que se desinflan al primer pinchazo de la realidad. Pero son muy pocos, casi inexistentes, los que hacen algo concreto por ella. Los que ponen el cuerpo, el tiempo, el bolsillo y el alma.

Apoyemos, pues, la cultura. No con palabras —que de esas sobran— sino con presencia. Asistamos este sábado 20 de diciembre a la presentación del libro y la película La niña del Piano en la Casa de la Cultura de Abancay, que se viste de gala para este magno evento.

Habrá tres funciones, para que nadie se quede sin verla, para que nadie tenga excusa.

Porque al final, Dios ayuda a los que se ayudan. Y también, me atrevo a añadir, a los que ayudan a los locos que se atreven a soñar.

Entonces, nos vemos el sábado. Que la cultura no muera de soledad en Abancay.

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