Recordamos como si fuese ayer el paso de un honorable ciudadano abanquino en la acertada y eficiente conducción de instituciones que tuvieron directa influencia en la búsqueda de calidad de vida de la gente de a pie en un clima de democracia plena y, sobre todo, a través de un trabajo inteligente, en equipo, marcado firmemente por la honestidad y transparencia en la gestión pública buscando el desarrollo de un pueblo que, precisamente por eso. guarda en su memoria su egregia figura.
Esos recuerdos sin ninguna duda, orientan nuestra mirada al Dr. Arturo Miranda Valenzuela, extraordinario Alcalde de Abancay tierra a la que tanto amaba, Presidente de la JOP (Junta de Obras Públicas) de Apurimac, Constituyente, entre las de mayor trascendencia.
Sin falsa modestia, soy testigo de excepción de la intensa labor desplegada por el Dr. Miranda Valenzuela desde particularmente la JOP por haber formado parte a los quince años de edad, como conserje, de un núcleo inicial constituido por don Alfredo Pinto Gutiérrez, don Camilo Triveño Montes, el Dr. José Quispecahuana Escobar, que fue el embrión de lo que hoy es el gigantesco Gobierno Regional de Apurimac, cargo desde el que, conjugando muy bien sus facultades de burgomaestre elegido con el voto ciudadano de la capital de región (en aquel tiempo, departamento), empezó con escasos recursos económicos pero con inmensa voluntad y vocación de servicio un ordenado crecimiento de la ciudad a través de la rectificación de calles angostas y la apertura de nuevas vias como las Avenidas del Estudiante, Garcilaso de la Vega, el acceso carrozable hacia el Mariño, el óvalo “El Olivo”, entre muchas otras obras de infraestructura, liberando al pequeño casco urbano de sus antiguas ataduras.
Ahí comprobamos la firmeza con la que él actuaba buscando primero el entendimiento y la cooperación de los propietarios y, ante la intransigencia o negativa de estos, usando su autoridad en la búsqueda del bien común, proceder a la ejecución física de los trabajos.
La actual dramática carencia de dirigentes con capacidad y calidad moral, con autoridades que mienten y engañan sin pudor alguno, acrecienta la figura del Dr. Arturo Miranda Valenzuela; cuyos restos, en un justo y merecido homenaje póstumo, debían ser trasladados a Abancay, levantando al mismo tiempo, en señal de gratitud, un monumento en su memoria recordando sus cien años de vida al servicio de la sociedad.