LA TROCHA PARA ENCONTRAR NUESTRO CAMINO

La Trocha es un camino angosto que sirve de atajo para ir a alguna parte, y también un camino abierto entre la maleza. No es, pues, la ancha vía principal, la admirada calle de una ciudad de ostentoso renombre. Eso queremos ser, la simple trocha que pueda ayudar a cada uno a encontrar el camino para su propia realización. Empezamos a abrirla hoy. ¿Y por qué? Porque llega el momento en que necesitamos decir las cosas aunque estén dichas y redichas mil veces, porque las palabras responden a sentimientos personales que nadie puede sentir de la misma manera. No son nuevas las cosas, pero sí es nuevo el cliente y también la voz con que se ponen en el aire. Recuerdo cómo me impresionaron las palabras de Kierkegaard: «Un hombre puede ser capaz de vivir, de ocuparse en cosas temporales, de casarse, de engendrar hijos, de conseguir honores y estimas, y quizá nadie advierte que ese hombre, en un sentido profundo, carece de un yo».
Es un vacío marchando sobre unos pies. Porque todo es vivir, trabajar, tener hijos, conseguir estima, fama. También lo hace, según el filósofo antes citado, un caballo de carreras.
Todos sabemos que la cultura no es fácil de explicar, se acepta que es la realización de un pueblo. También se dice que es ese gusto por lo bello, por una buena música, por una agradable conversación con los amigos, un libro interesante, no sé qué curiosidad insaciable. Pero alguien la ha definido pragmáticamente: «Cultura es lo que es preciso añadir a una jornada de trabajo para convertirla en una jornada de vida».

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