LAS DE SANTA ROSA NO COMEN ARROZ

por Ibo Urbiola
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Reinicio

“Muchachas de buen corazón”, decía uno de los cánticos más coreados por las chicas del Santa Rosa en las noches deportivas de los ochenta. El colegio femenino regentado por monjas dominicas, tenía paradójicamente a chicas extrovertidas y de ingenio especial. Su uniforme verde con bordes amarillos no hacía contraste con el uniforme rojo y blanco del Miguel Grau, el colegio de varones, pero solían apoyarse mutuamente en las competencias escolares, sobre todo en los respectivos clásicos contra Las Mercedes y el César Vallejo, respectivamente. Los del Grau éramos fans del Santa Rosa y viceversa.

Las monjas las cuidaban, cómo no. Pero las reverendas Madres difícilmente salían de los confines del colegio y muchas veces los entrenamientos paralelos nos hizo coincidir en algunas losas deportivas, sobre todo en el Coliseo de Pueblo Libre. El año que salí de Abancay, en 1987, yo integraba la preselección de basket del Grau y tengo en la memoria un partido mixto con chicas del Santa Rosa de esa promoción, con quienes horas después coincidiríamos en alguna fiesta donde sonaban en su época dorada los mejores exponentes del rock en español. Si las monjas las hubieran visto, de seguro se hubiera producido un terremoto mayúsculo al escucharlas corear las letras atrevidas de Instrucción Cívica (De cama en cama), Soda Stereo (Persiana americana) o Farmacia de Guardia (Ella es demoledora), canciones que eran las estelares de los programas de los hermanos Lucho y Rubén Melgarejo y en otro horario, de Bartolomé Huamán.

La primera gran selección de basket que recuerdo tenía a Caro, Patricia, Elízabeth, Rocío y la pequeña Ivy, quien llegaría a ser la estrella del campeonato de basket escolar, que en la promoción 84 tuvo también a Camucha y Karin como las destacadas.

En esos años, junto a las selecciones de voley y basket, también era notoria la barra del colegio, que con ingeniosas letras acompañaban el juego de las “rosinitas”. A inicios de los años 80, la barra del Grau improvisaba el ingenioso grito: “La Madre Miriam dijo / que al Grau Dios bendijo”. La incompatibilidad de los colores de los uniformes, se dejaba de lado con los romances estudiantiles entre grauinos y santa rosinas. Recuerdos que deben volver en cada añoranza del corazón. Aquellos tiempos!

Cuando yo entraba a secundaria, escuchaba a los de quinto año de mi colegio hablar de “las jarras”, esa promoción destacada del Santa Rosa que con las risas bulliciosas de sus integrantes y sus entusiastas cánticos hacían que los juegos deportivos tengan el corolario perfecto.

Desde el “Aeroplano, aeroplano, palomitay, esta noche te ganamos palomitay / aunque tu profe no quiera…”, hasta el recordado coro que decía con una convicción inigualable: “Las de Santa Rosa no comen arroz / sólo se alimentan de besos de amor”.

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