42
El reloj marcaba las 11:59 a.m. (hoy 10 de junio del 2025), y el sol de junio acariciaba con su tibieza la ciudad de Abancay, cuando la Tierra —como quien no quiere la cosa— decidió estirarse un poco. El epicentro del temblor fue a apenas 5 kilómetros al noreste del corazón abanquino. Un sacudón breve, pero suficiente para que el café se derramara, la conversación se interrumpiera y todos, con el corazón latiendo como tambor de procesión, recordáramos lo que ya sabíamos… pero habíamos dejado para después.
Sí, la Tierra se mueve. No porque quiera llamar la atención, sino porque así ha sido desde tiempos ancestrales. Y no lo decimos solo nosotros, lo afirma la geología, la historia y hasta las crónicas coloniales. Vivimos sobre una inmensa plataforma de placas tectónicas que no descansan nunca. Estamos parados, literalmente, sobre un rompecabezas inestable llamado Cinturón de Fuego del Pacífico. ¿Y qué hace ese cinturón? Pues arde. Tiemblan los suelos, se alzan los volcanes, y la corteza terrestre nos recuerda que no somos más que inquilinos sobre un terreno en constante remodelación.
¿Estamos preparados para el gran terremoto?
( Ver: https://peruanisima.site/estamos-preparados-para-el-gran…/)
Aquí viene la pregunta incómoda que todos conocemos pero esquivamos como si fuera una encuesta de la SUNAT: ¿estamos preparados? La respuesta más honesta sería un resignado «más o menos». Porque sí, sabemos que debemos tener una mochila de emergencia, pero muchos seguimos guardando esperanzas en vez de linternas, y chocolatines emocionales en vez de barras energéticas.
Si te gusta nuestro trabajo y contenidos, invítanos un café. ¡ Ayúdanos a que esta luz siga encendida ! La cultura florece cuando todos la cultivamos. Yapea o Plinea al 985 513040 o haz clic en este botón: |
𝗟𝗮 𝗺𝗼𝗰𝗵𝗶𝗹𝗮 𝗱𝗲 𝗲𝗺𝗲𝗿𝗴𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮
INDECI no se cansa de repetirlo, y con justa razón: una mochila de emergencia puede ser la diferencia entre el caos total y el caos administrado. ¿Qué debe tener? No solo comida enlatada y agua (esa es la base), sino también artículos que van desde papel higiénico hasta una agenda con números telefónicos —porque en una tragedia, la batería del celular se va más rápido que la fe del escéptico.
¿Tienes bebés en casa? Agrega pañales y leche en polvo. ¿Adultos mayores? Medicamentos esenciales. ¿Mascotas? Una bolsa con su alimento. ¿Pareja dramática? Bueno, eso no cabe en la mochila, pero el chocolate podría ayudar.
No es suficiente tener una mochila si nuestra vivienda está al borde del colapso con solo una ráfaga de viento fuerte. Reforzar estructuras, conocer rutas de evacuación, practicar simulacros sin vergüenza, y mantener la calma cuando todo tiembla… todo eso forma parte del verdadero plan de supervivencia.
Y ojo, que la solidaridad también es un recurso imprescindible. Porque cuando la tierra tiembla, no hay clases sociales, ni religiones, ni partidos políticos: solo personas que se ayudan unas a otras, porque todos somos igualmente frágiles bajo un cielo que no siempre está despejado.
Los antiguos peruanos ya lidiaban con estos movimientos telúricos. Desde tiempos preincaicos, el suelo ha rugido con furia o susurrado con temblores leves. Lima, Arequipa, Cusco y tantos pueblos del Ande tienen entre sus memorias no solo héroes y batallas, sino también escombros y reconstrucciones. Porque aquí, la historia no solo se escribe con tinta, también con grietas.
No hace falta que venga un geólogo a advertirnos lo evidente: la Tierra seguirá temblando. No es cuestión de si, sino de cuándo. Así que, con inteligencia, un poco de humor y mucho sentido común, asumamos el compromiso de prepararnos.
Y si después de leer esto no armas tu mochila de emergencia, al menos arma un plan. Porque cuando vuelva a crujir el suelo —y créeme, volverá— más vale tener una linterna en la mano que una excusa en los labios.