En mis peores momentos, desde muy niño me repetía lo que decía Favio:
Mi tristeza es mía y nada más. / Mi tristeza es mía y sola está. / No quiero consuelo, no, no, no voy a llorar. / Mi tristeza es mía y nada más.
Las cosas que tienen que pasar en la vida.
¿Cómo se puede definir la tristeza?
Se dice que es un estado anímico motivado por una situación desfavorable, que suele manifestarse con pesimismo, insatisfacción y tendencia al llanto. Es por supuesto, lo opuesto a la alegría.
Son estas dos emociones básicas, una como inicio y la otra como deseada estación, las que van como nuestros influyentes en el tren supremo llamado vida, mientras se generan experiencias nutridas en las otras básicas: el miedo, la rabia, el erotismo y la ternura.
Construyen el proceso psicológico que permite aprender a entender y aquilatar pérdidas, desilusiones o fracasos. Esto hasta cierto punto es lo académico.
—Papá, ¿Cómo guardo mi tristeza en el espacio de las lecciones aprendidas?
— Estás triste y yo contigo, pero mira la diferencia, son mis años viviendo con ese estado, tanto que a veces se confunde con mi alegría, y controlo mis miedos, porque aprendí después de tanto dolor
— Pero tu rostro no me dice que te sientes mal
— Es que no me siento mal
— Quiero llorar
— También yo
— ¡Te miro y sé que no me mientes, pero no capto tu tristeza…oh! son los ojos!
— ¡Si?, ahí encuentras mi momento difícil?
— Si papito
— Mira!, sonreíste, y lo hiciste porque encontraste mi alma en mi mirada
— Si! ¡te encontré y me olvide de mis ganas de llorar!, aunque me sigo sintiendo mal
— Aprenderás mi amor, estamos en eso
— Pienso en cuando no estés
— No voy a dejar de estar, ya lo dijimos antes ¿no?
— Si, acostumbrarse a abrazar con los ojos cerrados, imaginar tu corazón palpitando, pensar intensamente en tu sonrisa, con la piel de tus manos en mi rostro, y entonces estar segura de escuchar tú te amo, tu voz desde lo más profundo de mi corazón, que es donde están mis personas favoritas
— Oh! soy persona favorita
— y hoy aún te puedo abrazar!