MISKI VERDE “YUYO PICANTE”

por Efraín Gómez Pereira
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Miski verde “yuyopicante” lambramino

“Wakcha mijuna” (comida de pobres) escuché alguna vez cuando se referían, de manera despectiva y discriminatoria, al tradicional “yuyopicante”, sencillo potaje que sin ostentar valor económico, supera a otros muchos en costo, calidad nutritiva y saludable. La base para este platillo que se consume en todo el Perú, en especial en la Sierra, es muy simple. No hay que sembrarla ni abonarla. Solo se necesita un poco de tiempo para recogerla en los campos, en los maizales, chacras, acequias y puquiales, donde crece a su libre antojo, como maleza.

Retrocediendo a Lambrama de mi infancia, recuerdo haber ‘cosechado’ hojas de ataqo (amaranto, kiwicha), culis (col silvestre, mostaza), labanus (nabo), oqoruru (fruto de manantial), (berro) en diferentes ocasiones con la finalidad de que en casa preparen el guiso verde que, acompañado de canchita o mote y uchucuta, se convierte en un manjar de Dioses. Su tono verde oscuro le da una apariencia poco agradable a la vista pero una vez probado, cualquier paladar se rinde con facilidad./

Yuyopicante, potaje económico y de gran valor nutritivo (Foto capturta de internet).

En los maizales de Uriapo, Oqopata, Espitira, Allinchuy, Itunez, Huaranpata, Aqomoqo, Taribamba, Huayqo y otros cercanos al pueblo, crecen prodigiosas cantidades de ataqo, que hay que recogerlo muy temprano, seleccionando solo las hojas tiernas, sacudiéndolas de la shulla (sereno mañanero) que lo mantiene fresco. 

Culis y labanus, son variedades de raíces tuberosas, crecen en los maizales, papales, trigales tanto en las quebradas como en las punas, y tienen brotes tiernos de hojas sedosas y brillosas, que hay que saber recogerlas cuando estén ‘en su punto’, porque si se pasan a la madurez, no sirven para preparar el antojo.

El oqoruru o berro también se regala en cantidades generosas en los manantiales de Oqopata, Qotomayo, Heccerpaiso, Uriapo, Tomacucho, Huallpachaca, en la caída de Surupata y otras fuentes naturales de agua, donde se recoge sin pedir permiso a nadie, sino calculando las cantidades adecuadas para la elaboración del sabroso bocadillo.

El “yuyopicante” es la base o complemento principal del convite que se sirve en las chacras como “chacrapicante”, en las jornadas comunales y familiares, en las minkas y aynis, durante la preparación del terreno, chacma, siembra, aporque o cutipa, deshierbo y cosecha de los principales alimentos de la canasta lambramina. El “chacrapicante”, se sirve además en un solo plato acompañado de generosas porciones de arroz aderezado, tallarín, estofado de carne, pedazo de chicharrón, tortilla de verduras o qachucebolla, con abundante mote, cancha, chuño o papa sancochada y rociada de chicha de jora y cañazo.

Hermoso valle de Lambrama, donde aún se consume la riqueza que brinda la naturaleza.

Muchas familias con dificultades económicas para acceder a productos industriales que se comercian en las bodegas, como el duo impuesto del ”arroz-fideos” tienen en el “yuyopicante”, una alternativa asequible, nutritiva, saludable y sin costo. Es parte de la dieta familiar desde hace mucho tiempo.

Además, en los mercados y paraditas de cualquier ciudad o barrio de Lima mestiza, el “yuyopicante” es un antojo que se ofrece en las ventas ambulatorias, a las que en algún momento hemos sucumbido. Agradable platillo verde con canchita y uchucuta, servido en pancas de choclo o platos descartables. 

La preparación del “yuyopicante” es muy simple, fácil y de una docilidad que muchos productos carecen. Las hojas seleccionadas se lavan en detalle y se sancochan hasta su cocción plena en agua de ceniza. Se retira del fuego y se enjuaga con abundante líquido para quitar su amargo natural. Cuando está frío, se hacen bolas con la mano retirando todo el agua y se reserva, mientras se prepara un aderezo común de cebolla, ajos y ají panca. De manera paralela se sancocha papa negra que se pica en cuadritos.

El yuyo en bolitas y las papas en cuadritos se mezclan con suavidad en la olla con el aderezo, agregando agua necesaria para que mantenga su consistencia, ni seca ni aguachenta. Y a servirlo con mote, canchita y uchucuta. También se añade “trigofata” o mote de trigo. Nadie se escapará de esta oferta de sabores y colores. Provecho. Y si se animan a prepararlo, avisen. También se puede utilizar espinaca, que es fácil de encontrar en cualquier mercado. Yo lo hago de vez en cuando, aunque no tiene comparación con el del ataqo lambramino.

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