MYRIAM LLABRÉS, LA MADRECITA DEL TREN

por Hugo Viladegut Bush
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Reinicio

«El tren» así le llamaban las niñas a la Combi de Volkswagen.

M. Myriam Llabrés, apareció en nuestras vidas en Abancay por el año 68 del siglo pasado.

Muy jovencita ella, su figura contrastaba con la talla de M. Tarcisia Trujillo y M. Amabilis Geimer.

Su voz sonaba pausada y pastosa a pesar de su jovencísima edad.

 

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Empezó trabajando como profesora de primera enseñanza destacando por su organización y orden.

Así se hizo conocida y encontró gran apoyo en el presidente de los padres de familia Víctor Campos.

En ese entonces, los escarabajos de Volkswagen se habían posicionado en el Perú por su bajo costo de operación.

Casi enseguida salieron las camionetas Volkswagen, tenían una caseta para pasajeros y una tolva para carga.

Tenían el mismo motor y potencia de un auto escarabajo.

Pero ahí no más llegaron las primeras «combi» de Volkswagen que no eran auto ni camioneta.

Eran las dos cosas: podían ser camioneta y auto al mismo tiempo. Aptas para carga y pasajeros.

Por donación de Cáritas del Perú, vinieron al Obispado de Abancay 3 combi.

Una fue destinada al orfelinato para la atención de los niños. Otra a la comunidad de hermanos «La Salle» a cargo de la Escuela Normal de Varones.

La tercera combi fue para el convento de Religiosas Dominicas de Santa María de Spyer a cargo del Colegio Santa Rosa.

Este artilugio fue una novedad entre la gente de Abancay que no había visto un vehículo tan raro.

El convento no tenía plaza presupuestada para un chofer, pero la recientemente llegada Madre Miryam Llabrés sabía manejar vehículos.

De modo que así tuvimos en Abancay a la primera monja chofer ¡Tremenda novedad!

Madre Miryam, apenas al llegar, tenía múltiples obligaciones: era profesora encargada del 3er grado de primaria y conductora de la combi de Volkswagen.

Las niñas se arremolinaban alrededor de ella y bautizaron a la combi como «El tren de la Madre Myriam».

Madre Myriam se multiplicaba entre las tareas pedagógicas, el catecismo de fin de semana y el acarreo de materiales.

Por su gran actividad y por asumir grandes retos pedagógicos, empezó a hacerse querer por la comunidad educativa.

Rara vez su aula era silenciosa, la mayor parte del tiempo había bullicio, cánticos rondas y coros.

Su trabajo en la resolución de operaciones matemáticas era notable.

Poco tiempo estuvo en esa sección. Luego sería directora de Primaria, finalmente directora encargada del colegio Santa Rosa.

Su trabajo pedagógico en grupos y por proyectos la llevaron a la Dirección de la Escuela Normal «Nuestra Señora del Rosario

Su preparación y liderazgo le abrieron el cargo de madre superiora Provincial de la Orden Dominica del país.

Siempre estaba en «la solucionática» buscando salidas integrales para las personas y para la institución.

Para ella el cordón umbilical entre la escuela y el hogar era indisoluble

Pese a los cargos que desempeñó, pues también fue Directora del Colegio Beata Imelda de Chosica, nunca dejó la sencillez.

La bondad, tolerancia y su amoroso corazón siempre la hicieron sonreír ante todos los públicos.

Por eso aún cuando los problemas eran complicados siempre sonreía y tenía firmeza para tomar decisiones.

Hoy, luego de haber logrado hacer sonreír a grandes y chicos ha emprendido la marcha irremediable a la eternidad.

La vamos a extrañar.

Al haber sido llamada por el Creador se ha producido honda pena entre quienes la conocimos.

Tenemos que agradecerle a ella su amistad y al Divino Creador por haberla puesto en nuestro camino.

Abancay y Chosica tuvieron la suerte de contarla como personaje de sus historias.

M. Myriam Llabrés siempre será la gran impulsadora de la concreción de nuestros sueños.

Nunca se le vio perder la calma ni en los momentos más difíciles ni divertidos.

Alzaba la voz sólo para hacerse escuchar más lejos.

Sus decisiones siempre fueron para tranquilizar y solucionar problemas.

En el bullicio del trabajo escolar en grupos mantenía su sonrisa.

Cuando le cupo enseñar en 3ro de Primaria priorizaba el trabajo en grupos.

Fue la primera mujer y la primera monja en Abancay que manejó una combi de Volkswagen.

En ese vehículo llevaba carga y personas por igual y manejaba a muy baja velocidad.

Decía que la gente era muy imprudente porque se le cruzaba intempestivamente.

Hasta siempre M. Myriam siempre vivira en nuestro corazón.

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