NUESTRA SEÑORA DE CAYPE

por Luis Echegaray Vivanco
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Reinicio

Aprovechando que se ha declarado Patrimonio Cultural de la Nación en agosto del 2023, a la fiesta en homenaje a la Santísima Virgen de Caype del distrito de Lambrama, provincia de Abancay, aprovecho para hacer llegar a la población residente y errante de Lambrama, mis saludos.

Historia

Uno de los aspectos más bellos de la evangelización de América y del Perú es la participación decisiva que tuvieron en esa epopeya misionera humildes aborígenes, quienes, en número incontable, al lado de mestizos y criollos igualmente olvidados, dieron extraordinarios testimonios de celo apostólico. Algún día en que recibirán el merecido homenaje de la Historia. La devoción a Nuestra Señora de Copacabana, por ejemplo, fue iniciada y propagada por peruanos andinos: los llamados indios, los que fueron los escultores de sus primeras imágenes, los difusores de su devoción, los que promovieron la construcción de sus magníficas iglesias.

La Santísima Virgen de Caype de Lambrama Abancay, un ícono de la Región.  Desde la primera Evangelización, a orillas del lago Titicaca, en Copacabana, hoy Bolivia, ya existía la imagen de la Virgen de la Candelaria.

Marcelo Arduz Ruiz, diplomático e historiador boliviano, nos reseña sus orígenes: “A pocos años de que se erigiera el famoso Santuario de Cocharcas, surge en el corazón de otro nativo de una comarca vecina, el deseo de llevar una imagen de la Virgen de Copacabana hasta su pueblo natal. El indio Clemente, una vez reunido el dinero requerido, en 1617 partió hacia la población de orillas del Titicaca, encargando a uno de los discípulos del Inca Yupanqui, don Sebastián Acosta Túpac Inca, la realización de una talla menor que la original, para cargarla en sus hombros durante la larga travesía que le esperaba. Luego de recorrer diversas poblaciones del altiplano pidiendo limosnas para edificarle un templo, partió a pie desde Copacabana con la imagen en hombros, pensando llegar hasta Huancayo. Sin embargo, tras agobiantes meses de peregrinación, en las proximidades de Lambrama, entre el camino que va del Cusco a Ayacucho, mucho antes de llegar a su destino, y justamente en momentos en que se le habían agotado todas sus fuerzas, cuenta la tradición que la Virgen le habló, y en idioma quechua —que era el único que el indio conocía— le dijo: «Caype» (aquí), pidiéndole que le edificara su templo en aquel lugar, que desde entonces fue bautizado con ese nombre”. 

Tan clara señal de la Providencia fue para Clemente un estímulo decisivo. Y al extenderse la noticia del prodigio, con el auxilio de la piedad popular logró levantar en aquella desierta hondonada de los Andes una hermosa iglesia a su Señora y Madre, alrededor de la cual surgió con el paso del tiempo un pequeño poblado.

 Mucha gente llegó a orar a la imagen y pedir favores a la madre de Jesús. Por esta razón, promovidos por el conde Saldívar, construyeron un templo dedicado a la Virgen de la Candelaria. Con el correr de los años, entre los hacendados del lugar y muchos miles de devotos edificaron aquel hermoso santuario. Así surgió un poblado en el lugar.

Ubicación 

Dice el padre Doroteo Borda. “Para llegar a Caype, se viaja con destino a Lambrama. Desde Suncho, se sube por una carretera serpenteante. Al lado del camino discurre impenitente el río Lambrama, bullicioso y cristalino, flanqueado por dos montañas tan grandes que se acercan a los cielos. El cielo, de un azul profundo e intenso, espléndidamente salpicado de tachones de blancas nubes níveas- 

Hay que andar muy despacio, no hay que perderse la naturaleza majestuosa del lugar, hay sombras que produce la frondosa vegetación de la base del cañón y luminosidad del sol entre las lambras.  El camino no tiene más de un metro de ancho, sumamente empinado de principio a fin y sin tregua alguna. Pasada una hora todavía reina la oscuridad, pero ya se distingue mejor el paisaje; es de una grandeza fabulosa como el tamaño de sus montañas. Bajo la bóveda del cielo estrellado, nos sentimos inmensamente pequeñitos. La vegetación quedó atrás, ya sólo se ven inmensos pajonales y escasos árboles. Después de dos horas de subida se llega a las primeras casas de típico adobe con techo de teja.

Culto

Dando la vuelta a la primera callecita se encuentra la plaza con su bellísima iglesia; no muy grande, toda de piedra y calicanto, rodeada de un cerco muy bien trabajado en la misma piedra tosca, con dos puertas en arco para el acceso al atrio. El primer arco de entrada, frente a la plaza; el segundo y más importante, con tres arcos más pequeños encima del primero, a manera de espadaña. La torre del campanario, muy bonita, con un remate de cornisas en ladrillo rojo, que contrastan agradablemente con la piedra.

En Caype, sale el sol por el oriente, penetran sus dorados rayos las estrechas ventanas del parapeto izquierdo de la iglesia, le dan luz  e iluminan los tesoros eclesiásticos, que ni el tiempo, ni el olvido e ingratitud de los devotos han destruido. Se conservan aún los altares laterales y el ornamentado púlpito majestuoso y erguido.

Cuando el visitante llega a Caype, encuentra un bellísimo santuario de cal y canto, con dos puertas en arco. La primera, frente a la plaza; la segunda y más importante, con tres arcos encabalgados sobre el arco mayor, a manera de espadaña; mientras la torre del campanario reluces sus cornisas de ladrillo rojo, contrastando bellamente con las paredes de piedra”.

El altar mayor está ricamente tallado y dorado. En él destaca la imagen de la Virgen, regia y maternal. La patrona, Nuestra Señora de Caype, ocupa el lugar principal del altar mayor, regia y maternal, de un semblante muy suave y atrayente, que a pesar de la oscuridad es tan visible que se puede decir que brilla con luz propia.

Tristemente, las obras de arte y los tesoros del Santuario fueron robados repetidas veces, pero aun así resplandecen sus retablos y el púlpito de estupenda factura. En sus 400 años se han hecho múltiples refacciones siendo la última en el 2021, siendo un gran benefactor el Sr. Toribio Pérez Navío y el padre Doroteo Borda.

Los pocos habitantes de Caype son atentos y muy amables con los peregrinos. Al caminar las callecitas del pueblo, uno se encuentra con gente sencilla, que profesa gran culto por la iglesia y su virgen. Agradecen que visitantes afuerinos, lleguen al templo. Son dadivosos y se desprenden de bebidas y alimentos para invitar. 

Dice el párroco de Caype : “Quiera la Santísima Virgen apresurar el día, no muy lejano, en que todas las maravillas del alma y de la civilización cristiana en el Perú, puedan retomar el brillo y el esplendor de otrora, y mucho más… Y que aquellas almas que perseveran en la Fe, sean recompensadas con la aurora del Reino de María, tras los acontecimientos previstos por la Santísima Virgen en Fátima”.  

De esta célebre imagen de Caype, existen en el Perú actual varias réplicas, siendo indudablemente la más importante Nuestra Señora de Cocharcas. Hay imágenes de esta advocación también en Lima, Characato, Torata y Caype. Ésta última es la menos conocida de todas; algunos la confunden con la de Cocharcas, pues existe cierta similitud en el origen de ambas y se encuentran en el mismo Departamento (Apurímac), una en la provincia de Chincheros y la otra en la de Abancay.

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