NUESTRA SEÑORA DE COCHARCAS (2018)

por Juan Damiano Palomino
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Reinicio

UNA TRADICIÓN SECULAR EN EL PERÚ

Damiano, J. (2018). “Nuestra señora de Cocharcas: Una tradición secular en el Perú”. Alteritas. Revista de Estudios Socioculturales Andino Amazónicos(8): 47–64.

Resumen. El culto a la Virgen de Cocharcas, conocida tiernamente como la “Mamacha” Cocharcas, es una advocación mariana asentada en el antiguo territorio de los Chankas (Perú). Esta efigie colonial fue traída desde Copacabana (Bolivia) en 1598 por un indígena pobre y humilde, llamado Sebastián Quimichi; y desde sus orígenes es una de las imágenes más veneradas en los Andes peruanos; su culto impulsada desde fines del siglo XVI y la gran Iglesia dedicada a Ella han tenido gran influencia en la formación de la piedad popular mariana, dentro y fuera de la región de Apurímac. Su fiesta se celebra cada 8 de septiembre y sigue siendo un motivo de peregrinación para miles de devotos.

Palabras claves. Virgen María. Cocharcas. Imagen. Sebastián Quimichi. Culto. Devoción.

OUR LADY OF COCHARCAS: A SECULAR TRADITION IN PERU

Abstract. The cult to the Virgin of Cocharcas, tenderly known as the “Mamacha” Cocharcas, is a Marian advocation settled in the ancient territory of the Chankas (Peru). This colonial effigy was brought from Copacabana (Bolivia) in 1598 by a poor and humble indigenous called Sebastián Quimichi; and since its origins is one of the most revered images in the Peruvian Andes; His cult promoted since the late sixteenth century and the great Church dedicated to her have had great influence on the formation of popular Marian piety, inside and outside the region of Apurimac. His party is celebrated every September 8 and remains a pilgrimage motive for thousands of devotees.

Keywords: Virgin Mary. Cocharcas. Image. Sebastián Quimichi. Cult. devotion.

Ilustración 1: La Virgen de Cocharcas en procesión (Tomada de la Web, 2018).

Introducción

La Virgen de Cocharcas constituye para la identidad religiosa del Perú un hito fundamental. Esta religiosidad popular floreció en el centro y sur del Perú durante la época colonial. La presencia de esta advocación mariana desencadenó en el pasado arte, cultura, historia, leyenda y sobre todo una relación especial con Dios por medio de la intercesión de la Madre de Dios.

La devoción se remonta a finales del siglo XVI como bien ha quedado documentado por muchos cronistas y viajeros de la época colonial y republicana, y su culto llegó a extenderse por los diferentes pueblos del Perú y del extranjero.

En esta reseña exponemos una historia general basada en los documentos más importantes escritos hasta la fecha.

1. Orígenes de la devoción

Cocharcas es una pequeña aldea situada a 30 kilómetros de Uripa, hacia el sur; actualmente pertenece a la provincia de Chincheros (Apurímac).

Los primeros conversos al cristianismo suceden alrededor del año 1548, en su mayoría jóvenes. En esta época referida, el clan que ocupaba el territorio era la parcialidad de los Cajamarcas, que tenían un templo prehispánico en medio del caserío y era tributario de Cayara.

Ilustración 2: Oriunda de Cocharcas, devota de la Virgen (J. Palomino, 2018).

Los primeros misioneros entronizaron como patrono a San Pedro, para cuyo busto hicieron una pequeña capilla entre los caseríos Cocharcas y Uchubamba. Pero los indígenas continuaban aferrados a su culto pagano que ya había decaído en su esplendor. La reforma del Virrey Toledo y la llegada de los misioneros jesuitas al valle de Pampas transformarán completamente esta zona.

Por los años 1590 aparece un joven providencial, con 23 años, llamado Sebastián Martin Astowaraca, popularmente conocido “Quimichi” (en quechua antiguo significa “cargador o portador”). Su familia proviene del curaca Chuquisullca, que es el principal del pueblo. Su madre Luisa Asto contrae matrimonio con un soldado español llamado José López Martín. El niño es instruido en la Doctrina Cristiana y es muy aficionado al culto divino. Ya de mozo instruirá en la religión cristiana a sus propios paisanos, siendo responsable de la catequesis y del cuidado del pequeño templo.

En la fiesta patronal del pueblo, en el mes de junio de 1592, sucede un accidente: “Quimichi es golpeado con el maguey encendido en la mano izquierda. La consecuencia fue la manquera, que le hizo inservible para los trabajos manuales y objeto de burla de los mandones. Para poner fin a su sufrimiento determinó marcharse a la ciudad del Cusco.

Su conocido y amigo jesuita, el padre Gregorio de Cisneros, lo acoge. En la ciudad del Cusco entra en servicio del templo de la Compañía de Jesús. Al principio, como mendigo es amparado por las cofradías, y ayuda como cantor. Es huésped de una india palla, devota y buena cristiana, llamada Doña Inés. Por medio de la sobrina de esta palla se entera de los Milagros de la Virgen de Candelaria de Copacabana. Entonces decide hacer una romería a la Provincia del Collao. Y en una noche de su trayecto, en el Tambo de Pucará (Puno), recibe la gracia de su curación. Ya libre de su convalecencia prosigue entusiasmado su peregrinación. Llega a hacer una novena ardiente y como agradecimiento compra una réplica de la Virgen de Copacabana hecha por el mismo escultor Francisco Titu Yupanqui, que había destinado a Tucumán (Argentina), pero el clérigo Hernando Camargo murió en el camino y la imagen quedó libre. Esta circunstancia es aprovechada, sin haber hecho antes una buena limosna.

El retorno a Cocharcas fue un continuo triunfo: “Iba por el camino Sebastián con sus compañeros —narra el cronista Fernando de Montesinos— cantándole a la Virgen grandes elogios, que los montes y las peñas y los caminos se allanaban, dando paso a la Virgen, y que por donde pasaba, salían rosas, alhelíes y clavelinas y todas flores”. No escasearon los favores de Nuestra Señora a aquellas gentes sencillas, como tampoco faltaron las contradicciones.

Al llegar a Urcos, extrañó al cura que un indio causase tanto alboroto y que, sin la autoridad del Prelado del Cusco, promoviese estas demostraciones. Avisó al Obispo, Don Antonio de la Raya y éste ordenó que antes de entrar en la ciudad, decomisaran la imagen y condujesen a Sebastián a su palacio.

El devoto indio fue encarcelado y la imagen llevada a la Iglesia de la Compañía. Luego que todo se aclaró, el Prelado le autorizó a proseguir su viaje. Este incidente sirvió para que trascendiese más lo que ya se sabía de esta imagen y dio ocasión a que los vecinos del Cusco la honrasen y aclamasen. El Obispo concedió asimismo la facultad de venerarla en San Pedro de Cocharcas y fundar una cofradía en su honor.

La imagen de Candelaria llegó a Cayara (centro de la Doctrina de entonces) en 1598. Ante el peligro que la imagen se quede definitivamente en Cayara se hizo en Cocharcas una capilla sencilla y pobre, ubicada a la entrada del pueblo. La Virgen fue trasladada de Cayara a Cocharcas en el mismo año, siendo cura Francisco Aguilar Villacastín.

Con la entronización de la Virgen de Copacabana en Cocharcas se debilitó el conflicto entre el cristianismo y los cultos paganos. Los padres jesuitas apoyaron poner firme los fundamentos de la evangelización de esta zona, que era el centro principal de la idolatría. Desde el primer momento la devoción creció a pasos agigantados, alentado desde Cusco por el Obispo Antonio de la Raya y por los constantes milagros que experimentaban los devotos. Ante la influencia de muchos peregrinos, durante su fiesta (02 de febrero), llegó a proyectarse un gran santuario, para lo cual el mismo Sebastián “Quimichi” viajó nuevamente al Alto Perú (Bolivia) para pedir limosna, en esta ocasión acompañado por su primo Tomás Camascusi; pero la providencia no le permitió cumplir su sueño y murió en Cochabamba en el año 1600

a. La Virgen milagrera

Fernando de Montesinos nos relata la llegada de la imagen a Cocharcas (pocos años después de la entrada de su gemela a Copacabana, en 1583):

“Hubo muchas fiestas en el recibimiento de la imagen, danzas, cofradías de toda la doctrina con sus pendones, arcos de flores y regocijos de fuego. Entró en su casa la soberana Señora por el mes de Setiembre del año 1598; así como la imagen divisó el pueblo, comenzó a llover, estando sereno el cielo, y continuó la lluvia hasta que llegó a la iglesia; que se advierte, por presagio de bienes, en la relación desta historia, que se guarda en aquella santa Iglesia. Pusieron la imagen en el altar mayor, y luego comenzó Dios a obrar por ella grandes maravillas. Al principio se iban pintando los milagros; hoy como son tantos, no se cuida desto”.

Los sucesos milagrosos se expandieron desde el primer día de su llegada a Cocharcas. Así tenemos la lluvia torrencial repentina en el día de su entronización en su primera morada. Luego las innumerables curaciones y protección ante los peligros de los ríos caudalosos, que fueron inmortalizados en los lienzos, exvotos, escritos que pintaron con leyendas que complementan toda forma de su representación iconográfica de la Virgen. Incluso ante tantas gracias derramadas por la Virgen, los fieles completamente convencidos, cambiaron las velas por flores que significa para los indígenas la presencia divina, especialmente la flor de amancayes.

Virgen de Cocharcas
Ilustración 3: Virgen de Cocharcas y el Niño Jesús (Raúl Mancilla, 2018).

b. El santuario de Cocharcas

Apenas construida la primera capilla, después de un año y medio, al ver que la devoción crecía, el mismo Sebastián “Quimichi” proyecta un gran templo de cal y canto. Y junto con los pobladores de Cocharcas (en quechua significa “pantano”) acudieron a los misioneros jesuitas que se habían establecido en los diferentes valles del río Pampas. Con apoyo de ellos deciden levantar en la misma plataforma del templo prehispánico de los Chankas. Los planos serán proporcionados por el P. Gregorio de Cisneros.

En 1600 empiezan los primeros trabajos del templo. Los devotos vieron el proyecto como una inspiración divina. Se nombró una nueva comisión que recayó en la persona de Sebastián “Quimichi”, quien en compañía de su primo Tomás Camascusi emprende nuevamente su viaje a Alto Perú, en busca de financiamiento a través de la limosna.

Ilustración 4: Vista panorámica del santuario de la Virgen de Cocharcas (Raúl Mancilla, 2018).

En 1609 se paralizaron las obras al pasar Cocharcas de la jurisdicción del Cusco a la de Huamanga, que fue creada como nuevo obispado. Pero llegará a culminarse en 1623, aunque otras obras complementarias serán culminadas posteriormente con la ayuda de la corona española.

Desde el primer momento la Cofradía de Nuestra Señora de Cocharcas (fundada por el Obispo de Cusco y su primer devoto Gregorio de Cisneros) jugará un papel importante en la difusión del culto y fomento de la fiesta.

c. Las Reinas misioneras

También el mismo Sebastián “Quimichi” para pedir limosna compró una Imagen réplica en Cusco. Esta pequeña imagen le acompañó hasta su muerte por los pueblos de Alto Perú, en los que se quedó, dando origen a la Virgen de Cayara en el Valle de Cochabamba.

Más tarde se adquieren dos imagenes réplicas para evangelizar: La Reina Grande y Reina Chica que salen a evangelizar por los pueblos y ciudades visitando pueblos y para pedir limosna y así mantener su culto. Uno de ellos se dirige al Alto Perú, siguiendo el recorrido de Sebastián “Quimichi” (Reina Pequeña) hasta llegar a sus orígenes (Copacabana). En cambio, la otra, sale a la Capital del Perú (Lima) siguiendo la ruta central. La presencia de las dos Reinas Misioneras será determinante en la expansión de su culto.

Su fiesta se vuelve grandiosa, y muchos artistas y cronistas dan fe de ello, con la iconografía y leyendas literarias. Durante los siglos XVII y XVIII representar a la Virgen de Cocharcas en pintura estará de moda en el Perú.

De esta manera, con la presencia de la Virgen de Cocharcas, se desencadena una cultura maternalista, dándole el nombre sagrado y solemne de “Mamacha”. Así Cocharcas se convierte en centro importante de cultura y difusión de fe en los Andes del Perú.

En resumen, es el Santuario más afamado del Perú colonial que inspirará un amor grande a la Madre de Dios en el centro y sur del Perú.

e. Devoción mariana en Cocharcas

La devoción mariana tenía sus características propias en el pueblo de Cocharcas:

  • El Párroco, al atardecer, rezaba el Rosario en la Iglesia, y muchos fieles, al volver del campo a casa, pasaban por la iglesia a saludar a la Virgen y a rezar algunas jaculatorias.
  • Todos los sábados, después de la Misa Mayor, se cantaba la Salve solemne.
  • En el mes de febrero se celebraba solemnemente su fiesta, unido a la gran feria de la zona. Esto por motivos de accidentes geográficos se cambió para noviembre (época de poca lluvia).
  • En el mes de mayo, misa por la mañana y rezo del Rosario y la exposición del Santísimo por la tarde, con muchos cantos.
  • La cofradía era encargada de sostener el culto, para lo cual había un grupo de señoras encargadas de limpiar el templo, tejer alfombras y otras atenciones.

f. Cocharcas, tierra de peregrinación

La consolidación de Cocharcas como un lugar de peregrinación coincidió con la organización de grandes ferias. Se convirtió en el centro de encuentro para hacer trueque entre la costa y la sierra, con intercambio de productos agrícolas, de ganado, de textilería. La presencia de muchos comerciantes fomentó el florecimiento de su fiesta.

Los peregrinos venían con muchas ofrendas, y muchos de ellos fueron grandes benefactores que enriquecieron el patrimonio de la Virgen.

g. Privilegios marianos

Las autoridades civiles y eclesiásticas se interesaron. Así la corona española, bajo representantes, enviaron joyas y otros enseres. Su fama llegó hasta los papas de Roma, quienes concedieron bulas con privilegios, y lo mismo numerosos obsequios que engrandecieron su riqueza.

En tiempos recientes se organizaron congresos Marianos y Eucarísticos para honrarla. Lo mismo se compuso cantos y oraciones para pedir su bendición.

2. Los quimichus de la Virgen de Cocharcas

El primer devoto y “Quimichu”, por antonomasia, es Sebastián Martín, quien desencadenó una escuela. Sus seguidores “Quimichus” son los que cargan o llevan por los pueblos la Imagen de las Reinas Misioneras. También se encargan de recitar versos y cantar a la Virgen.

Estos peregrinos se centran en la transmisión de la fe y en la evangelización con María, dando testimonio de los innumerables milagros. Gracias a la entrega y consagración de estos hombres y mujeres la fe cobra fuerza. Finalmente piden conversión a los devotos y limosna para mantener su culto.

Estos “Quimichus” se consagran a la Virgen, tomando por “Reina” y Madre, y se deciden a hacer de su propia vida un testimonio para sus hermanos en la fe.

a. Salida de las dos Reinas Misioneras

En el templo de Cocharcas hay tres imágenes de la misma Virgen: La Patrona, la Reina Chica y la Reina Grande. Las dos imágenes últimas son itinerantes, por ello se les llama Reinas Misioneras. Estas dos Imágenes pequeñas, con tres meses de anticipación a la fiesta, salen por dos trayectos diferentes: La Reina Grande hacia Ayacucho con destino hacia Lima y la Reina Chica hacia Cusco con destino a Bolivia. Es portado por los “Quimichus”, personajes que acompañan a la Virgen, de tres en tres: un tamborero, un chirisuyero y un rezador. Tienen sus trajes típicos y viven de la limosna de los devotos.

b. La tradicional llegada de los Quimichus

Como Sebastián Quimichi fue el portador, pregonero, gestor, cantor y catequista de Nuestra Señora de Cocharcas, también sus discípulos, por el mismo papel que desempeñan, se llaman con el apelativo de “Quimichus” que en antiguo quichua significa “Portadores”.

Los “Quimichus” son personajes que cargan la Virgen y acompañan sus salidas por las diferentes regiones del Perú. Su objetivo es evangelizar pueblos y familias y recaudar fondos para sostener los gastos de la fiesta. Cultivan una música monótona, de tambor y chirisuya, y los acompaña un loro y algunos signos cristianos.

Estos personajes ejercen su oficio con gran celo desde el siglo XVI, son cargadores voluntarios que realizan el sacrificio de hacer largos viajes y de meses, dejando su pueblo y su familia por amor a la Virgen. Antiguamente salían con una comitiva numerosa, acompañada con animales de carga para transportar la colaboración en especies, que luego se vendían.

La llegada de estos personajes es especial por el encuentro que provocan las dos Reinas chicas: una vuelve tradicionalmente por Vilcashuamán, habiendo cruzando el río Pampas espera su entrada triunfal al sur de Cocharcas; y la otra Reina que viene de Cusco pasa por Uripa, acompañada de cantos y rezos de Rosarios por cientos de peregrinos y hace su entrada por el norte del poblado. Finalmente, al atardecer del día anterior de la fiesta se da el encuentro de las dos Reinas para hacer conjuntamente su entrada al Santuario y son recibidos por los mayordomos con gran regocijo, las autoridades y miles de devotos.

c. Expansión del culto

Gracias a la evangelización de los “Quimichus” creció el culto a la Virgen de Cocharcas. Con la labor de estos hombres queda marcada la fe de todo peregrino, y la historia de muchos pueblos de la sierra se engrandecen. Pronto las Reinas Misioneras se multiplican y se quedan por los pueblos diseminados, dando origen a otras advocaciones con leyendas hermosas, que muchas de ellas ya forman parte del Patrimonio inmaterial del Perú.

También la presencia de la Virgen de Copacabana fue decisiva para acabar con la idolatría precolombina en esta zona. Pronto muchos pueblos indígenas toman como Patrona y muchas iglesias se levantan en honor a la Madre de Dios. Su culto se hizo presente en muchos pueblos de Ayacucho, Huancavelica, Huancayo, Lima y en el extranjero (Tudanca–España).

3. Celebración actual de la fiesta de la Virgen de Cocharcas

Su esplendor del pasado se está reviviendo. Habrá nuevo reinicio de los peregrinos; los fieles devotos aumentan cada año, con la presencia de los pobres y sencillos, y por la espontaneidad religiosa de los peregrinos. Este mágico “encuentro” con la Madre de Dios es obra de Dios y sólo es comprensible desde la fe.

a. Los últimos tiempos

Su fiesta actual se celebra el 8 de septiembre con presencia de muchos peregrinos. Cada año esta fecha es muy esperada por los devotos y se celebra solemnemente, Misa y procesión acompañada de cánticos, flores, música de banda y rezo del rosario; también se hace exposición y adoración del Santísimo en su octava.

La presencia de la Virgen en Cocharcas, rodeado de un silencio sagrado, sigue siendo asombroso para miles de devotos que visitan el Santuario en su fiesta y en otras épocas del año.

b. Inicio de la fiesta

Durante los nueve días previos al inicio de la festividad, denominados “novenario”, los lugareños hacen sus oraciones marianas y ensayan las ceremonias. Cada día, el ecónomo cuida el templo y prepara la iluminación y la música para las misas. La tarde del 7 de septiembre se toca la campana que marca el inicio de las celebraciones.

Las dos Reinas misioneras hacen su entrada, acompañada de banda de música, cantos, bailes y oraciones. Los karguyuq se dirigen a la plaza de armas montados en sus caballos, acompañadas de cohetones, cargas de chamizas y los fieles portan velas y flores. La dos Reinas son cargadas por devotos en pequeños tramos y se dirigen al templo con alegría y lágrimas de emoción.

Por la noche, la fiesta continúa en la plaza. Se encienden fogatas y los bailarines danzan alrededor de ellas. Luego ofrecen una serenata a la Virgen con la participación de los grupos parroquiales y peregrinos que van llegando al santuario. Se reza el Santo Rosario toda la noche y a la madrugada se canta las “Mañanitas” ya que es la fiesta de la Natividad de la Virgen María.

c. Día central

El 08 de setiembre es el día central del evento. Desde las seis de la mañana se suceden misas para la Virgen con la recepción de los diferentes sacramentos. A las once, se realiza la principal. Seguidamente se realiza la procesión. La Virgen recorre la Plaza de Armas escoltada por los danzantes y acompañada de cantos, oraciones, vivas, de incienso, de repique de campanas y de chirisuya. Durante el trayecto se reza por diversas intenciones.

Los devotos fácilmente se emocionan y expresan su amor con llantos. Al final del recorrido un sacerdote da un discurso de despedida a la Virgen, entonces todos rezan, se abrazan y se despiden con la esperanza de volver el próximo año. Luego, el alferado invita platos típicos y bebidas a los participantes cercanos.

Al atardecer los peregrinos vuelven a sus pueblos llevando la bendición de la Virgen y con la esperanza de encontrarse otra vez con la Mamacha. Todos retornan después de haberse encontrado con Dios y con uno mismo. Y otra vez vuelve el silencio sobre el paraje de Cocharcas.

d. Octava de la fiesta

Durante la octava también acuden miles de devotos. El párroco del pueblo de Uripa da sus bendiciones a carros y objetos religiosos. Después, las dos Reinas son llevadas de procesión alrededor del Santuario. Finalmente, se coloca a la Virgen en su camarín por el resto del año.

e. El sentido de la penitencia

La peregrinación a Cocharcas está marcada profundamente por un sentido penitencial. Los peregrinos, provenientes en su mayoría de Apurímac, Ayacucho, Huancavelica, Cusco y Lima, ofrecen grandes sacrificios. Muchos caminan varios días desafiando la naturaleza, llevando piedras que depositan en el cerro de Jerusalén y otros cruzando el caluroso valle de Pampas.

Por la noche se pernocta en el templo y sus alrededores en carpas o la intemperie. Todo ello este sacrifico es coronado con la recepción del Sacramento de la penitencia: la confesión es atendida por una treintena de sacerdotes y su administración de este Sacramento suele durar toda la noche. El consumo del alcohol y otros desórdenes están controlados por los celadores laicos celadores y los policías.

4. Restauración integral del santuario colonial

En 1623 se le dedicó una nueva iglesia, que años más tarde reedificó y culminó el ilustre Obispo de Huamanga, Don Cristóbal de Castilla y Zamora. En un letrero, aún visible se lee:

Acabóse esta Iglesia y Retablo de Ntra. Sra. de Cocharcas. Año 1675.

Su amplio interior atrae la atención por las muchas pinturas que decoran los muros, encerradas todas en valiosos marcos. El Mons. Fidel Olivas Escudero hizo trasladar los restos de Sebastián a la sacristía el 14 de septiembre de 1903 y en la lápida que los cubre hizo grabar la siguiente inscripción:

Aquí yacen los restos de Sebastián Martín, Quimichu de la Virgen de Cocharcas. Año 1600”.

La Iglesia de Cocharcas es de estilo barroco, para ello se utilizaron piedras finamente labradas. Se aprecia una bóveda de medio punto, en cuyo interior se guardan importantes lienzos de la escuela cusqueña y de algunos maestros españoles. El altar mayor está decorado con un retablo de cedro; bañado en pan de oro y mide aproximadamente 10 metros de alto.

La iglesia fue declarada patrimonio cultural de la nación en 1941.

a. Puesta en valor del Santuario de Cocharcas

El Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas guarda un importante pasado histórico como lo muestran las crónicas de su fundación y la raigambre popular del que ha gozado en el Perú y fuera de sus fronteras. Es testigo de las riquezas arquitectónicas, iconográficas, artísticas y culturales producidas a partir de siglo XVII hasta hoy. Tiene más de 400 años de antigüedad y es considerado como la Basílica Menor del Perú.

El pequeño poblado de Cocharcas se ha implantado el culto mariano más importante del Perú colonial. Por este lugar estratégico pasa el camino Qapaq–Ñan entre Cusco y Huamanga, lugar de encuentro de muchas culturas. Fue construido durante los años 1598 a 1623.

El Templo de Cocharcas conserva una vasta riqueza en archivos coloniales, en escultura, arquitectura, pinturas y murales, etc.; su estructura arquitectónica descansa sobre una plataforma pre–inca. Sobresale el retablo del presbiterio y del púlpito, con adornos de flora y fauna nativas. El Altar Mayor presenta la Vida de la Virgen María, y está escoltado por los altares de Epístola y de la Sacristía.

Las pinturas, lienzos cuzqueños de valor incalculable, le dan prestancia especial al recinto sagrado, por su significado y la antigüedad de los personajes históricos, los milagros de la Virgen y otras representaciones religiosas.

El atrio es amplio y hermoso, con cuatro capillas en sus esquinas y dos arcos triunfales. En cambio, la fachada del templo es sencilla y sobria. Los campanarios de las dos torres, Huamanga y Cusco, son símbolos de la portentosa presencia y encuentro de los peregrinos de varias culturas. En su pasado histórico, la Virgen de Cocharcas ha unido a todos los pueblos del Perú. De ello dan cuenta los hospedajes para los peregrinos y la feria colonial que acompaña a la fiesta religiosa.

Durante la Época Colonial, según la costumbre de la época, en el presbiterio, junto al altar mayor, se enterraba a las altas personalidades del clero, mientras las de menor jerarquía eran sepultadas en la nave principal; la población era enterrada fuera del templo, a los costados. Este hecho fue comprobado al realizar los trabajos de excavación, en los que se encontraron gran cantidad de restos óseos, e incluso criptas. Era la costumbre cristiana de enterrar a los difuntos.

Actualmente, el Santuario de Cocharcas, se encuentra en la segunda etapa de su restauración integral, y queda todavía un largo proceso de recuperación de su esplendoroso pasado. En este trabajo está comprometido el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección Descentralizada de Cultura de Cusco, en convenio con la Diócesis de Abancay, el Gobierno Regional de Apurímac y la Municipalidad de Cocharcas.

b. La festividad de la Virgen de Cocharcas, Patrimonio Cultural de la Nación

La popularidad de esta devoción determinó que se extendiera rápidamente a otros valles. Existen réplicas de la Virgen de Cocharcas, por ejemplo, en el distrito de Sapallanga, en Huancayo, así como en Orcotuna y Apata. Es patrona de muchos poblados de Ayacucho, Huancavelica. También capillas en la costa como en Ica y Cañete, e incluso en Lima hay un templo de esta advocación, cuyo origen data de tiempos virreinales, situado en el Jr. Huánuco, en Barrios Altos. Incluso rompió las barreras del tiempo y traspasó las fronteras sudamericanas: Cochabamba – Bolivia, Chile, Canadá, Estado Unidos, España, Italia, etc.

En torno al santuario ocurrieron muchas vicisitudes históricas recientes: En 8 de septiembre de 1946, se realizó la solemne coronación canónica de la imagen, precedida de una asamblea mariana en Ayacucho, a la que siguió un Congreso Mariano realizado en torno al mismo santuario. En 1973, del 07 al 09 de septiembre, Mons. Enrique Pélach organizó en Cocharcas el I Congreso Eucarístico–Mariano, al que asistieron el cardenal de Lima Juan Landázuri y varios Obispos. El evento representó para la joven diócesis un gran sacrificio, pero la generosidad se vio compensada con la amplia catequesis y un mayor amor a la Eucaristía y a Santa María.

El ocho de septiembre de 1991, un incendio desfiguró y quemó parcialmente la sagrada imagen de la Virgen. Inmediatamente fue llevada a Lima para su completa restauración y el día

15 de julio del año siguiente era recibida en el aeropuerto de Andahuaylas por multitud de fieles antes de regresar a su santuario de Cocharcas.

En 1998 se celebró el IV centenario de la llegada de la imagen de la Virgen a Cocharcas. Como acto más solemne tuvo lugar en Cocharcas, del 7 al 9 de septiembre, el II congreso Eucarístico– Mariano, inaugurado previamente en Abancay el 2 de mayo con la conferencia a cargo del Nuncio Apostólico en el Perú, Mons. Fortunato Baldelli. De 1998 es también la bula por la que la Santa Sede declara a la Virgen de Cocharcas Patrona de la diócesis de Abancay “con todos sus derechos determinados y privilegios litúrgicos”.

La imagen de la Virgen de Cocharcas sigue siendo una de las más veneradas del Perú. Su culto de fines del siglo XVI es foco de peregrinación en América del Sur, comparable a sus contemporáneos de Guadalupe en México y Copacabana en el Alto Perú.

El historiador Rubén Vargas Ugarte da la siguiente valoración: “El Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas es uno de los s célebres del Perú y tanto por su antigüedad, anterior a los de Andacollo y Luján, como por la extensn de su culto, puede decirse sin exageracn que es uno de los primeros de SudAmérica”.

Por su trascendencia religiosa e histórica ha sido declarado, por autoridades eclesiásticas y civiles, como la Basílica Menor del Perú. Un historiador devoto, asombrado por esta gesta en los andes por un humilde y sencillo indígena escribe:

“Oh! ¡bienaventurado Sebastián Mastín! Si aún errante o fijo cual centinela permaneces en espíritu en el templo que tu celo religioso mandara edificar en esa llanura de Kocharkas, la que poco a poco va convirtiéndose en rápida pendiente para ir a ocultar sus pies en las frescas aguas del caudaloso y manso Pampas; si aún tus tristes restos se conmueven al afligirle estas mis sentidas palabras; inspírame propicio y sé mi ingenuo guía, para que al través del tiempo y de la distancia y reseña verídico tu historia”

(Emilio Montes, Cusco 1886).

Tal es la importancia de esta fiesta mariana en esta región andina que ha llegado a ser el símbolo de la religiosidad popular de Apurímac desde la época colonial. A lo largo de su historia cuatricentenaria ha reunido arquitectos, pintores, cantores, historiadores y miles de devotos. Por ello es justo y meritorio que ha sido declarado la festividad de Mamacha Cocharcas como Patrimonio Cultural de la Nación, mediante Resolución Directoral Nacional Nº 1320/INC, publicada en el Diario Oficial “El Peruano” el 16 de setiembre de 2009.

Ilustración 5: La Virgen Cocharcas en procesión en cuyo fondo se aprecia el campanario y más allá las montañas al pie del cual está el santuario (J. Damiano, 2018)

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Conclusiones

  1. En el pequeño poblado de Cocharcas se ha implantado el culto mariano más importante del Perú colonial. Por este lugar estratégico pasa el camino Qapaq–Ñan entre Cusco y Huamanga, lugar de encuentro de muchas culturas. Fue construido durante los años 1598 a 1623.
  2. El Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas guarda un importante pasado histórico como lo muestran las crónicas de su fundación y la raigambre popular de que ha gozado en el Perú y fuera de sus fronteras. Es testigo de las riquezas arquitectónicas, iconográficas, artísticas y culturales producidas a partir de siglo XVII hasta hoy. Fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, mediante Resolución Directoral Nacional Nº 1320/INC, publicada en el Diario Oficial “El Peruano” el 16 de setiembre de 2009. Tiene más de 400 años de antigüedad y es considerado como la Basílica Menor del Perú.
  3. La Devoción fue promocionada por los padres jesuitas, agustinos y franciscanos. De esta manera su culto se ha expandido por toda la sierra central del Perú, llegando a instaurarse nuevos santuarios y advocaciones en el Perú y fuera de ella. Su fama de “Milagrosa” llevó a interesarse a los Romanos Pontífices (El Papa León XI, Paulo V, Gregorio XV, Urbano VIII, Clemente XIV, Pío IX, etc., concediendo privilegios a través de bulas) y a los Reyes de España (La Reina Isabel, a través del Virrey José de Almendaris, hizo llegar un collar de esmeraldas como ofrenda en su fiesta jubilar, otros obsequiaron regalos en oro y plata). También se interesaron los pintores (como muestra su rica iconografía dispersa en los diferentes museos del mundo), los cronistas narran su historia, y otros artistas aportaron lo mejor para honrarla.
  4. Su Fiesta se celebra el “8 de septiembre”. Este día en la Diócesis de Abancay es “Solemnidad”, y toda la región de Apurímac acude a visitar a su “Mamacha”. Las celebraciones constituyen el alma del Departamento de Apurímac, de manera especial para la provincia de Chincheros, siendo declarado por el Gobierno Regional este día “feriado” acudiendo grande cantidad de peregrinos a visitar y orar a la “Reina de los Andes Peruanos”.

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