“El Carnaval de Abancay evolucionado hasta nuestros días” FOTO: Smith Benites Ferro
“La Jallma” es el aporque llamada también “la fiesta del cultivo”.
En los ayllus de Abancay la jallma es el deshierbe o primera lampada a los cultivos de maíz que han sido sembrados en octubre o noviembre de acuerdo al orden de las cabañuelas o anuncio de las lluvias de la campaña agrícola en la quincena de agosto.
Esa labor era una fiesta propia del valle y sobre esa fiesta prehispánica de febrero se impuso el carnaval europeo traído por los españoles.
Por entonces el manojo de los ríos que provenían del Ampay y los otros dos de las lagunas de “Rontoqocha” determinaban la existencia de los ayllus y ellos convivían con su gente, sus animales, la tierra que dominaban y la ancestral costumbre del “aporque” común en toda la Panaca de Aukapana.
El primer nombre de Santiago de los Reyes de Abancay, luego Abancay.
Los ríos Puruchaqa y Rontoqocha que se unen en los confines de Waqrakucho para dar origen al Río Aymas, cobijaron a los migrantes altiplánicos, los collas, que tuvieron dominio del suelo de nuestro valle hasta el Río Qolqaki. Esto significa que ese ayllu también tenía dominio sobre Kuntipampa, Condebamba o Pampa del Oeste el actual estadio de Condebamba, el cementerio y Villa Gloria hasta Markawasi y su torrentera procedente de las alturas de Sawanay y Soqllaqasa donde se hacían las transacciones comerciales con todas las comarcas.
Es un hecho, por los indicios, que los aimaras que vinieron sobre los collas procedentes del altiplano llegaron a estos dominios huyendo de los efectos del fenómeno “El Niño”, buscando nuevas tierras para el cultivo y la ganadería de camélidos andinos. Dominaron la hoya desde Rontoqocha por el Río Aymas, luego Mariño hasta los confines de Aymaraes que conocemos como Cotaruse, siguiendo la línea del Río Pachachaca aguas arriba.
Todo indica que los altiplánicos estuvieron ahí antes que los incas. Los andenes de Caraybamba, Pachaconas, Sabaino y la misma ciudad de Chalhuanca, tan rudimentarios, pero tan eficientes, nos dicen que no fueron los incas los que los edificaron sino sus ancestros. Collas y aimaras fueron expulsados posteriormente por los chankas para no chocar con los quechuas, según conclusiones de Gerardo Quintana.
El caso es que los aimaras estaban en la hoya de Aymas y el actual Río Mariño derivado del Río Aymas. Los quechuas, en cambio, estaban posicionados en los faldíos de Sawanay, Ampay y Huayllabamba hasta el actual río Pachachaca y constituyeron una etnia aliada de los incas, vigías del primer puente de paqpa o pitas o soguillas sobre el Kapaq Ñan o camino inca que unía la montaña del Ampay con el Qorawire hasta los confines de Ayacucho pasando por el Río pampas. Este puente de soguillas sería reemplazado por los españoles con la actual estructura de cal y canto por mandato del Rey de España.
En el mapa del valle, los Quechuas llamados también Sinchis establecieron su ayllu desde los bajíos del Ampay hasta el río Chinchichaka. En el otro extremo los Aimas o aimaras desde Puruchaca y Marcahuasi hasta Kuntipampa o Condebamba a orillas del Río Qolkaqui. Ambos señoríos dejaron libre la franja del suelo de caliche desde la quebrada de Qolkaqui hasta el Río Chinchichaka, porque era un suelo que no servía para el pastoreo ni para la agricultura y vivir ahí sin agua no valía la pena.
Se establecieron ayllus menores al borde de los ríos Ullpumayo, Supaywayqo y Ñaqchero, que no se sabe si se llamaba así desde siempre, pero que le daban vida a lo largo de sus recorridos. Estos grupos de familias colaboraban entre sí con la minka, ancestral costumbre de trabajar con el sistema “hoy por ti mañana por mí” sin dinero a cambio.
La minka funcionaba en la siembra, el cultivo y la cosecha y en el cultivo particularmente había fiesta con abundante chicha y platos de “picante”. La chicha bebida ancestral en base a germinal de maíz y el picante en base a “Ullpu” y “Ataqo” dos vegetales que se hervían con papas sancochadas.
La rivalidad de los ayllus se manifestaba como consecuencia del alcohol, entonces surgían los jóvenes que representaban a sus parcialidades castigándose con huasquillas las pantorrillas arremangadas, era el “Seqollo”.
El otro juego de competencia era el “paki” que consistía en golpearse los muslos a puño limpio hasta donde podían aguantar.
Ambas competencias que siempre creímos que son propias del Valle de Aukapana son el origen del contrapunto de cantos de las comparsas de lo que posteriormente adoptaría el nombre de “Carnaval” con la llegada de los españoles.
Los conquistadores establecerían en base a los ayllus y a las originales demarcaciones territoriales las futuras haciendas que tomarían para sí algunas de las costumbres ancestrales, principalmente el aporque o Jallma como la base del “Carnaval de Abancay”.
Ese es el carnaval que se mestizó y que ha ido evolucionando hasta nuestros días. Razón tiene Ciro Palomino Dongo en sus búsquedas para encontrar explicaciones sobre la memoria de nuestra abanquinidad.