PA, VEN A VERME…

Pa, ven a verme…
Sigo esperando, sentado en el dintel de aquella puerta, la que cruzabas varias veces en el día, aquella que me vió nacer, crecer y me verá morir.

Espero que llegues y me reprimas, como cuando era niño, que me grites o castigues, por algo malo que hice, o que no, espero tu presencia, rigor o tu consuelo, cualquier cosa espero de ti.

Cuánto daría por una vez más tenerte, por un instante verte y abrazarte, cuánto daría por sentirte y quererte, por hablarte, por amarte.

Pa, ven a verme… Un ratito, un instante, un segundo, ven que te necesito, no me dejes sentado impaciente en aquel rincón oscuro, no me dejes esperando tu castigo.

Te espero hasta tarde, con la ilusión y esperanza de verte nuevamente, con aquella intriga que enloquece y desespera, pero es en vano, porque no llegarás, así te espere bajo ese dintel de tu vieja puerta.

Ahora, mil veces me arrepiento de no abrazarte, de no darte lo que en realidad esperabas de mi, cariño, atención y tiempo, simples pero necesarias en el corazón.

Maldito ese día, que me separó de ti, maldito yo, por no quererte un poco más, ahora es tarde para llorar, para el arrepentimiento, es tarde para cualquier pesar.

Pa, ven a verme… Que sigo esperando tus palabras, tu sonrisa, tu cariño, ven que me hace mucha falta tu consuelo.
Que mi esperar se hace eterno, bajo ese dintel de aquella vieja puerta.

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