PADRES DE ADOLESCENTES: ¿COMO MANEJAR CONFLICTOS?

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La adolescencia es una etapa donde las personas en crecimiento tienden a conflictuarse, sin embargo este conflicto guarda una relación: “a padres inmaduros mayor conflicto de los hijos, a padres maduros, confiables y adaptados menor  o casi ningún conflicto con los hijos adolescentes” , la lógica de esta relación es obvia, sin embargo es preciso decir que cuando los niños viven con padres inaptados, irresponsables, vale decir inmaduros generan una serie de reacciones potenciales en los niños, que solo se expresan en la adolescencia, cuando el muchacho(a) empieza a atisbarse cuerpo y alma de adulto. 

La primera pregunta que deben hacerse los padres cuando ven a sus hijos adolescentes haciéndoles conflicto no es ¿Por qué se porta el o ella de ese modo?, si no ¿fuimos nosotros como padres maduros, responsables, afectuosos y tolerantes con el o ella cuando eran niños? Si la respuesta es NO, entonces la vida le da quizá la última oportunidad de hacer bien las cosas.  

La complejidad de las relaciones humanas, supone una interacción entre personas con distintas, historias personales, ideas, creencias y motivaciones, a pesar de convivir en el mismo núcleo familiar y tener lazos de sangre.  En las relaciones de padres con hijos en muchos casos las relaciones tienden a ser hartamente conflictivas, pues en la historia de esta relación, cuando los hijos –como dijéramos- eran niños y no se establecieron las bases para lograr la armonía, básicamente por inmadurez de los padres

Si usted. Observa que la relación con sus hijos no está bien haga algo de lo siguiente:

1. Busque ayuda profesional (Psicólogo, consejero o Conciliador), le ayudaran a enfocar sus problemas y soluciones con objetividad e imparcialidad.

2. Si sus problemas se originan en la manera de ser: defectos o problemas de personalidad busque una psicoterapia y una terapia para ambos.

3. En caso que no sea posible acudir por ayuda profesional: 

Haga lo siguiente:

  • Pida a su padre, madre o hijos a conversar sobre el conflicto o problema.  Hágalo en un lugar público (café, Restaurant, parque, etc.) no en el hogar.
  • Para lograr esta cita llame a la persona por teléfono  y propóngale esta conversación.
  • Durante la conversación trate de ser objetivo(a) y siempre mantenga la calma.
  • Siempre esté pendiente de razonar y ser lógico(a) antes de ser ganado por sus emociones o reacciones viscerales.
  • En la conversación agote todas las posibilidades del problema su causa y sus consecuencias.
  • No salga del contexto del problema no se remonte al pasado para “sacar” otros problemas surgidos en esa época.
  • Siempre considere que siempre no hay una única persona responsable del problema.  A veces, por omisión la otra persona también tiene algo de culpa.
  • Si el problema se origina por una culpa evidente suya, acéptelo y discúlpese con quienes hayan sido dañados.  Prometa no volver a cometer esa falta y trate de enmendar su comportamiento que lo ha llevado a esa falta se quiere mantener la armonía en su relación de pareja.
  • Ser tolerante en todo momento, aún si es objeto de hostilidad y agresión verbal.  Diga ¡ya te desahogaste! ¡calma! ¡déjame explicarte!

Los conflictos con los hijos surgen del hecho de los padres de no reconocer que los hijos crecieron y necesitan su propio espacio. Este espacio debe estar enmarcado dentro de lo normalmente esperado para un adolescente o joven, debe ser el espacio natural, donde se de una conducta armónica con las reglas sociales admitidas para una convivencia sana, exenta de drogas, violencia, desarraigo. Vale decir que el espacio mas adecuado para los adolescentes y jóvenes debe prescindir de conductas sociales de riesgo. Los jóvenes requieren amigos, pues socialmente necesitan determinar sus contactos sociales. Requieren una pareja para expresar sus afectos, requieren un espacio para estudiar y trabajar y el espacio que requieren para estar en familia. 

Cuando los hijos crecen los padres deben estar conscientes de aceptar los espacios que los jóvenes van copando, respetando, pero controlando que este sea un espacio adecuado. Cuando los hijos afirman su individualidad esta puede chocar muchas veces con lo esperado con los padres. Si surgiera una profunda vocación religiosa o artística, con lo que los padres no están de acuerdo, finalmente deberían respetar las decisiones de sus hijos, pues ellos tienen también derecho a tomar sus propias decisiones, muchas veces serán decisiones equivocadas, pero en el arte de vivir sólo se aprende por experiencia, difícil traslapar la experiencia vivida por otros. Los hijos por otra parte requieren, respetar las normas de los padres, mientras dependen social y económicamente de estos. Las normas de comportamiento las establecen los padres y deben ser acatadas por los hijos, siempre y cuando éstas están dentro de parámetros socialmente admitidos.

Los conflictos que surgen en la adolescencia y entrados los primeros años de juventud a veces suelen ser tan severos que originan distancias de por vida entre hijos y padres. Sin embargo, estos conflictos agravados por la edad, suelen pasar de manera natural, cuando el hijo madura y ve los problemas insalvables –en un momento- como manejables y comprensibles después. Los padres no deben hacer cuestión de estado por la rebeldía de un hijo, si en términos naturales el hijo sigue los cauces admitidos de comportamiento. Por ejemplo, si un joven de 20 años estudia con éxito su carrera universitaria, está alejado de drogas y otros riesgos y tiene un estilo de vida saludable, no debiera ser exigido a cambiar si, por ejemplo, optara por una religión, una opción política, una pareja que resulten del desagrado de los padres, por que en lo fundamental está cumpliendo positivamente con su rol.  

Un hijo no vive para satisfacer expectativas de los padres, sino las suyas propias, las que deben ser observadas con respeto y si es el caso con admiración, si estas están dentro de lo socialmente admisible. Solo los padres inmaduros exigen a sus hijos ciertas, carreras, opciones políticas y sociales, parejas que satisfacen sus egos, a pesar de la manifiesta incomodidad que hacen sentir a sus hijos.

Un padre debe jugar el rol de encauzar al hijo a que alcance por si mismo su propio desarrollo y realización personal, a través del estudio, el trabajo el crecimiento personal de modo tal que pueda vivir independientemente de los padres, asumiendo sus propias responsabilidades y capaz de ser el conductor o conductora de una nueva familia, al margen total de la influencia de sus padres. Esto no significa que los lazos afectivos entre padres e hijos se rompan, sinó por el contrario se estrechen porque los hijos que vieron siempre a sus padres como modelos acercan a sus hijos a sus abuelos, mientras que los que sintieron a sus padres como personas inadecuados, tratan de alejar a sus hijos de los abuelos.

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