PASACALLE MIGUELGRAUINO PARA EL RECUERDO

Una ciudad paralizada y sus miles de pobladores concentrados en las arterias céntricas para vivir, compartir y participar de la mayor actividad festiva del año. Un multitudinario e interminable pasacalle, con ocasión del centésimo trigésimo quinto aniversario del colegio Miguel Grau, convocó en Abancay a miles de estudiantes, ex alumnos, docentes y familiares de este emblemático colegio.

El pasacalle al igual que el desfile tradicional se ha convertido en la mayor concentración y atracción callejera de Abancay donde hombres y mujeres, viejos, jóvenes y niños conviven por varias horas, la alegría contagiosa de una marcha bulliciosa de delegaciones de escolares, colegiales y ex alumnos en una jornada que ha venido a convertirse en la más esperada por los abanquinos.

El colegio Miguel Grau, que celebra 135 años de existencia en favor de la formación educativa de miles de jóvenes y generaciones que han hecho de este centro de estudios en un personaje de sus propias existencias es, sin duda, el principal referente de la región. Por eso, la identificación de los abanquinos trasciende las fronteras de la misma región.

Impresionante. Fabuloso. Increíble. Admirable. Son expresiones escuchadas en el recorrido por las principales calles de Abancay al ver pasar a las decenas de delegaciones con sus características representaciones y alegorías, que trasladan a la era de los dinosaurios, a la historia y sus grandes personajes.

Imágenes en gigantografías de Miguel Grau, Túpac Amaru, JM Arguedas, Micaela Bastidas, y otros recibían aplausos de admiración por miles de abanquinos diseminados en las veredas de las avenidas Díaz Bárcenas, Arenas, Arequipa y Lima, al son de bandas de guerra, equipos de sonido, grupos musicales en vivo. Todos sumando alegría a la gran fiesta miguelgrauina.

Esta tradición abanquina, única en su género, viene desde hace más de dos décadas, cuando en las previas a la celebración del día del colegio Grau, los estudiantes se esmeraban en imaginar, gestionar y construir alegorías gigantes, en sana competencia que les generaba no solo medallas, sino el reconocimiento perennizado en diplomas, videos y fotografías.

Cada año, según cuentan los propios alumnos, la tradición fue creciendo no solo en entusiasmo sino en calidad y arte. Los diseños fueron transformándose en verdaderas obras de arte y los buques y efigies de Grau, adquirían cada vez mayor personalidad y realismo.

El de este año, es el mejor a los que he asistido, dice un emocionado padre de familia al ver a su hijo y nietos desfilar por las calles, vestidos de prehistóricos y cantando huainos abanquinos, en una mezcla surreal inimaginable en cualquier otro escenario.

Impresionante la presencia de la familia de los estudiantes. Padres, hermanos y abuelos, sumando alegría al paseo callejero, todos haciendo hurras por el colegio, por la fiesta miguelgrauina.

La actividad no solo es festiva por lo bullanguero, colorido y alegre, sino porque los comercios del centro de la ciudad agotan sus stock de gaseosas, aguas, cervezas y sobre todo, de caramelos, pues es costumbre que los marchantes arrojen caramelos hacia las tribunas, generando turbamultas y ganaganas entre los niños y mayores.

En mis épocas de colegial, las previas se caracterizaban por el paseo de antorchas por las mismas calles del pasacalle de hoy. Hacíamos esfuerzos supremos en conseguir carrizos, papeles de colores, pabilos y diseñar nuestras antorchas que se iluminaban en las avenidas Arenas, Arequipa, Seoane, al mismo tiempo que en el cerro Quisapata, alumnos de quinto de media prendían las llamaradas del MG, que se mantenían encendidas durante toda la noche.

El pasacalle miguelgrauino es, sin dudas, la mayor concentración de abanquinos en el marco de una festividad local y en eso tiene que ver la identificación que el abanquino tiene con el Miguel Grau, un centro educativo que se esmera en mantener viva la calidad de su formación, garantizando profesionales exitosos y personas de bien.

Mención especial, para la Promoción 75, de la que son entusiasta integrante, que el próximo año celebrará sus Bodas de Oro, que acompañando a la multitudinaria caravana se esmeró de llevar alegría a muchos niños de las arterias, con miles de caramelos lanzados acompasado por bulliciosos coros de risas y gritos de alegría. Feliz aniversario, querido colegio Miguel Grau de Abancay.

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