(Poesía de Mons. Gilberto Gómez González, Obispo de Abancay)
De maguey era la Imagen,
que nos has traído a cuestas,
y de maguey las astillas
que lisiaron tu muñeca.
Maguey con maguey se cura,
amor con amor se paga:
cuando María te cura,
¡cuánta fue tu acción de gracias!
¡Que tal negocio, Quimichu,
como aquel de la parábola:
desque encontraste la Perla,
no has dormido hasta comprarla!
Corazón de pulpa noble,
peregrino y limosnero,
si burlado por los malos,
perseguido por los buenos.
Pedigüeño de los Andes,
rico de sueños y leguas,
que en tu talega atesoras
improperios y monedas.
Trovador de la “Mamacha”,
ángel cobrizo con quena,
sobre tus lomos de bronce,
¡qué dulce carga te llevas!
Cuando oyen tu canto quechua,
el pueblo sale a la calle
por ver dónde has robado
el colosal diamante.
Nunca te pudo el Maligno,
loco de amor sin remedio,
tu cerviz solo se humilla
ante la Reina del Cielo.
Sebastián, que Dios te premie,
por ese Don que compartes
con los hijos de tu tierra,
con la tierra de tus padres.
Dicen te dio calentura,
mendigo en tierras lejanas:
de fiebre de amor has muerto,
con un rejón de nostalgia.
Tus huesos hechos polvo
al pie de tu Amada yacen,
como la piedra primera
del templo que soñaste.
Aguarda que Ella exhale
sobre tu polvo su aliento
por que tus pobres cenizas,
se vuelvan llamas de nuevo.