ROMA DE BLANCO

HOY, ROMA SE VISTE DE BLANCO: LEÓN XIV INICIARÁ SU PONTIFICADO

Este domingo 18 de mayo, Roma está por despertar envuelta en un aire distinto. Las campanas pronto repicarán con entusiasmo, el incienso flotará como una plegaria invisible, y la Plaza de San Pedro comenzará a latir como si fuera el corazón del mundo. En medio de ese fervor contenido, con banderas ondeando desde todos los rincones del planeta, el Papa León XIV dará inicio a su pontificado.

Y aunque ya es Papa desde el instante en que aceptó su elección hace apenas unos días, lo que viviremos hoy no es solo una formalidad. Un gesto que, sin pronunciar una palabra, lo proclama ante el mundo como sucesor de Pedro. No se trata de una coronación —eso quedó en los libros de historia—, sino de un compromiso: su «sí» público y solemne, con la mirada del mundo entero posada sobre sus hombros.

Entre la tradición y lo nuevo

Como ya es costumbre desde hace varias décadas, León XIV como los últimos papas, ha elegido una misa solemne en la Plaza de San Pedro para dar inicio a su pontificado, en lugar de una ceremonia de coronación. No habrá tiara ni trono dorado cómo era antes. En su lugar, recibirá el pallium, esa sencilla prenda de lana que recuerda al pastor que carga a la oveja herida, y el anillo del Pescador, signo de su misión apostólica.

Desde muy temprano se espera que las columnas de Bernini abracen a miles de fieles. Algunos llegarán con rosarios en la mano, otros con celulares, muchos con lágrimas y todos, seguramente, con algo que pedir o agradecer. La escena, si todo ocurre como se prevé, parecerá un tapiz humano: cardenales en rojo, obispos de violeta, jóvenes con guitarras colgadas, religiosas en hábitos multicolores, y seguramente turistas que no entienden mucho, pero sienten que algo importante está a punto de pasar.

El mundo, atento y presente

Más de 150 delegaciones oficiales han confirmado su asistencia al Vaticano. Desde jefes de Estado hasta representantes de confesiones cristianas, líderes judíos, musulmanes, budistas y funcionarios internacionales. Entre ellos, figuran los Reyes de España, y tristemente, también la presidenta del Perú, cuya presencia —todo indica— no pasará desapercibida.

Y es que una vez más se confirma que el poder sin legitimidad no encuentra asilo ni siquiera en tierras lejanas. La llegada de Dina Boluarte, atea declarada, lejos de fortalecer la imagen del Perú, ha encendido una ola de rechazo entre los compatriotas que residen en el extranjero. «Esa señora no nos representa», dicen muchos con pancartas ya preparadas. Su viaje, cubierto con fondos públicos y justificado con argumentos frágiles, es una afrenta para los peruanos.

León XIV: rostro nuevo, espíritu antiguo

Desde que apareció por primera vez en la Plaza Central con el nombre de León XIV, ha despertado curiosidad, expectativa y, sobre todo, esperanza. De origen estadounidense pero con una marcada experiencia internacional, y un gran afecto por el Perú, país donde sirvió durante más de 30 años,. este Papa trae consigo una mezcla serena de diplomacia, profundidad espiritual y sensibilidad pastoral.

No se espera que hoy pronuncie grandes frases para titulares. Su estilo parece más el del sabio que escucha, que del pontífice que impone. Se anticipa que hablará de puentes, no de muros. Que invitará a la Iglesia a ser más madre que institución. Que se definirá como un pastor que prefiere caminar con su pueblo, en vez de hablarle desde un balcón.

Muchos vaticanistas creen que su homilía tocará temas vitales: el drama de las migraciones, el grito de la Amazonía, la herida del abuso, la urgencia del cambio climático, y la necesidad de sanar un mundo fragmentado por la indiferencia. Un mensaje, en suma, que nos recuerde que el otro no es una amenaza, sino una posibilidad.

Un papamóvil, cantos y rostros

Antes de la misa, si todo sigue el protocolo previsto, León XIV recorrerá la plaza en el papamóvil. Se espera que lo haga sin grandes alardes, saludando con la calma de quien sabe que no tiene que impresionar, sino acompañar. Sonreirá, bendecirá con sencillez y —como es costumbre— se detendrá ante niños, ancianos y personas con discapacidad.

Los cantos de la liturgia, según lo anunciado, incluirán latín, pero también lenguas indígenas, africanas y asiáticas. Porque la Iglesia, cuando recuerda su vocación más profunda, es eso: católica, en el sentido más hermoso de la palabra: abierta, plural, universal.

¿Y después?

Tras esta misa solemne, comenzará oficialmente el pontificado de León XIV. En los días siguientes, recibirá a los representantes diplomáticos, perfilará su entorno cercano y quizás lance algunas señales sobre sus prioridades pastorales.

Se espera que convoque un nuevo consistorio, que nombre nuevos colaboradores en la Curia, y que defina el rumbo de las reformas que heredó. Pero por ahora, lo que reina es esa extraña y bella sensación de esperanza compartida. No una luna de miel política —la Iglesia no se casa con el poder—, sino un suspiro colectivo que dice: quizás este Papa pueda guiarnos hacia algo nuevo.

El nombre: León

Desde que eligió llamarse «León», no han faltado interpretaciones. Algunos recuerdan a León XIII, con su histórica defensa de los derechos sociales. Otros creen que es un símbolo de coraje: el valor de quien debe pastorear en tiempos turbulentos.

Sea cual sea el motivo, el símbolo tiene fuerza: un león que no ruge con arrogancia, sino que guía con firmeza y ternura. El León XIV que se vislumbra en estas primeras horas parece caminar con los pies descalzos del alma. Sin prisa, pero sin pausa. Con la mansedumbre de quien sabe que, más allá de todo poder, hay una sola misión: servir.

Entradas relacionadas

IRMA GUERRA SÁNCHEZ: MADRE ABANQUINA 2025

PRIMERA HOMILÍA LEÓN XIV

SE FUE UN GRANDE

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Suponemos que está de acuerdo, pero puede darse de baja si lo desea. Seguir leyendo