SAYWITE EL ORACULO DEL TIEMPO

por Alfredo Vásquez Espinoza
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Reinicio

« El día de hoy confirmaron1, que la piedra de Say White, fue dañada irreparablemente, mientras se realizaba un comercial a favor del turismo regional de Apurímac, la grúa, la famosa grúa cayó y dañó de manera irreparable a la milenaria mole de diorita, las autoridades regionales, se echan la pelota en el sentido que no fueron ellos los que dieron la autorización para la filmación, si no una autoridad de Lima, otra vez con su centralismo daño el patrimonio cultural de Abancay, y en el comunicado dicen desconocer a Dorita y toda su familia.»

Saywite, es un legado de las culturas precolombinas a la humanidad. Para la construcción de Saywite participaron: los Wari desde Ayacucho; Los Tiahuanacu desde Puno; y Los Incas desde el Cuzco, la piedra de 12 toneladas de peso fue diseñada por los Tiahuanaco, 1,500 años antes. Los Wari contribuyeron con data de 700 años. Lo construyeron los Incas a partir de los conocimientos ancestrales y allí estaba: Saywa, Sayhua, Sayay, Rumisayay, Marca del tiempo, Rumi rumi, Hatun rumi, o simplemente Saywite.

Cachora, es un pueblito pintoresco, frente a un nevado, la Verónica, en la vertiente izquierda del Río Apurímac, está a espaldas de un volcán llamado Ampay.

En el distrito no hay más de 80 familias casi todas emparentadas, por Ana y por Chana, de esos 80 clanes dos son poderosos: los Peña y los Peñaranda, rivales desde tiempos de Almagro y Pizarro, rivales que venían -los unos- de Trujillo España y los otros de Castilla.

Pero también había clanes independientes como los Rodríguez; el primer Rodríguez había llegado al pueblo procedente de Ayacucho, era un curita tímido y bien parecido, que ante tanta soledad llegó a tener familia con su sobrina, allá por el 1860.

La campiña verde rodeaba a Cachora, su iglesia echa de adobe, sus tejados rojos, sus calles principales empedradas y las calles secundarias, de tierra.

En los campos cercanos había caballos de paso, en los terrenos cercanos estaban las despensas vivas, los campos de choclos, papa nueva, todo esto era familiar para Rumi Rodríguez, nativo de Cachora.

Todo retumbaba en el cerebro de Rumi Rodríguez, un agricultor de los andes que, como buen campesino, tenía en su mesa de noche el almanaque Bristol,. Para el entorno agrícola, era lo más importante, era el clima y todos los secretos que hay en el cielo; la temperatura, la humedad relativa, los vientos, el granizo, la nevada, la lluvia, los fenómenos como los cambios de luna, eran de suma importancia.

¿Cuándo será luna llena?, ¿Luna nueva?, ¿Cuarto creciente o cuarto menguante?, etc etc. Todos querían saber si llovería, ?¿cuándo? y ¿cuánto? ¿Si llueve, habrá heladas? ¿Y si no llueve?. Todo estaba en el viejo y tradicional almanaque Bristol, pero faltaba algo más, ya que todo era de corto plazo, una visión de un año, lo que no les permitía ver más allá de este año, para sus vacas, camélidos, gallos de pelea, caballos y demás animales que vivían más de un año y que los nativos deseaban saber si habría agua suficiente para sus animales.

Por otro lado, saber si sus árboles frutales, como manzanares, duraznales, mangales (cerca al río Apurímac), los naranjales, sufrirían estrés hídrico. Los estragos de la sequía así como los excesos de la lluvia afectan la producción de la huerta de todo el pueblo y en especial de Rumi. Toda la fruta era para el mercado de Cusco.

Rumi, nació y fue creciendo en ese ambiente agrícola, como pocos, tuvo la suerte de estudiar primaria y secundaria completa en el prestigioso colegio Miguel Grau, más conocido como Grau a secas.

Cuando apenas entrecerró los ojos, un aluvión de años se presentaron en su cabeza, pintando muchas canas. De eso se dio cuenta cuando ya no estaba solo, llegaron su esposa, hijos, nietos y bisnietos. El Clan de los Rodríguez, se hizo una familia grande de hijos citadinos.

El mayor Chucky el arqueólogo, el segundo Yacu un ingeniero civil, la mujercita Wasi arquitecta, el cuarto Jampi, el médico de la familia y el último Supay un abogado prestigioso que murió joven en un accidente de tránsito.

Junto con la democracia de Belaunde llegaron los nietos, todos con nombres ingleses, Jaqui, Jonh, Mike, y otros, esa generación estudió música, artes plásticas, fotografía, diseño gráfico y entre sus bisnietos una era Influencer y el otro físico nuclear de la UNI.

La música de los viejos eran los huaynos, y la música criolla para el mediodía, la música de sus hijos era del caviar Sting, la música de los nietos era Pop, Rock alternativo y la música de los bisnietos Perreo con Dady Yanki y Bad Bunny.

Su bisnieta la aspirante a Tick Tocker, era una Influencer a sus 14 años. Había más nietos y bisnietos, que vivían en otros países, del nuevo mundo globalizado.

Lo clásico para Rumi, era conversar de tú a tú, con su hijo mayor, el arqueólogo Chucki, que trabajaba en el Instituto Nacional de Cultura, él era un experto en temas del pasado.

Un día de primavera, y fue en Abancay, que conversaron mucho, de cómo los Incas solucionaban sus problemas multianuales, para lo cual habían inventado diferentes maneras de conservar los alimentos, por ejemplo: la carne seca (charqui), la papa seca (chuño), el maíz tostado (cancha). Estos productos duraban más de 20 años, de esta manera ellos podían vivir de manera más holgada en tiempos de sequía.

La lluvia no era un problema, ni el diluvio, menos los aluviones. El gran problema era la sequía, sin agua morían las plantas y los animales luego moría la gente, en especial morían los niños, moría el futuro, ni que decir de los ancianos, moría la ciencia y la experiencia, llegaban las enfermedades, las plagas a todo el valle del Ampay.

En Amancay pampa había ataques permanentes de bichos que llegaban desde la profundidad de las quebradas, y los bichos eran antiguos saltamontes que se convirtieron en temibles langostas aladas, con ganas de comer todo a su paso. Chuki, el arqueólogo, pensaba que los preincas vivían en perfecta armonía con la naturaleza y que su base filosófica era la armonía con la Pacha Mama.

Otra visita esperada era la del Ingeniero, así le decía él, para sentirse orgulloso de su hijo Yacu, Este trabajaba para el Plan Meris Cero, y todo lo que veía en la piedra de Saywite eran irrigaciones. Él comentaba que, todo pueblo que visitaba en los Andes Cusqueños, eran pueblos que tenían antiguas irrigaciones, andenes.

Lo mismo pasaba en Apurímac, pueblo al que visitaba tenía una irrigación de origen Inca o pre Inca o de origen Huari, y eso le llamaba mucho la atención, ¿Por qué habían hecho tantas irrigaciones?, porque justamente, el mayor problema que tenía la sierra era la sequía.

Ese problema de la sequía era grave, muy grave, cuentan las investigaciones científicas realizadas por universidades como Yale, que allá por el siglo XI y XII, hubo una sequía que duró 100 años y que acabó con la cultura Tiahuanaco. Esa cultura había sobrevivido 1500 años pero una sequía la acabó.

Y en los valles de la costa, el problema grave era la sequía, sumada a inundaciones que arrasaban por su voracidad a las culturas Moche y Chimú. El fenómeno del Niño, tenía dos manifestaciones graves, lluvias torrenciales y sequías prolongadas.

En vacaciones llegaba la bebecita, la Arquitecta, la engreída de la familia, Washi Rodríguez. Y el ritual era casi el mismo cada año, tomar un buen almuerzo de bienvenida, visitar las chacras de Cachora y ver la piedra .

Para Washi, la piedra era una gran maqueta de una ciudad Inca, con sus monumentos, a los apus y a las deidades Incas, al Dios Puma, al Dios Amaru.

Luego de visitar Saywite, bajaban al pueblo de Curahuasi, donde esperaba doña Mercedes, la matrona de la casa, ella estaba provista de todas las ollas, sartenes y leña, además de víveres como papas, carne de cordero, huacatay, queso fresco y ají panca.

Toda la familia se trasladaba a Cconoc, a bañarse, en las aguas termales contiguas al Río Apurímac. Llevaban mucho Eucalipto, para quemar y ahuyentar a las mantas blancas, a los mosquitos que no dejaban de dar vueltas y vueltas, hasta picar. Se usaba el alcanfor con cañazo, que servía como un buen repelente contra los insectos.

Washi explicaba a Rumi, como los Incas habían podido edificar magnificas construcciones, allá en la capital arqueológica de América, el Cusco, donde ella estudiaba y no dejaba de maravillarse.

El Cusco decía, tiene piedras más grandes que Saywite, que los Incas movían como si fueran plumas, y había muchos edificios, que aun después de los españoles, estaban en pie como los de Ollantaytambo, Sacsayhuaman, y otros.

La arquitecta decía y repetía:

— Padre Saywite es una maqueta —cerrando la conversación—, no hay duda. Esta piedra a la que tú le dedicas tu vida, es una maqueta Inca.

Para el viejo Rodríguez esa armonía entre piedra, espacio, tiempo, temperatura, presión atmosférica y humedad, era maravillosa, donde se comprobaba el equilibrio para que funcione los 365 días del año.

— Esto fue inventado hace miles de años — y repetía ñuna y otra vez—. Hija mía, tú piensas que es una maqueta, yo pienso que es un oráculo.

El viejo Rumí había nacido un minuto antes que empiece la Segunda Guerra Mundia. Él nació el 18 de enero de 1939, en el lejano distrito de Cachora.

Rodríguez, siempre pensó buscar el significado de Cachora, y pasados los años descubrió que su verdadero nombre era campamento de la gran cantera.

En el campamento de la cantera, la gente cultivaba el arte de manejar la piedra, y allí en pleno Cachora, había restos de piedras que no habían salido a ninguna parte. Cachora era la cuna. ¿Qué tallaban estos antiguos artistas sobre aquella gran piedra monolítica?

Ellos tallaban la rica flora y fauna que existía en cada región del Tahuantinsuyo, patria vieja.

Cachora era la escuela del tallado. Allí existía el arte de manejar las manos y crear animales que dormían dentro de la piedra, de esa forma, está claro.

Allí hacían una maza de piedra molida y daban forma a las escaleras, a los riachuelos, a los desarenadores. Allí, a 11 km de Cachora estaba la joya, el Oráculo del Tiempo.

La gente trabajaba haciendo masilla de concreto, y la llevaban al lugar elegido para hacer el templo del tiempo, el oráculo del clima.

Esto pasaba desde hace 5,000 años. y se fue perfeccionando, siglo tras siglo. Hoy en pleno siglo 21 con el paso del tiempo, ya se borraron las sonrisas de los sapos.

Desde que nació Rumi, pasaron muchos presidentes. Primero fue el mariscal Benavides, luego Bustamante y Rivero, hasta que llegó el golpe de Odría, presidente al que conocía más, porque ya era consciente. Y con ellos también llegaban las lluvias y las sequías, las plagas y la lluvia y las miles de langostas por la ciudad, que venían de los profundos valles. El pan era la salvación de la gente, pero ese año no había, ni trigo ni pan, ni agua, todo estaba seco.

La gente moría, los animales morían, el gobierno estaba en nada, alguna vez llegó trigo y azúcar que enviaban los países desarrollados, pero en Abancay el trigo, arroz y azúcar sólo eran para la gente rica de pueblo.

El gobierno se encargaba de recibir las donaciones internacionales para mitigar el hambre de grandes comunidades nativas en el sur del país, y así fue que, en medio de tanto dolor y tanta tristeza, aquel año de 1957, se conoció con Mercedes.

Su Cusi Pasña, su cautivadora, su nueva luz, no contaba con mayoría de edad, pero conoció el amor, que golpeó fuerte en su pecho.

Rumi amó a Mercedes Ramírez, para siempre, se miraron, se gustaron, se tocaron las caritas de niños recién salidos del cascaron, se besaron y en un día pasaron a las ligas mayores. En una semana, pasaron por la puerta del Cura Mamerto y fueron casados y se instalaron en Cachora.

En Abancay el alcalde del pueblo, en aquel fatídico 1957, no tuvo mejor idea que vender lo recibido como donaciones en otras regiones, donde el pan y el azúcar escaseaban y eran carísimos, mientras su pueblo moría de hambre.

La familia de Rumi sobrevivió y se multiplicó desde aquel día. La marca familiar era RR, y para los animales 2R.

Los cinco hijos de la familia fueron llamados Chuki, Yacu, Wasi, Jampi y Sacra, por tradición de los Rodríguez, que siempre pusieron nombres nativos. Algún tío se llamó Huáscar y otro Tupac. Ellos no usaron nombres ni españoles ni bíblicos, no descartaron la posibilidad de poner nombres compuestos como Runtusapa.

Después de Odría, llegó Manuel Prado, Lindley y su junta militar, Belaunde primer gobierno y el nefasto Velasco cuando sombreaba los 70s.

Allí llegaron las desgracias nacionales, fueron años de cambio de la propiedad, la sequía no vino del cielo, la sequía vino del gobierno.

El matrimonio 2R, que tuvo sus hijos en tiempos de Prado, pasaba hambre en tiempos de Velasco. Rumi, seguía trabajando el campo. La gente estaba empobrecida, había lluvia, pero no había mercado para los productos nadie compraba nada, los frutos de la hacienda se pudrían. Los tomates no llegaban al mercado porque antes, se habían hecho puré en esa carretera infernal llena de huecos, baches y curvas hasta llegar al Cusco. Había una molestia generalizada lo único que se vendía en el pueblo era Aguardiente de Caña.

La sequía de gobierno, léase «Reforma Agraria», fue peor de lo que hubiera sido la presencia de Atila. Ni la hierba crecía. El señor Rodríguez, fue despojado de su tierra en Cachora.

Con la requisa que sufrieron 120 familias Apurimeñas, todas ellas acusadas de ser terratenientes, ser próspero se convirtió en una nueva herejía,

Velasco inventó nuevos pobres una nueva clase de pobres, nuevo pobre Rumi Rodríguez, tuvo que trabajar de empleado en la subprefectura como un amanuense, sabía leer como nadie, sabía pensar como nadie, pero ya no tenía capital, todo había sido usurpado por ese mal llamado general Velasco, que delante de sus hijos le quito toda su vida, y le obligó a trabajar de empleado.

Había cinco bocas que alimentar, y todos ellos en la universidad. Faltaba poco a los cinco muchachos, estaban amontonados en el Cusco, en una residencia de la calle Centenario, donde una cusqueña ricachona alquilaba cuartos húmedos y oscuros a los provincianos. El mejor cuarto lo tenía Nilo Castañeda Grau, otro Abanquino, que se abría paso en la ciudad imperial, a punta de jugar fútbol, en «la residencia», había provincianos de Puno, Abancay Arequipa y Ayacucho todos llevados por el afán de la superación.

Para cuando llegó Morales Bermúdez el señor Rodríguez seguía con su «amor postal», su almanaque Bristol siempre bajo el brazo, ya que era su principal libro de consulta. Lo miraba, lo acariciaba, movía sus hojas lentamente, finalmente cada año sin falta compraba su nuevo Bristol. Para cuando lleguen mejores tiempos, y de pronto volvió la democracia al Perú, con Belaunde llegó un nuevo niño.

El fenómeno del niño de 1983 trajo una gran pérdida 13.8% del PBI para mitigar este efecto Belaunde creó los bonos de la reconstrucción, la lluvia llegaba al norte, al sur, al oriente, todo era inundación, la lluvia fue advertida por Rumi, quien elaboró un oficio circular para todo el departamento de Apurímac en el que advertía de la presencia de un «Niño».

La gente común se burló, decían: para que aparezca un «Niño» debían pasar 9 meses, y las risitas no se hicieron esperar entre todas las autoridades de alcaldías y defensa civil.

Luego de las precipitaciones, en todos lados había huaicos y muertos, derrumbes e inundaciones. Las lagunas se llenaron y desbordaron, los ríos buscaban nuevos cauces, las pérdidas fueron grandiosas, pero lo que sí fue algo novedoso fue la presencia de conchas de abanico en todo Abancay, ese potaje jamás había sido degustado.

Llego Alan García, trajo la inflación. Llego el terrorismo, se fue el terrorismo. Llego Fujimori, se fue Fujimori. Llego el 2000 y con él, el fin del mundo. Rumi, renuncio a la prefectura luego de 25 años de servicio, ahora volvía a su Cachora del alma. Volvió a empezar, alquilando una chacrita de papa, luego otra de maíz. Cuatro mulas, eran su nuevo capital.

Había turistas que merodeaban por Cachora. Ya fueron 30 mulas, 40 mulas, volvió a progresar aun con 60 años encima.

Los nietos eran grandes, llegaban los bisnietos, y con todo ese afán de las mulas, las nuevas chacras, Rumi y Cusi, eran felices entre Abancay y Cachora.

Los hijos fueron al extranjero, otros a Lima, los nietos ya empezaron a dar bisnietos, el siglo 21 aparecía demasiado rápido, había autopista al Cusco. Pero el afán de Rumi, la pregunta de Rumi cada mañana era: ¿lloverá o no lloverá?

Llegaron sus 70 años, y seguía preguntando, y volvía a leer y releer su almanaque Bristol, y cada mañana que amanecía la gran preocupación de Rodríguez era ¿lloverá o no lloverá? y luego a la siguiente pregunta. ¿Si no llueve, el escampe será corto, será poco o mucho?, ¿si llueve, será torrencial será como el 83 o vendrá la sequía?.

Este ya era un pensamiento obsesivo. Fue a visitar a los médicos siquiatras por recomendación de su hijo Jampi, y los médicos no decían que tuviese una enfermedad, solo decían que tenía una preocupación. Sí hay sequía, vendrá helada, si hay sequía, ¿habrá helada?

— ¿Haciéndote preguntas? — decía doña Cusi de Rodríguez.

— ¡Gano la presidencia un Cholo! — decía la gente. Pero resultó que era un cholo bamba.

Volvió García y su compañía, y del tiempo de “no sabía nada”.

Llegó un muchacho a la presidencia, que era hijo de un compañero del colegio del padre de Rumi, un tal Humala, y nada., hasta que vino un gringo, y con el gringo la naturaleza, trino, el cielo castigo al polaco. Llego un niño costero con fuerza, y Rumi Rodríguez decía, veamos el Oráculo, ¿Qué pasara con la lluvia de agosto?, ¿con setiembre?, y nada, no había respuestas.

Y siguió con la cantaleta, y después pensaba, ¿llueve en agosto? ¿lloverá en septiembre?, ¿si no llueve septiembre, lloverá en octubre?, ¿si llueve en agosto, no lloverá en septiembre?, parece obviamente demasiadas preguntas.

Llegó a Abancay, procedente de la capital, Frank Rodríguez, bisnieto de Rumi, llegó hecho todo un señor a sus 22 años. El nació con el siglo 21. Este muchachito genio, ingreso a la UNI, a seguir física Nuclear, para el día que empezó, Rumi y Cusi ya eran ancianos de más de 80 años. Pero él, seguía pensando en el futuro, en el pronóstico. Ella había dejado hace rato la sabrosa sensación de ir a su pequeña chacra, una mini chacra comparada con lo que tenía, que era el edén. Un amigo de colegio le dijo que «Para regar tu mini chacra, lee tu almanaque Bristol», y los dos rieron en complicidad.

Rumi ya no pensaba en su pequeña parcela, él pensaba en su enorme prole. Hijos nietos, bisnietos esparcidos por todo el país, él veía el almanaque para poder anticipar a los suyos, cualquier catástrofe meteorológica.

Franki el nieto, físico nuclear decía:

— Querido Tata, tantas preguntas que tienes, ¿y qué? Mis tíos piensan que estás loco. Son una matriz, matemática, que yo te ayudare a resolver, sabes son dos incógnitas elevadas a la 5ta potencia. He allí el grado de dificultad para poder resolver estas ecuaciones.

— Sabes hijo yo pensé que se trataba de consultar con un oráculo, y tú me sales con esta respuesta técnica de hacer una matriz de 2 × 2.

— Abuelo, no por nada los incas se llamaban Tahuantinsuyo — decía— incluidos los Cuatro. La base matemática de los incas siempre fue el 4, con eso dominaron la hidráulica. Tata, muchas veces pensé en tu locura, hasta que conocí a mi profesor Jesús Velarde, el mejor matemático de la UNI. Él me enseño, en el curso de vectores y Matrices, la forma de solucionar tu problema, y muchas preguntas parecen repetidas, y la gente se loquea, más los que te escuchan. Las preguntas que sean repetidas serán retiradas y vamos a ir simplificando. Les vamos a poner condiciones y vamos a poder jugar con un árbol de decisiones, un Sasha, usaremos dos variables enteras 0 y 1 cero y uno y luego dos condiciones sí y no; si y no; 0000 0001 0100 1010 y ahí termina la respuesta abuelo, eso es algo difícil para ti? sí no lo entiendes te lo podría otra manera abuelo:

00/01/10/11

— ¿Qué te parece?

— Sigo sin entenderlo…

— Veamos de esta otra manera: No, No/No, Si/Si, No/Si,  Si. ¿Cómo te fue ahora? ¿Qué te gusta más? ¿Sabes? Hay una entrada y cuatro salidas

— No Lloverá; No lloverá (sequía larga) / No lloverá; Si Lloverá (sequía corta) / Si lloverá; No lloverá (Lluvia moderada) / Si Lloverá; Si LLoverá (Lluvia intensa)

— Frankisito, ya lo entiendo. Ahora lo redactaré para que sea comunicado a la prefectura.

— Tata, ¡Qué bueno que entendiste la matriz de 2 por 2!. Este ejercicio se repite ocho veces sobre la piedra Saywite. Como en esta, hay 8 matrices más que están superpuestas, hace que esta matriz ,sea una matriz compleja, muy compleja. ¡Que inteligentes eran los Incas y los pre Incas! Resolvieron el problema del clima desde hace 5,000 años, y lo solucionaron con mucho cuidado, en todo el país. Así está el trasvase de Cumbemayo, o el agua potable de Machu Picchu que sigue funcionando 600 años después de haber sido construido. Abuelo empleaste 80 años de tu vida para solucionar el enigma, que es y para qué sirve la piedra de Saywite. Ahora es y será el oráculo del Clima, un computador analógico, inteligencia artificial, al servicio del hombre andino.

1 Para satisfacción de Abancay y sus distritos, se trató de un daño irreparable en la réplica de Saywite, que se encuentra en el distrito limeño de San Isidro, frente al campo de Lima Golf. de allí que el comunicado negara que se trataba de una pieza de Diorita, la secretaria confundió con su prima, Dorita, y allí quedó la cosa. Hagamos más réplicas de Saywite en todo el Perú, empezando por Abancay City.

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