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En tiempos donde la inseguridad campea por las calles de nuestro querido Perú, lamentablemente, esta también se ha mudado al mundo digital.
Internet es un vecindario encantador, con rincones de conocimiento, plazas de entretenimiento, avenidas de oportunidades y parques de diversión. Pero también está lleno de callejones oscuros donde merodean ciberestafadores con más mañas que político en campaña y más cuentos que abuela con insomnio.
Aquí intentamos describir las estafas más comunes del ciberbarrio:
1. El phishing (el anzuelo del diablo):
Es el rey de los timos digitales. Un correo o mensaje que parece venir del banco, de una red social o de tu app favorita, pero en realidad es un cebo para que entregues tus claves, tus datos… y hasta la receta secreta de la abuela.
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¿Cómo lo hacen?
Te llega un mensaje por correo, WhatsApp o redes sociales:
«¡Urgente! Su cuenta de … ha sido reportada.
Hemos detectado actividad inusual en su cuenta… Por razones de seguridad, su perfil podría ser suspendido permanentemente si no confirma su información.
Para evitar la desactivación, actualice sus datos haciendo clic en el siguiente enlace:
—DIRECCIÓN FALSA—»
Otras variantes incluyen supuestos consumos con tu tarjeta de crédito, o multas por tu número de RUC.
Y si ingenuamente haces clic… estás perdido.
2. Estafa del príncipe nigeriano (u otro aristócrata digital):
Un noble extranjero, una solitaria dama agonizante con cáncer o un generoso millonario sin herederos quieren transferirte su fortuna. Necesitan tu cuenta bancaria… pero luego te piden un “pequeño depósito” como encaje.
¡Olvídate! No volverás a saber de ellos.
Hay mil versiones de esto: te piden un plan de negocios en el que desean invertir…, una beca que te pueden regalar, una propiedad en Europa en la que puedes vivir sin pagar nada…
Mentira. Solo quieren meter mano a tu bolsillo.
3. Estafas románticas:
Aquí juegan con el cuento del amor y se aprovechan de los corazones solitarios. Dicen estar locamente enamorados, que ya no aguantan las ganas de verte. Te piden dinero para pasajes, para operarse, alimentar a la abuelita postrada, tratar una enfermedad rara…
Y luego desaparecen como ex que nunca cerró el círculo, sin haberte dado el beso que te prometieron.
4. Falsas tiendas online (el espejismo del ofertón):
Un iPhone a mitad de precio, unos zapatos que harían llorar de envidia a Cenicienta o una laptop de última generación. Pagas, esperas… y lo que llega —si llega— es una caja vacía, alguna baratija o una disculpa en chino mandarín.
5. Ransomware (te secuestran los archivos):
Te mandan una foto, un video o una app “interesantísima”, que descargas feliz. Incluso puede funcionar. Pero, una vez dentro de tu equipo, el malware encripta tus archivos y —¡zuácate!— no puedes acceder a nada.
Entonces, aparece el mensaje pidiendo rescate.
Y pagar no garantiza que te devuelvan nada.
6. Estafa de soporte técnico (el falso salvador):
Recibes una llamada: «Somos de Microsoft (o Facebook, o WhatsApp)… Detectamos un virus en su computadora». Te hacen instalar un software, toman el control de tu equipo… y luego empiezan a aparecer cargos fantasmas en tus tarjetas.
¿Y a quién le reclamas?
7. Apps falsas en el celular (el troyano de bolsillo):
Descargas una app que parece útil: linterna, lector QR, fondo de pantalla animado… pero por dentro roba tus datos, escucha tus llamadas y se lleva tus claves con elegancia criminal.
8. Sorteos y premios falsos (ganas… pero pierdes):
«¡Felicidades! Ganaste un carro/TV/iPad. Solo debes pagar el envío».
El premio nunca llega, pero el cobro sí. Puntual como lunes.
9. La inversión de tu vida (el oro digital):
Te prometen multiplicar tus ahorros en criptomonedas, bienes raíces virtuales o viajes paradisíacos.
Incluso hasta ves videos de declaraciones o entrevistas a personajes famosos, afirmando que encontraron la fórmula para hacerse ricos sin trabajar.
Te urgen a tomar decisiones antes de que el gobierno o el enemigo oculto borre el mensaje.
Al final, el único que se enriquece es el pillo que está del otro lado, mientras tú quedas viendo gráficos que solo suben… antes de desaparecer.
10. Secuestro de cuentas en redes sociales:
Te llega un mensaje de un conocido: «Mira este video, ¿eres tú?».
Haces clic. Zas: te roban la cuenta y la usan para estafar a tus contactos.
Encima, todos piensan que tú eres el ladrón.
11. El equipaje que viene por DHL:
Un supuesto amigo te ha mandado un regalo o equipaje desde el extranjero, pero debes pagar un depósito para recibirlo.
Al final, ni hay regalo, ni hay amigo.
12. El comprador entusiasmado:
Publicaste un artículo en venta. Te escribe alguien encantado, acepta sin regatear, incluso te da propina. Pero antes, te pide que le deposites un encaje. Lo haces… y desaparece del mapa.
Estos pillos suelen ser súper convincentes, sea que se comuniquen contigo por teléfono o por mensaje. Muchas víctimas que se salvaron, tiempo después, todavía se están preguntando: «Y si era cierto…»
Consejos para no ser estafado:
1. Desconfía de lo urgente y lo emotivo: Si algo «debe hacerse ya» o te sacude emocionalmente, respira. Los estafadores son maestros del teatro.
2. Nunca compartas tus contraseñas: Ni el banco, ni tu red social, ni tu mejor amigo deben pedirlas. Si lo hacen, sospecha.
3. Verifica URLs y remitentes: No es lo mismo paypal.com
que paypaI.com
(con “i” disfrazada de “l”).
4. Actualiza tu antivirus y configura la seguridad: Usa herramientas legítimas. Nada de versiones piratas que traen más bichos que un picnic en la selva.
5. Duda de premios inesperados: Si no participaste en el sorteo, no ganaste nada. La codicia a veces nubla el sentido común.
6. Activa la verificación en dos pasos: Es el cinturón de seguridad digital. Un verdadero guardián de tus cuentas.
7. No descargues archivos sospechosos: Ni del correo, ni de WhatsApp, ni de enlaces raros. El que mucho baja, poco se cuida.
8. Educa a tus padres y a tus hijos: Los mayores y los jóvenes, por confiados o entusiastas, son presa fácil. Enseñarles puede evitar lágrimas… , polladas y préstamos forzados
En esta era digital, ser prudente no es ser paranoico. Es ser sabio.
Internet es un océano inmenso donde es imperativo navegar con velas firmes, brújula afinada y, sobre todo, con el radar bien encendido para no caer en las redes de quienes pescan incautos.
Hay otras mil formas más, y seguramente, seguirán creando nuevas, y es que los peruanos somos súper ingeniosos para el mal, qué maravilla sería que ese ingenio lo utilizáramos para el bien.
Por eso, ante la duda abstente… mejor no hagas clic.
Esperamos haberte ayudado a cuidar tus bolsillos y sobre todo a mantener tu dignidad, pues dicen, no nos consta, que no hay nada peor que saberse tonto e ingenuo.