TECNOLOGÍA Y ENVEJECIMIENTO: LA INCLUSIÓN DIGITAL

por Carlos Antonio Casas
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Reinicio

Estamos viviendo la cuarta revolución industrial, que ha transformado la manera en la que trabajamos, nos comunicamos, consumimos, aprendemos, tenemos acceso a la información y a los servicios públicos.

Las TICs (Tecnologías de la Información y Comunicaciones) en particular han transformado casi todo buscando mejorar la calidad de vida, pero sin querer, han complicado la vida de un segmento importante de la población, el de los adultos mayores.

Para todos nosotros, es evidente que nuestras vidas se están moviendo rápidamente al entorno online. El acceso a la información está dejando atrás a los periódicos y revistas en papel, a la radio y a la televisión por ondas electromagnéticas, que para subsistir han debido trasladarse a formatos digitales. Esto se demuestra fácilmente en el hecho de que hoy, es muy difícil conseguir un aparato radio-receptor de AM/FM o televisores con antenas. Ya son historia.

Las redes sociales están en pleno auge. Facebook, Instagram y otros servicios son usados por todos para informarse. Las llamadas telefónicas están siendo reemplazadas por las video-llamadas, y las video-conferencias de múltiples participantes se han hecho muy comunes, facilitando el trabajo virtual y los estudios «on line». También se ha «normalizado» ver catálogos, hacer compras y pedir comida a domicilio por «delivery». Todo esto se hacía antes de la pandemia del COVID 19, pero hoy, todo el mundo lo hace y a cada instante, es como el pan de cada día para la mayoría de las personas.

Como decía al empezar, estos avances, lamentablemente, están dejando atrás a muchos adultos mayores.

En el mundo, hay corrientes importantes que están buscando subsanar este grave problema. La inclusión digital debe asegurar que todas las personas puedan beneficiarse de las TICs, independientemente de su género, habilidad, ubicación o edad. Las Naciones Unidas declararon esta década, del 2021 al 2030, como la «Década de envejecimiento saludable», haciendo un llamado a todos para concentrar esfuerzos en mejorar las vidas de las personas mayores.

El problema se agudiza porque hay 2 grandes tendencias que impactan entre sí: el crecimiento exponencial de las tecnologías digitales y el rápido incremento de la población adulta mayor. En el 2020 habían más de 727 millones de personas con 65 años o más y en las próximas 3 décadas, este número de personas mayores crecerá a más del doble, según cifras de la ONU.

Sin mencionar los argumentos morales para tener en consideración a los adultos mayores, que son muchos y muy contundentes, debemos ser conscientes de que dejarlos de lado, significa, minimizar su potencial para participar activamente y contribuir a sus comunidades. Para beneficio de todos, se debe aprovechar sus fortalezas, experiencia y talento, simplemente es cuestión de fomentar la colaboración entre generaciones y tomar conciencia del gran valor que este grupo etario tiene.

Ellos ya se habían percatado de esto, y han encontrado grandes aliados en los más pequeños de la casa, sus hijos y nietos, que según se dice «vienen con otro chip» pues ahora, ni bien dejan el biberón ya están manejando los dispositivos móviles de sus papás (lo que también puede causar problemas y será motivo de un artículo posterior).

Muchos adultos mayores creen que hacer compras o un pedido por internet, es una verdadera pesadilla. No, no lo es, solo es cuestión de aprender 2 o 3 cosas. Lo mismo con el correo electrónico, las redes sociales y la búsqueda de información.

Mi padre con casi 80 años encima, amante del trabajo hasta el final, hacía sus pedidos por computadora a Eternit y realizaba sus transacciones bancarias por Internet, así que no me digan que no es posible. Todo es cuestión de querer hacerlo.

Conozco a muchos adultos mayores, mi madre entre ellos, que manejan muy bien las redes sociales, «postean», comentan y regalan abundantes «likes», así que todo es cuestión de decidirse.

Toda la familia debe involucrarse en este afán, enseñarles con paciencia los intríngulis de las nuevas herramientas tecnológicas y propiciar que sigan «al día».

A los adultos mayores nunca hay que menospreciarlos, muchas veces nos pueden sorprender. Y así no nos sorprendan, hay que darles lo mejor porque ellos se merecen lo mejor.

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